Hispanoamérica bajo la geopolítica del Caos: Separatismos y terrorismo, de Cataluña a la Patagonia – Por Cristian Taborda

Por Cristian Taborda

Recientemente en Argentina se reavivó el conflicto en la Patagonia con un grupúsculo terrorista de autodenominados “Mapuches”, cuyos apellidos y rasgos arrojan bastantes inquietudes sobre su supuesto origen étnico, tal es el caso del referente de la agrupación terrorista RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) Jones Huala, quien afronta una condena en Chile y cuenta con el beneplácito de haber sido defendido por la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, hoy a cargo del Ministerio de Mujeres, Géneros y diversidades, y ahora con la anuencia del embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa, con pasado ligado a la agrupación terrorista Montoneros. Queda explícita la colaboración política, la vinculación ideológica y la prestación de servicios por parte del progresismo y ex miembros de agrupaciones de extrema izquierda, que en el pasado operaron desde la clandestinidad contra gobiernos populares, democráticos y constitucionales, como el de Juan Domingo Peron, también cometiendo atentados tal cual lo hacen hoy estos grupos que defienden.

Pero la dimensión del conflicto va más allá de la Argentina y si uno analiza con detenimiento puede tomar nota de la repetición de estas prácticas por todo Hispanoamérica, aquí ligada al fundamentalismo indigenista, en España con la exacerbación de nacionalismos independentistas, pero la modalidad y finalidad son las mismas: terrorismo y separatismo, atentar contra el patrimonio común y fragmentar el territorio bajo supuestos étnicos y prerrogativas de sangre.

Bajo supuestas proclamaciones de autodeterminación buscan romper la unidad de las naciones, pero sobre todo impedir la unidad de Hispanoamérica en un momento donde por primera vez en décadas es cuestionado el poder anglosajón y surgen propuestas de unir el mundo hispano como la de la iberoesfera.

El separatismo Catalán y el ahora separatismo “Mapuche” encuentran similitudes y dejan entrever puntos en común, no sólo en su modo de acción sino también en sus objetivos: romper la unidad nacional, destruir la soberanía política y negar la cultura patria. Mucho más acentuado en España con formaciones políticas que explícitamente blanquean sus sentimiento anti español, y que en Argentina comienzan a verse desde diversos planteos que hacen fuerzas progresistas y de izquierda como la propuesta de un Estado “plurinacional”, o planteos liberales de secesionismo por cuestiones económicas, tal es el caso de Cornejo en Mendoza.

Tampoco deja de llamar la atención la vinculación de los grupos terroristas y separatistas, además de con la izquierda, con el poder del dinero y potencias extranjeras, cuya mano más visible es la británica, así da cuenta la Mapuche International Link, con sede en Reino Unido, o la defensa que hacen ONG’s internacionales, como Amnesty Internacional, también con sede central en Londres. Organismos supranacionales, como las Naciones Unidas, también, bajo el derecho internacional, cobijan las intenciones separatistas de naciones inexistentes que desconocen la soberanía de los Estados, principio fundamental del derecho internacional.

No es casual que el separatista Puigdemont haya encontrado asilo político en Bruselas, sede de la Unión Europea, y los autoproclamados “Mapuches” recurran a las Naciones Unidas en busca de reconocimiento a la autonomía y a una supuesta nación. Organismos supranacionales que intentan erigirse como jueces siempre de forma arbitraria contra la soberanía de las naciones existentes con Estados reconocidos.

Pero, no es la primera vez en la historia que las Citys financieras, el poder del Dinero, juega un rol principal para disgregar las Naciones y disolverlas, reducir su poder como unidad continental en fragmentos, así sucedió antaño en hispanoamérica con su división en múltiples repúblicas controladas económica y financieramente por Gran Bretaña que ahora bajo la influencia ideológica estadounidense pretende reconfigurar la región para insertarla en un nuevo orden internacional postnacional, transnacional. La subordinación de los Estados Nación a instancias superiores de burocracias internacionales, siempre bajo la sutil dominación política desde la diplomacia.

Teoría del Caos

La fragmentación social, primero en lo económico por la desigualdad, la fragmentación política en el marco ideológico y ahora las acciones orientadas a la fragmentación territorial, nos llevan a pensar que el caos y el desorden son causa y no consecuencia, que la configuración política parece ser una cuestión geoestratégica para insertar a Hispanoamérica en el nuevo marco internacional subordinado al globalismo.

Steven Mann es un cientista político, experto en política exterior estadounidense, que desarrolló la “teoría del caos controlado” cuyo objetivo es asegurar y promover los intereses nacionales de los Estados Unidos. En un artículo titulado “Chaos Theory and Strategic Thought /Parameters” (Teoría del Caos y Pensamiento Estratégico / Parámetros) plantea que:

“Cada actor en los sistemas políticamente críticos crea energía de conflicto,… lo que provoca un cambio en el status quo participando así en la creación de una situación crítica… y cualquier curso de acción lleva el estado de cosas a una reorganización cataclísmica inevitable”.

La idea fundamental que surge del pensamiento de Mann es llevar el sistema a un estado de “criticidad política”. Entonces, el sistema, dadas ciertas condiciones, entrará inevitablemente en el caos y la “transformación”. Mann también escribe que:

“Dada la ventaja de los Estados Unidos en las comunicaciones y la creciente capacidad de movilidad global, el virus (en el sentido de una infección ideológica) será auto-replicante y se expandirá de forma caótica. Por lo tanto, nuestra seguridad nacional será preservada”.

Y agrega: “Esta es la única manera de establecer un orden mundial a largo plazo. Si no podemos lograr un cambio ideológico en el mundo entero, tendremos solamente períodos esporádicos de calma entre transformaciones catastróficas”.

“Virus autoreplicante que se expandirá de forma caótica” esa es una de las formas que señala Mann para preservar la seguridad nacional estadounidense. Las expansión del terrorismo en la región en países que parecían haber dejado atrás esas cuestiones, como Argentina y Chile, ahora resurgen y se replican más allá de las fronteras generando caos y desorden.

La “libanización”, según Kissinger

Hispanoamérica está siendo centro de disputa del poder global, las explosiones de caos que emergen y luego sumergen a los Estados en la anomia preparan el terreno para una reconfiguración política, donde las potencias se disputan los recursos naturales y su control estratégico.

Este ataque a las naciones es con la utilización de grupos terroristas y separatistas, que atentan contra la soberanía. El ataque es por quienes no reconocen la ley y al Estado nacional, con gobiernos siendo cómplices de movimientos secesionistas, defendiendo con abogados militantes a quienes van contra la ley y atacan nuestro patrimonio común bajo intereses foráneos.

No solo es una disputa geopolítica sino una concepción más profunda, la negación de una forma de Ser, de la existencia hispánica, la negación de nuestros valores espirituales, nuestra historia, nuestras tradiciones y una cultura auténtica que ha enriquecido al mundo desde el saber y la fe.

Argentina en el pasado propuso, en instancias muchos más violentas, la reivindicación inclaudicable de la unidad nacional y la soberanía política en defensa del territorio, el orden constitucional y la paz social, los grupos enemigos de la Argentina, por izquierda y por derecha, lograron su objetivo en ese entonces: romper el orden constitucional y generar caos. Hoy proponen terminar su tarea, libanizar Argentina, tal lo proponía Henry Kissinger en la Comisión Trilateral de 1985:

“La Argentina a través de su historia ha demostrado tener una conducta definida frente a los intereses internacionales en juego. Este país ha sido un permanente obstáculo en el mundo a lo largo de la historia (…) Nosotros creemos que la situación está controlada, pero debemos asegurarnos. O la Argentina acepta su papel de exportador de materias primas, o procederemos a su libanización”.

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