George Soros niega que financie los disturbios en EEUU. Evidencias lo desmienten. Por Alfredo Jalife Rahme

Por Alfredo Jalife Rahme

Rudolf Giuliani, abogado de Trump, señaló a George Soros de estar detrás de los disturbios de Antifa y Black Life Matters en EEUU, lo cual el megaespeculador de 89 años negó tajantemente, pese a las evidencias, mientras sus epígonos los ex primer ministros británicos Gordon Brown y Tony Blair reclaman la instauración de un “Gobierno mundial”.

Nada menos que Rudolf Giuliani, ex alcalde de Nueva York, quien posee los secretos de la autoría del 11/9 del 2001, hoy abogado privado de Trump, a quien aconsejó cómo sortear su juicio político (impeachment), señaló sin tapujos al megaespeculador George Soros de financiar los disturbios terroristas en EEUU promovidos por Antifa y Black Life Matters (BLM).

En forma inusitada, Michael Vachon, portavoz de Open Society Foundations de George Soros, negó las imputaciones: “Facebook, Twitter y otras plataformas de las redes sociales están siendo usadas para difundir la ahora familiar y la totalmente desacreditada teoría de conspiración de que George Soros y las fundaciones Open Society Foundations pagan a la gente por protestar, en este caso por el asesinato de George Floyd. Estamos horrorizados por este intento de deslegitimar la genuina efusión de furia y preocupación de la gente en EEUU y en todo el mundo”.

La declaración de Open Society clama “aborrecer la violencia de cualquier género y no permitiremos actos destructivos de unos cuantos para distraernos del trabajo crucial de juntarnos y forjar un mejor futuro para todos en nuestros barrios”.

Luego el israelí / húngaro / británico / estadunidense Soros, exclamó ultrajado que “quienes protestan por la muerte del señor George Floyd y la brutalidad policiaca de todo el país lo hacen por una profunda y verdadera preocupación para su país, no lo hacen por un pago de estas fundaciones o cualquier otra, como algunos cínicos exclaman. Tales afirmaciones son falsas, ofensivas y hacen un mal servicio a los cimientos de nuestra democracia, como consagrado en la Primera Enmienda”.

En forma sarcástica, Tyler Durden, del portal Zero Hedge, comenta el “montón de ladrillos misteriosos” descubiertos en las principales ciudades donde cunden las protestas y coloca un video comprometedor.

Independientemente de la legitimidad de las impactantes protestas en alrededor de 40 ciudades de EEUU —en su mayoría, curiosamente, gobernadas por los Demócratas—, el grupo BLM recibe más de la tercera parte de su financiamiento de parte de George Soros.

El Washington Times revelaba en 2016: “Black Lives Matter está cada vez más inundado de efectivo, recaudando más de $ 100 millones de fundaciones liberales y otros ansiosos por contribuir a lo que se ha convertido en la causa de la donación del día. La Fundación Ford y la filántropa Borealis anunciaron recientemente la formación del Black-Led Movement Fund [BLMF], una campaña de donantes destinada a recaudar $ 100 millones para la coalición Black Lives Matter. Esa financiación se suma a los más de $ 33 millones en subvenciones para el movimiento Black Lives Matter del principal donante del Partido Demócrata, George Soros, a través de sus Open Society Foundations, así como la concesión de subvenciones del Center for American Progress”.

Idéntica información ya había sido publicada por el diario británico Daily Mail en enero de 2015.

 

Cámara oculta de Project Veritas revela la financiación de Soros a grupos de izquierda liberal como “Refuse Fascism”.

Sea lo que fuere, Farhad Manjoo exulta en The New York Times —rotativo cercano a Soros y a los Clinton— que “BLM está ganando”, lo cual es totalmente cierto en los Estados y ciudades gobernadas por los Demócratas en un país totalmente desgarrado entre sus globalistas y sus nacionalistas.

Incluso, llama la atención que el mismo Partido Demócrata, en un memorándum filtrado en 2015, había advertido a sus legisladores de “no ofrecer apoyo” a los radicales del BLM. Hoy la globalista Nancy Pelosi, después de su fallido impeachment, empapada por su desbordado rencor para impedir la reelección de Trump, ha llegado hasta el acto ritualista de contrición mediante el kneeling, (hincamiento de rodilla) que inició como protesta antirracista el jugador de futbol americano Colin Kaepernick.


Nancy Pelosi haciendo el acting ritual globalista de arrodillarse.

Dejando de lado la proclamación de la “zona autónoma de Seattle” —coincidentemente centro matricial de dos gigantes high tech de Silicon Valley: Microsoft de Bill Gates y Amazon de Jeff Bezos, ambos enemigos acérrimos de Trump—, el triunfo de BLM ha llegado a contagiar hasta al sicalíptico oportunista Jamie Dimon, mandamás del banco globalista JP Morgan, quien operó el ritual del kneeling frente a la bóveda inexpugnable de su mega-banco que ha sido uno de los principales promotores de la desigualdad local / regional / global:

En forma destacada, dos ex primer ministros del Partido Laborista que formaron parte de la izquierda travesti y fueron conspicuos adictos de la globalización financierista, Gordon Brown, a quien le tocó la grave crisis financiera de 2008, y el más locuaz Tony Blair han externado obscenamente, en medio del desarrollo de la pandemia de COVID-19, su reclamo por un Gobierno mundial del que saldrían beneficiadas el Reino Unido, hoy en plena decadencia, y La City, su corazón financierista, mediante el cual, a la par de Wall Street, cogobernó al planeta con su ya caduco modelo globalista que hasta The Economist, propiedad de los banqueros esclavistas Rothschild y principal vocero mundial de su disfuncional modelo, ha aceptado su defunción.

Gordon Brown “urgió a los lideres mundiales de crear en forma temporaria un gobierno global para lidiar con las crisis gemelas médica y económica causadas por la pandemia de COVID-19″, según Larry Elliot, editor de economía del rotativo The Guardian, vinculado a George Soros.

A Gordon Brown le tocó lidiar con la grave crisis financiera de 2008 y estuvo a la cabeza del estéril G20, que, 12 años más tarde, ha exhibido su inoperancia como quedó manifiesto en su reciente reunión virtual.

La agenda británica del Partido Laborista ha regresado a sus orígenes primigenios con el arribo de Jeremy Corbyn —un político más auténtico y menos financierista que Brown y Blair—, cuyo hermano acaba de señalar a Bill Gates, anterior mandamás de Microsoft y al mismo Soros de haber provocado la pandemia para aplicar su agenda globalista.

Curiosamente, la dicotomía que he planteado de globalistas, a la baja, y nacionalistas, a la alza, en mi más reciente libro, ha sido retomada por el exprimer Tony Blair, quien divide al mundo entre globalizadores y no globalizadores y evita así pronunciar el término seductor de los nacionalistas británicos en la fase del Brexit, por quienes profesa un gran desprecio.

El infatuado Tony Blair, quien junto a Baby Bush invadió y despedazó a Irak, ahora dice preocuparse por la salud global flagelada por COVID-19.

Blair arremete contra el Consejo de Seguridad de la ONU por “no ser realmente representativa del mundo de hoy” y propone los oficios de su Institute for Global Change que también es nombrado en forma narcisista como Tony Blair Institute, que fundó en 2016.

En forma sorprendente, Tony Blair confesó que su think tank globalista no lucrativo se encuentra “incrustado en los gobiernos de todo el mundo”, incluso asesorando al Gobierno chino sobre la pandemia de COVID-19.

Suena perturbadora tal incrustación trasnacional desde Londres por un exprimer globalista, que horada sin contemplación alguna la soberanía de los países.

El Tony Blair Institute y/o Institute for Global Change aboga a los gobiernos que aconseja adoptar en forma dramática “una mayor vigilancia tecnológica” cuyo “precio vale la pena pagar”.

¿Transmuta el globalista Tony Blair la hoy fracasada globalización financierista por el espionaje globalista a cargo de la dupla Rothschild / Soros?

Todavía los globalistas poseen una poderosa maquinaria totalitaria de propaganda con la que ha cogobernado y desinformado desde el colapso de la URSS en 1991, sin una disuasiva contraparte informativa de corte no globalizador.

Cada vez que el grupo de George Soros es evidenciado in fraganti, su defensa se confina a blindarse con las vacuas palabras teorías de la conspiración.

El problema con George Soros es que confiesa carecer de moral y solo opera de acuerdo con los intereses pecuniarios de los mercados sin importarle los daños colaterales a los seres humanos.

¡El canibalismo financierista globalista a lo que da!

EEUU, al borde de una segunda guerra civil, necesita restañar sus heridas y aplicar profundas reformas para paliar su omnímoda desigualdad vertical. Pero ni George Soros ni su gobierno mundial son los indicados.

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