La epopeya de las Brigadas Internacionales

Las Brigadas Internacionales fueron unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de más de 50 países que participaron en la Guerra Civil Española junto al ejército de la Segunda República Española, enfrentándose al bando sublevado contra el gobierno legítimo surgido de las elecciones de 1936.

por José Luis Merino

¡O tempora, o mores! (¡Qué tiempos, qué costumbres!) palabras de Marco Tulio Cicerón, para hacer referencia a la pérdida de ciertos valores que caracterizaron a otros tiempos. Pueden repetirse hoy ante el recuerdo que nos trae el autor de ideales y romanticismos desaparecidos.

La epopeya de las Brigadas Internacionales merece ser narrada con homérica altura de miras. Grande es el argumento. Todo comenzó cinco años después de la proclamación de la República española, legítimamente constituida. Fuerzas militares franquistas se alzaron en armas para derrocarla. El pueblo español trató de defenderse. La noticia de esa desigual guerra civil se expandió por el mundo. Es entonces cuando individuos de diversas nacionalidades y razas viajan al territorio español para ponerse al lado de la República española. Llegaron de manera escalonada. Vinieron voluntarios de 50 países. Todos juntos se convirtieron en la honda de David frente a Goliat. Esa honda estaba cargada de idealismo, generosidad, altruismo y cuanto los hombres biennacidos pueden ofrecer a sus congéneres, a cambio de nada. Contra el fascismo, y en defensa del pueblo llano, ahí estuvieron 15.000 franceses, 5.000 entre alemanes y austriacos, 2.500 británicos, 2.000 estadounidenses, 1.700 yugoslavos, 1.500 canadienses, 1.200 cubanos, 600 argentinos… más un número indeterminado de valientes, provenientes de Costa Rica- Abisinia- Suecia-China- Holanda- Rumanía- Polonia-Argelia-Dinamarca-Finlandia-República Dominicana-Marruecos.-San Marino-Luxemburgo-Brasil-México- Bulgaria- Nueva Zelanda- Hungría- Chile- Colombia- Italia-Suiza-Rusia- Checoslovaquia-Bélgica-Albania-Portugal-Nicaragua… Atrás dejaron sus pertenencias y, más aun, muchos de ellos se dejaron la propia vida en el campo de batalla.

Llegué a conocer a un brigadista yugoeslavo en el aeropuerto del Belgrado, en 1970. Volamos en el mismo avión, con destino a Skopie (hoy Macedonia). Se expresaba bien en nuestro idioma. Le trasmití mi admiración y agradecimiento. Nos despedimos con un buen abrazo. Y ahora escribo sobre él, pensando en cada uno de los brigadistas, porque en un hombre están todos los hombres.

[Tras la odiosa victoria fascista, durante 40 años el régimen franquista ignoró la existencia de las Brigadas Internacionales. Cerca de 80 años después de aquella amada derrota, las Brigadas Internacionales siguen a la espera de ver glosada su epopeya. Entremedias, póngase su nombre en calles y plazas de los territorios por donde pasaron aquellos magnánimos voluntarios]

Fuente: Rebelión.org – 21-6-17

 

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