Gustavo Vera fue legislador porteño por Bien Común hasta el 2017, durante sus 4 años como legislador se autoasignó el salario de un director de escuela donando el resto a instituciones de bien público, habiendo donado un total de 1 millón y medio de pesos en su período como parlamentario. Es titular de la ONG de lucha contra la trata de personas y el trabajo esclavo La Alameda. Como dirigente social y amigo cercano del Papa Francisco se encuentra actualmente en la Academia Pontificia del Vaticano para el Coloquio Internacional sobre Trata Sexual y Laboral y Acceso a la Justicia. Tras su paso por la política partidaria nos cuenta la realidad de tentaciones, carpetazos, extorsiones y traiciones que atraviesan a la clase política por parte de banqueros y empresarios que “manejan el régimen a su antojo”:
Por Gustavo Vera*
Lo que aprendí los últimos 4 años es que el ecosistema político funciona así:
1- Primero la tentación (con salarios altísimos y privilegios);
2- Después el acostumbramiento a las tentaciones y el sigiloso encarpetamiento del ecosistema “por las dudas”;
3- Más adelante llega la extorsión, cuando el funcionario tentado y cebado cree que es “libre” y puede proponer medidas que vayan contra los intereses del régimen de verdad;
4- Y por último la rendición y traición por temor a que se ventilen sus miserias públicamente o por temor a perder sus privilegios.
De este modo la mayoría de la clase política termina alejándose de sus ideales iniciales y termina vendiéndole el alma al diablo de los banqueros y empresarios que manejan el régimen a su antojo.
Una precondición para lograr tener una Patria de verdad es que los políticos no ganen más que un director de escuela y existan durísimas sanciones penales a quienes incurran en delitos de corrupción.
Mientras ser diputado, senador, ministro, secretario, subsecretario sea una condición privilegiada y no una vocación de servicio por amor a la patria, no tendremos destino.