En el marco de la publicación de la lista de referentes argentinos de la Open Society de George Soros, que realizó nuestro portal, entramos en contacto con el investigador, conferenciante y activista Nicolás Morás, quien obtuvo originariamente ese material. Morás promueve ideas cercanas al anarquismo libertario, se autodefine como liberal y cuestiona fuertemente al liberalismo vernáculo por considerarlo “pseudoliberal”. Esta especificidad lo ha llevado a realizar una crítica más honesta y aguda al sistema de poder que el que podría formularse desde otras vertientes. Colabora regularmente con medios como Sputnik, HispanTv y TLV1 y ha denunciado la legalización del espionaje que pretendió realizar el Gobierno a través del software israelí Pegasus. También preside la plataforma cívica Libertad y Equidad, contra las distintas expresiones del feminismo autoritario.
Para los lectores de Kontrainfo, resulta claro que las diferencias de nuestro portal con cualquiera de las corrientes que emanan del liberalismo son muchas, por lo menos desde John Locke en adelante, ya que el énfasis antropológico en el individuo por sobre la comunidad fue utilizado en distintas etapas de la historia como parte del despliegue del proyecto global de la burguesía y el poder financiero, alternativo al de la Cristiandad (proyecto de poder y sociedad que fue hegemónico durante la Edad Media). En el resquebrajamiento del poder del Vaticano, las élites financieras (que fueron pasando de Venecia a Amsterdam y de ahí a Londres) avanzaron asestando subsecuentes golpes, entre ellos las distintas divisiones de Europa bajo la excusa de reformas religiosas y finalmente la Revolución Francesa con la que se termina de plasmar su nuevo modelo político. En medio de esas luchas por el poder mundial fueron emergiendo los distintos exponentes del liberalismo político clásico, mayoritariamente en Gran Bretaña y Francia, con especial encono contra la nobleza y el poder eclesiástico católico. Es también este el marco que da origen a la Masonería moderna, la que de la mano del Imperio Británico continuó su batalla conceptual y política contra la Santa Sede y sus monarquías aliadas, logrando entre tantos otros objetivos, la desintegración y fragmentación de Hispanoamérica a comienzos del siglo XIX, a la par que difundía como elemento legitimador un sinnúmero de leyendas negras contra la Corona Española, la que si bien no estuvo exenta de crímenes y errores (ya que la Conquista de América claramente los tuvo), estaba lejos del exterminio casi total que produjo la conquista anglosajona en América del Norte (basta ver para cotejar ambas realidades el grado de mestizaje resultante en uno y otro caso). No extraña entonces que buena parte de los teóricos liberales y dirigentes políticos y militares de esa época fueran también iniciados masones.
En el plano económico, el liberalismo fue exportado por Gran Bretaña al resto de los países del mundo, mientras no lo aplicó fronteras adentro hasta tanto fue un país de tinte industrial. Por medio de sugerir a otros países la eliminación de aranceles y todo tipo de protección económica, se aseguraba poder colocar en ellos sus productos manufacturados y que los países receptores no pudieran avanzar por el mismo camino de desarrollo, un fenómeno que se conoce como el de “patear la escalera” luego de haber subido. Una estrategia similar se puede analizar en el caso de los EEUU y podría decirse de casi cualquier potencia que aspire al dominio mundial. Cuando desde América Latina un Rosas impuso aranceles mediante la Ley de Aduana, que protegían las manufacturas locales (lo que logró el crecimiento de talleres de una incipiente industria nacional), e impidió la “libre navegación de los ríos”, el Imperio Británico se encargó de derrocarlo a través de las fuerzas desplegadas en Caseros (su posterior exilio forzado en Southhampton se pacta con el papa Pío IX para evitar un mayor derramamiento de sangre). Cuando ya en el siglo XX, Juan Domingo Perón vuelve a erigir una doctrina “profundamente humanista y cristiana” como sustento a un proyecto de Comunidad Organizada que consistía en un “Gobierno centralizado, un Estado descentralizado y un Pueblo libre”, desendeuda al país y vuelve a desarrollar la industria, la ciencia y tecnología bajo el presupuesto de “poner al capital al servicio de la economía y la economía al servicio del Bien Común” y para ello enfrenta desde una postura de Tercera Posición tanto al imperialismo capitalista de matriz cultural individualista como al imperialismo comunista de matriz colectivista (dos brazos de la Sinarquía Financiera Internacional), es también salvajemente derrocado. Cada una de estas caídas de proyectos soberanos se vio inmediatamente seguida por la implementación de modelos económicos que siguieron la División Internacional del Trabajo impuesta por las élites mundiales, instrumentados por sectores locales que abrevaron en las ideas del libre comercio y la quita de aranceles, lo que solo trajo a la Argentina desindustrialización, desempleo, endeudamiento y miseria.
Como puede verse, las doctrinas liberales, a pesar de las buenas intenciones de sus enunciados, fueron en la práctica utilizadas por el poder global para eliminar las defensas de las distintas comunidades nacionales, lo que derivó en el caso de nuestro país en sucesivas ruinas sociales y económicas. Ante esos fracasos, sus teóricos siempre sobreviven bajo la idea de que el modelo aplicado no fue lo suficientemente liberal como para funcionar, acaso porque el sistema en su pureza resulta imposible de instrumentar en su totalidad en un contexto de oligopolios y monopolios globales que disponen leyes y estructuras estatales a su medida y solo recurren a las ideologías en aquello que les conviene. En los casos particulares en que referentes honestos de estas doctrinas liberales pudieron escindirse de su matriz de poder y cuestionarla, desde las propias lógicas de su pensamiento, los mismos terminaron también siendo perseguidos, como es el caso de algunos de los referentes citados por nuestro entrevistado.
Frente a este panorama, ¿qué compartimos con Nicolás Morás? Entre muchas cosas, su integridad moral e intelectual. Ni él ni nosotros recibimos dinero de gobiernos, empresas ni fundaciones para sostener nuestras ideas. Por lo tanto, puede establecerse un diálogo honesto que permite dejar expuestas las distintas posturas, de tal modo que quien lo lea pueda aprender de las diferentes miradas y nutrirse de alguien que desde un análisis agudo ha sabido criticar y exponer distintas instancias actuales del poder real y sus manifestaciones políticas y culturales. Tanto Morás como nosotros nos proponemos quitar los distintos velos de los que se reviste el poder, denunciamos la distopía totalitaria en la que actualmente vivimos y luchamos por un mundo más justo para todos.
Durante la entrevista, pudimos conocer a una persona que sorprende por sus conocimientos, no solo de la realidad contemporánea sino también a nivel conceptual e histórico, sorpresa que aumenta al saber que solo tiene veinticuatro años de edad y una amplia trayectoria.
KontraInfo: En tu ideario, ¿existe la oligarquía en la Argentina? ¿Quién manda hoy y hace cuánto tiempo?
Morás: Sí, aunque camino a la extinción. En la actualidad la élite que decide sobre los destinos del mundo es íntegramente transnacional, y delega algunos asuntos administrativos en gerentes zonales. En el pasado cada potencia tenía actores fuertes dentro de su territorio con una influencia geopolítica limitada porque reñían con otros actores. Por ejemplo las disputas de banqueros británicos y mercaderes holandeses a lo largo de los siglos XVII y XVIII, ambos bandos enriquecidos repentinamente gracias al oro depreciado que les proveyó la inepta monarquía española.
Ki: ¿Qué opinás sobre reivindicar la herencia hispánica, ver a Hispanoamérica como una nación inconclusa? Esto es, que hubo una atomización, promovida desde los centros de poder y desde las logias según la conveniencia británica, para que tras la independencia, así como la América lusitana permaneció unida en Brasil, el resto del continente, lo que era Hispanoamérica, quedara, de un modo muy funcional, dividido en distintos estados, cada uno convenientemente conectado a un puerto, en un diseño a medida de los intereses del imperio británico, para quien estos estados fueron proveedores de materia prima? ¿Creés que hay una Leyenda Negra?
Morás: Si y no, pero fundamentalmente no. Hay una gran dosis de verdad en que Gran Bretaña promovió una historiografía complaciente con su accionar colonialista asesino y muy crítica con el de sus homólogos castellanos. Eso no invalida que el Imperio godo no sólo fue criminal, sino pésimamente administrado. Un punto a favor de los hispanistas es el tema del mestizaje en Hispanoamérica, en franco contraste al exterminio sistemático de indígenas por parte de los colonos británicos y holandeses en Norteamérica. Ahora bien, los españoles instauraron el sistema de castas y la consiguiente reducción a la servidumbre de tres cuartas partes de la población. La esclavitud en forma de mita, que los españoles retoman de los incas (civilización tan brutal como la suya aunque más desarrollada) también fue propia de la “Monarquía universal”, que los hispanistas defienden a ultranza. Me han llegado a decir que la Inquisición fue un “Sagrado Tribunal de la Misericordia” porque le daban la oportunidad de arrepentirse a ciertos acusados para no quemarlos vivos.
Brota de mi alma el poema atribuido a Giordano Bruno: “Yo sé que me condena vuestra demencia suma ¿por qué? Porque las luces busqué de la verdad. No en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma, con dogmas y con mitos robados a otra edad (…) ¿Cuál es vuestra doctrina? ¡Tejido de patrañas! Vuestra ortodoxia embuste, vuestro Patriarca un Rey. Leyenda vuestra historia, fantástica y extraña. Vuestra razón la fuerza y el Oro vuestra ley”. Un buen resumen de la organización delictiva que reivindican.
Ki: ¿Trazás un paralelismo con el enfrentamiento entre poderes mundiales del siglo XX, como se vio durante la Segunda Guerra Mundial?
Morás: Siempre digo que la historiografía hollywoodense nos bombardea con una versión falsificada y romántica de la SGM donde ganaron los buenos y perdió el mal encarnado en la Tierra. Por el contrario, pese a las leyes censoras que pretenden suplir con violencia su falta de razón, lo que pasó en realidad es que un triunvirato genocida prevaleció. El Imperio Británico, La URSS estalinista, los EEUU y sus innumerables aberraciones, sin ir más lejos los campos de concentración para ciudadanos de origen japonés en California o la Bomba Nuclear. Cada uno de los Aliados cometió por su cuenta los mismos crímenes que le imputaron a Hitler, con mayores dimensiones y sostenidos a lo largo de mucho más tiempo. Y los sionistas, como bien señala Roger Garaudy, justifican su Estado-probeta con una suerte de relato mitológico de victimismo universal coronado por los nazis.
Mágicamente esto los legitima para masacrar palestinos en un plan de extermino étnico sistemático que ninguno de los presuntos héroes antes mencionados frenó, sino que por el contrario originaron (los británicos) o más bien potenciaron (los soviéticos con Golda Meir, los estadounidenses desde los 70s hasta la actualidad).
El gran pecado de Hitler fue el mismo de Napoleón, pretender más de lo que le tocaba en el reparto del poder mundial. Del mismo modo que Winston Churchill llamaba despectivamente a Hitler “pintor de brocha gorda” a Napoleón lo llamaban “el pequeño tirano corso” o “usurpador de títulos y honores” sin embargo ambos pusieron contras las cuerdas a los dueños y señores del mundo en sus respectivas épocas. Así también pagaron el precio. Si bien en el nazismo fue un buen negocio para Wall Street, que no en vano lo financió, el castigo no se hizo esperar. Al punto que ahora la democrática Europa encarcela a quienes venden Mi Lucha o libros revisionistas que tienen más y mejores fuentes que History Channel, como los de David Cole. Lástima que se olvidaron de arrestar a los colaboracionistas Walt Disney y Henry Ford.
Dicho esto ¿Para condenar a los Aliados debo absolver a los nazis de los crímenes y aberraciones que sí cometieron? Bajo ningún concepto. El Reich fue moralmente execrable. Lo mismo le toca a los hispanistas. El Imperio Británico fue una de las peores tragedias de la humanidad, es cierto. Pero el español también. Y la idiotez supina del segundo explica la grandeza del primero. En cinco mil años de historia de la moneda dura, sólo los españoles lograron generar inflación en oro e ignorando cómo utilizar el metal más dúctil del planeta lo mal vendieron a sus sepultureros.
Ki: ¿Qué rol jugó Argentina en la pugna de los Imperios? ¿Alguna vez escapó de los poderes globales?
Morás: La consolidación de los imperios guarda relación directa con la superposición y el reemplazo de grupos dominantes, por eso mismo durante la mayor parte de la historia existieron tensiones, contrapesos, rispideces que hoy en día ya no son tan nítidas aunque siguen existiendo. Los periodos de globalización se caracterizan por cierto consenso de élites. La época que vivimos no es muy innovadora que digamos. Hay precedentes desde el panhelenismo alejandrino. Alejandro Magno intentó absorber las respectivas culturas de sus dominios en una sola, con la griega como eje rector. Pensaba que para perpetuar un mega-Estado era fundamental que sus habitantes no sólo tributen al mismo Rey, sino que recen a los mismos dioses y vivan de un modo similar. Paradójicamente Alejandro fracasó y su temprana muerte marcó el fin de su pujante proyecto, inmediatamente descuartizado por sus sátrapas (gobernadores).
Aquí, por el contrario, siempre hubo una clase dominante subsidiaria de la hegemonía global de turno. Esa misma inquietud, la del gobierno global sobre una sociedad global, impulsó la cristianización forzosa de las colonias romanas, resultando una de las causas de la debacle latina. La economía romana era, al igual que la española, una economía de guerra con su cuota de proselitismo y asistencialismo (Panem et circenses), fundamentada en el saqueo bélico y la posterior tributación de los conquistados, ergo un sistema rentístico de escaso desarrollo comercial y productivo. Pero el contrato tácito que hizo a Roma grande y sostenible se basó en tributos bajos y libertad de costumbres para los pueblos dominados. La cristianización forzosa rompió ese esquema y liquidó a sus inventores.
Curiosamente, muerta Roma de Occidente y muerto el Sacro Imperio Romano Germánico la élite eclesiástica no sólo sobrevivió sino que logró convertirse efectivamente en el gobierno global que Constantino soñaba, dominando con puño de hierro la miserable vida de tres cuartas partes de los europeos durante el Medioevo, con mandos militares unificados, leyes superiores y costumbres obligatorias. Algo no tan diferente a la Unión Europea, por cierto.
En lo que a nosotros respecta, país joven, nunca escapamos del esquema de colonia perpetua. Argentina pasó de ser virreinato español a factoría británica, engendrando una oligarquía pseudo-aristocrática diligente para lo que mande el patrón. En un principio las Provincias Unidas, en constante guerra civil y sin entidad propia, no cortaban ni pinchaban. Fue la región más pobre del continente luego de ser un territorio virtualmente prescindible para Austrias y Borbones, que ni se esforzaron en defenderlo.
No obstante, durante la consolidación del “Estado Nacional” se sella un pacto faústico con los británicos, que ya tenían hipotecado al país desde del día uno. A partir del gobierno de Mitre Argentina se transforma en una suerte de bastión victoriano en el sur, joya de la Corona. Y la élite local hizo de aquella circunstancia un negocio muy redituable desde 1860 hasta 1930 aproximadamente.
Ki: En esa consolidación del vasallaje británico tiene un fuerte rol la Masonería, ¿verdad? Por ejemplo, la renuncia de Urquiza que le otorga a Mitre la batalla de Pavón sin ser realmente un triunfo militar de este último.
Morás: Creo que la importancia de la Masonería tiende a sobredimensionarse o a infravalorarse y la verdad es intermedia. La dinámica de las logias permite tejer fuertes redes de personas con acceso al poder. Desde luego tuvo un rol preponderante, incluso en la propia independencia, como te decía. La Logia Lautaro, fue una eminente necesidad británica para finiquitar al Imperio español, por entonces jaqueado por la invasión napoleónica. Surgió en Londres y estaban todos: O’Higgins, Bolívar, San Martín, etc. Lamentablemente los países nacientes quedaron fuertemente condicionados. Y el nuestro no escapó a la regla. No en vano los empréstitos de la Baring Brothers a Rivadavia. No en vano Rosas se exilió a la Rubia Albión luego de garantizarles un cuarto de siglo de monopolio comercial gracias a su manejo unitario y antojadizo del puerto de Buenos Aires. Tristes preludios de lo que vendría después.
Ki: De ahí la necesidad de aplastar a los caudillos del interior de manera brutal.
Morás: Exacto. Los caudillos eran déspotas feudales que obstaculizaban a los déspotas ilustrados, irónicamente más sanguinarios, como Sarmiento. Urgía liquidarlos en pos de la cruzada civilizatoria del Positivismo. Temple, Russel, Stanley, Disraeli y Gladstone instrumentaron a la Argentina como una herramienta complementaria de su tradicional alianza con el imperio portugués para influir en América del Sur. Recordemos que Brasil no tuvo independencia, sino que la corona lusitana (tradicionalmente aliada a Londres) escapa de la invasión napoleónica y se instala en Brasil. Más adelante Pedro II y el vasallo de Mitre invaden Paraguay y comienza un nuevo orden donde Sudamérica es un satélite clave de Gran Bretaña. Con la Campaña del Desierto, se profundiza la instauración de la ingeniería social positivista por parte de Julio Argentino Roca, continuando el deber de Mitre, Sarmiento y Avellaneda y algunas líneas teóricas que dejó el propio Alberdi.
No deja de ser curioso que adeptos y detractores llamen a Alberdi el padre del liberalismo argentino cuando es el más fiel exponente de la utopía republicana, una forma de dirigismo ingenuo que cree que plasmando unas bonitas palabras en el papel se construirá una sociedad en consecuencia mientras el monopolio estatal se auto-regula y la gente es cándidamente feliz. Alberdi no leyó o hizo caso omiso a Herbert Spencer (El Hombre Contra el Estado) o a Lysander Spooner (Sin Traición: La Constitución sin Autoridad). Liberales contemporáneos suyos que advertían ya la debacle del parlamentarismo y de la ingenuidad constitucionalista respectivamente. Ejemplo de ingenuidad alberdiana: “El Gobierno federal promoverá la Inmigración Europea (…)”. Y se sentó a esperar que mágicamente anglos y galos florezcan de las pampas. Por el contrario vinieron italianos, españoles, polacos y árabes a los que hubo que disciplinar a través de maravillas estatistas como la Ley 1420 de adoctrinamiento forzoso o la esclavitud militar para que sus hijos maten indios y la clase dirigente pueda obsequiarle latifundios a los Blanco Villegas, Martínez de Hoz, Menéndez Behety, Álzaga Unzué, Alsogaray, Braun, etc…
Las ideas de la Generación del 80 son la antítesis del Orden Espontáneo, del autogobierno de los individuos y la soberanía de los pueblos que emana de lo anterior, de la libertad de asociación y hasta de la propiedad privada. Se trata a su vez de la génesis de esta estúpida pretensión que ciega a algunos argentinos hasta el presente, la de imitar a los “países serios/ricos/desarrollados”. Sólo se puede ser Europa saqueando al prójimo durante siglos, sometiéndolo y exterminándolo llegado al caso. Y cultivando al mismo tiempo una magistral hipocresía. Algo que los liberales de ese tiempo, tanto europeos como americanos, entendían bien. Cito a Spencer en sus cartas a Kaneko Kentaro y en respuesta a una consulta sobre la “modernización japonesa” en 1892: “Mantenga a británicos y estadounidenses lo más lejos posible de su país”.
Ki: Pero a las familias que citás les fue muy bien.
Morás: La élite local se enriqueció exponencialmente gracias al reparto gubernamental de tierras conquistadas, como te decía. Pasaron de la irrelevancia a la centralidad. Sus commodities gozaban de excelente cotización porque eran insumos imprescindibles para la Segunda Revolución Industrial. Esta etapa es interesante porque demuestra que el capitalismo decimonónico, tal como aducía el liberal Richard Cobden, no se basaba en el libre cambio sino un arbitraje mercantilista y extractivo por parte de las metrópolis. O sea, la transferencia forzosa y planificada de lo que le robaron a los africanos, asiáticos y latinoamericanos hacia los industriales europeos y en menor medida norteamericanos. Argentina prosperó con ese esquema, alcanzando la cima de los índices económicos para 1895, como les encanta recordar a José Luis Espert y a Milei, pero jamás logró desendeudarse y la infraestructura del país era dominada monopólicamente y a fuerza ley, por británicos.
Otro género de bobos que se visten de revisionistas cuentan que Carlos Pellegrini era sobrino del liberal inglés John Bright como si ese fortuito vínculo sanguíneo ratificara que aquí había un modelo liberal. Deberían ocuparse de estudiar la vida y el pensamiento de Bright (Escuela de Mánchester) para caer en cuenta de que combatió absolutamente todo lo que aquí representaba la Generación del 80, pero desde el seno de la metrópoli y no sin sufrir censura y persecución. El caso es que para el Crack del 29, cuando la hegemonía británica ya no es indiscutible, el modelo ochentista se esfuma. El Banco Central, creado en 1935, es un síntoma de la desesperada búsqueda de salvación por parte de unos oligarcas que comenzaban a sentirse huérfanos.
Ki: Al poco tiempo comienza a desarrollarse la Industria Nacional.
Morás: Cuyo origen y continuidad tiene que ver solamente con el fracaso agroexportador y carece de méritos propios. Al punto que 90 años más tarde, rozando el 2020, Argentina sólo vende granos. Y para colmo, transgénicos y de monocultivo. De 1930 a 1960 aproximadamente aparece en escena una burguesía industrial radicalmente incompetente, prebendaria hasta la médula, subsidiada de mil y un maneras y cuya existencia sólo trajo más explotación y pesar para los consumidores (ergo, la clase trabajadora) cuyo poder adquisitivo y capacidad de ahorro decayeron de manera gradual pero ininterrumpida. Argentina es un ejemplo perfecto de que el proteccionismo jamás incita a fortalecerse o capitalizar, sino que es una manera de que un país sea depredado por dentro, del mismo modo que el mercantilismo planificado en favor de Imperios lo depreda desde fuera. Tanto las corporaciones extranjeras en el país como las de capitales nacionales tienen una tasa de capitalización ínfima.
¿Para qué invertir si pueden parasitar a su gusto a los mercados cautivos, que repito, somos nosotros, la gente de carne y hueso?
• No podemos generar competencia interna por el costo brutal de las regulaciones draconianas y los impuestos confiscatorios que se fueron instalando, uno tras otro, con independencia del signo político o militar que gobernase. Costos que la oligarquía carga a precios y hieren mortalmente el sueño de independencia de cualquier laburante que quiera tener su propio negocio o de cualquier Pyme que busque crecer.
• Tampoco podemos optar por importar mejores productos gracias a los aranceles (inamovibles e inalterables) y las fluctuantes restricciones al comercio exterior.
• No podemos si quiera ahorrar y estamos obligados a consumir porque nuestra moneda no vale nada. Sueño del Fordismo, llamado Keynesianismo por los políticamente correctos. Que los obreros compren lo que producen y entonces los salarios sean gratis. Celular nuevo y split en quinientas cuotas cuando hay vacas gordas, hambre en el peor momento, casa propia jamás.
Somos esclavos, además, de licencias y concesiones oligopólicas de todo tipo: En las telecomunicaciones, en las líneas aéreas, en los medios de prensa/propaganda, en el transporte de pasajeros, en la sanidad, en los bancos, obra pública y en muchos otros sectores. Las contadas privatizaciones que vimos en los 90s no consistieron en liberalizar absolutamente nada, sino en trasladar monopolios del Estado a las castas parasitarias para-estatales. No en vano fueron acompañadas de subidas de impuestos (la más insigne el IVA, que Cavallo pasó del 18 al 21% “provisoriamente”), subida del gasto social (los planes de Menem, típico asistencialismo apoyado por industriales decadentes que quieren más consumo) y muchísima deuda. Y así Argentina fue colapsando con la absoluta complicidad de su burguesía parasitaria y varias multinacionales nefastas. Llegamos a un punto cúlmine de degradación y sometimiento con este gobierno, que gerencia sin chistar los intereses globalistas, calcando las órdenes con puntos y comas.
Ki: Jorge Beinstein hablaba de la lumpen-burguesía caracterizando a Macri, tanto por procedencia como por su acción de gobierno, como un exponente paradigmático de una fase estertórea final de cierto capitalismo decadente y degradado.
Morás: Para mí, el sistema argentino es de un capitalismo ultra-cartelizado que por las razones que expliqué guarda una relación simbiótica con el Estado gigante, hipertrófico y omnipresente. Una realidad inviable que imposibilita cualquier forma de desarrollo. Pero como veníamos hablando, para ciertos intereses, un país con bastantes recursos, una ubicación estratégica y un territorio extenso no tiene por qué prosperar. Creo que sobran pruebas de que el aniquilamiento argentino es deliberado y trasciende por mucho al peronismo, contra los que pretenden simplificar la cuestión para auto exculparse de su enorme responsabilidad en este proceso. Peronistas, sí. Radicales, también. Militares. Pseudoliberales. Todos pusieron su granito de arena.
Ki: Un país exportador de cerebros e importador de tecnología. Algo está mal. ¿Por qué Macri corona el proceso que describís?
Morás: Macri resultó el envase propicio, el candidato amorfo que podía canalizar la indignación de esa masa que protestaba en los cacerolazos. Respecto a la primera movilización, de la cual participé, escribí un artículo en octubre del 2012, advirtiendo que me preocupaba que esa enorme cantidad de gente no tuviera la menor idea de cómo quería remplazar al kirchnerato. Algunos clamaban con justa causa contra la inflación o el cepo cambiario, otros se masturbaban con delirios institucionalistas y el resto se quejaba de los modos discursivos de los funcionarios, mientras algunos perturbados preferían chillar por mano dura para los cabecitas negras. La ausencia de nociones básicas sobre economía, política, geopolítica, historia e incluso sobre la misma realidad en la que vivían condenó a esa gente a elegir a Macri, el oligarca prebendario por excelencia indigente de valores y de ideas pero con buen marketing. Y Macri cumplió, imponiendo un programa ajeno. La tendencia hegemónica actual consiste en internacionalizar marcos legales sin reparar en las diferencias de cada país, porque el objetivo es generar un modelo único a medida de una élite suprema que migra de capitales con la misma rapidez que trasviste sus convicciones.
El gobierno de Macri se resume en cinco ejes:
1) Deuda externa. No es nada nuevo. Con la excusa de mantener el gasto público demencial del que bebe la misma oligarquía prebendaria, condicionar a perpetuidad la política doméstica para que siga en la dirección que quieren los que mandan en el mundo. Una tendencia de la que no escapa Estados Unidos, cuya deuda triplica su PBI, cuadruplicando en proporción a la argentina.
2) Cartelizar aún más sectores clave, como es el caso de la energía donde Mindlin hace de testaferro de un ciudadano global ejemplar: el gran amigo de Macri, Joe Lewis.
3) Bancarizar / Perfeccionar la Fiscalización. Para sostener el capitalismo financiero delirante y psicótico en el que vivimos es imprescindible la moneda fiduciaria. Y la más fiduciaria de todas es la moneda electrónica, que es la que otorga a los bancos el poder absoluto sobre la vida de la gente y al mismo tiempo permite la vigilancia perfecta a los ladrones del fisco. Mirá cómo sanciona Trump a los compradores de petróleo iraní. A través del monopolio mundial de transferencias internacionales, SWIFT. Acá tenemos el MEVEN de Afip, la robotización de este sistema cuasi soviético para perseguir a la gente que trabaja de verdad, la pretensión distópica de obligar a los plomeros a que ofrezcan posnet. Digitalizar el dinero, sistematizar el corralito, esclavizar a la gente. El tema es que la Argentina sigue existiendo, aunque lánguidamente, porque la gente evade. Y no exagero un ápice. Cualquier kiosquero lo sabe. Cuando sea literalmente imposible evadir los impuestos más altos del mundo, un tercio de la población morirá de hambre, el Estado quebrará por Curva de Laffer y no tardaremos en ver banderas estadounidenses y chinas a lo largo de las provincias. No en vano sus bases rodean Vaca Muerta ¿No?
4) Por supuesto, la Represión. Ahí la tenés a Patricia Bullrich, que es con diferencia la ministra que más contribuyó a la maldita “Modernización”. Armamento de primera. Pegasus, que es sinónimo de importar la vigilancia masiva a teléfonos celulares y computadoras. Las cámaras inteligentes. Armamento de última generación.
Y todo oficialmente subordinado a los intereses policiales y militares de Estados Unidos e Israel.
5) Por último, y en estrecha relación con lo anterior, implantar la Ideología de Género. No sólo es el pañuelo verde de Bullrich. Es Larreta admitiendo que gracias a sus estadísticas truchas que dicen que el 100% de las mujeres fueron acosadas pudo triplicar el número de cámaras en Buenos Aires y prohibió a los trapitos. Son las cárceles mendocinas superpobladas por hombres pobres denunciados falsamente por violencia de género y detenidos ¡sin condena! en condiciones infrahumanas. Es el proyecto oficialista de Reforma del Código Penal que con la perorata de género aumentará las penas para todos los delitos cometidos contra mujeres y limitará las de por sí pocas garantías procesales que nos defienden de los abusos del Estado. Pero es por sobre todo un dogma eugenésico.
El año pasado les demostramos a sus lectores por qué la totalidad de las cúpulas partidarias intentaron imponer el aborto, en medio de la crisis feroz y al poco de recibir los primeros dólares del FMI. Es imprescindible en todo el planeta que la gente deje de tener hijos, en virtud de esta distopía tecnológica que destruye muchos más empleos de los que crea al tiempo que intenta imponer una cultura de promiscuidad huxliana para disimular la absoluta ausencia de libertad sexual real. Ahí están los veinte centros de hormonización de Heidi Vidal, donde se castra químicamente incluso menores de 9 años. Ahí está el adoctrinamiento en las escuelas promovido por Lanata. Y todo de la mano de un gobierno supuestamente “derechista” o “conservador”. La Democracia del pensamiento único.
Ki: Un presente tétrico. Pero volviendo al pasado ¿Te imaginás una historia argentina diferente?
Morás: No me gusta la contra fáctica, pero sin duda distinto hubiera sido el cantar si le hubiéramos hecho más caso a Moreno que a Rivadavia. Si hubiera prevalecido la impronta de los liberales “exaltados” de las Cortes de Cádiz, si hubiese rodado la cabeza de Fernando VII, la historia hispanoamericana hubiera sido diferente. Sin duda. Los liberales consistentes fueron muy pocos, pero valían por muchos. Un caso paradigmático es Mariano Moreno, y otro, pero peninsular, es Isidoro de Antillón. Moreno era una gran persona. No sólo era un abogado brillante, que como el gran Thomas Paine en su día, sacrifica lo propio por la gesta emancipadora. Fue el primer periodista de esta tierra con su Gazeta de Buenos Ayres, tan lejana de lo que ahora proponen como “periodismo objetivo” los mercenarios impúdicos como Majul o Alconada Mon. Era un tipo genuinamente comprometido con sus ideas. Moreno propone ir mucho más allá de abolir el sistema de castas, aboga por la igualdad real de derechos sin prerrogativas de raza, ni de sangre (adiós aristocracia) ni de nacimiento. Nadie es más que nadie, el mismo lema de los exaltados. Un punto de vista tan lejano al lacayo borbónico Saavedra como a la peligrosa idea revanchista de revertir los privilegios, plasmada tanto en el movimiento indigenista actual de los mapuches con sede en Bristol como en la descabellada Monarquía Inca testimonial que propuso Belgrano con el visto bueno Londres.
Tupac Amaru, contra lo que uno podría pensar, apostó décadas antes por lo que quería Moreno. Equidad real. Curiosamente Moreno y los exaltados, que no tenían mayores lazos entre sí que las coincidencias intelectuales, estaban obsesionados por fundar su mundo nuevo en los derechos naturales, inalienables a la condición humana, que no necesitan reconocimiento ni aprobación del poder político para existir y cuya defensa legitima toda rebelión. Diametralmente opuesto al constructivismo de Mitre, Sarmiento y demás runfla. Moreno y Antillón eran anti-clericales pero no jacobinos. Ambos proponían quitarle el poder político a la Iglesia, disolver la Inquisición y castigar sus crímenes, pero su laicismo no implicaba imponer el ateísmo a sangre y fuego. No en vano el primer litigio de Moreno es en representación de sacerdotes y contra los excesos del obispo Benito Lué.
Moreno pretendía un comercio libre pero de verdad. En La Representación de los Hacendados queda claro. Moreno y Martín de Álzaga intentaron el primer levantamiento patriota en 1809, motivados inicialmente por su rechazo al nombramiento del joven Rivadavia como alférez real y reprimidos a continuación por el entonces coronel Saavedra. Estaba verdaderamente convencido de la independencia como un bien moral. No se puede decir lo mismo de otros miembros de la Junta. Pero su misión era superior, quería liberar a los hombres de todo yugo que los oprima, pensaba en la integración de los nacientes países y le preocupaba sabiamente que los nuevos gobiernos resultaran tan nefastos como los virreyes depuestos, tanto por el comportamiento dictatorial de Saavedra como por la masonería pro-británica más interesada en enriquecerse que en liberarse.
Prueba de ello es la noble advertencia que nos dejó: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía”. Moreno murió asesinado rumbo a Londres. No iba a mendigar, como dicen algunos hispanistas trasnochados, sino a reclamar los tesoros robados en las invasiones inglesas. Y Antillón pagó lo suyo, fue asesinado por realistas con la restauración monárquica, expusieron su cuerpo en plaza pública, luego lo incendiaron y esparcieron sus cenizas. Los finales trágicos son una constante para los buenos liberales. Pero si no fuera por ellos muy probablemente estaríamos, hoy por hoy, aún peor de lo que estamos.
José Gervasio Artigas se consideraba hijo de Paine, no sólo en lo referente a la emancipación sino también en sus ideas sobre el federalismo como contrapeso al poder central y en el agrarismo. Paine propone, acorde a la justificación lockeana de los derechos de propiedad, que la tierra no debe considerarse propiedad plena de quien la explota, aunque le pertenezca a aquél y le corresponda disponer íntegramente del fruto de su trabajo. Pero la tierra que no se trabaja no es de nadie, y en ello reside la crítica liberal al latifundio.
¡Francisco de Miranda! Miranda no sólo leyó a Paine, lo frecuentó. Y a la par suya luchó en la Revolución Americana de 1776 contra Gran Bretaña sin ser norteamericano, y en la Revolución Francesa contra Luis XVI sin ser francés, donde ambos corrieron la misma suerte, siendo arrestados poco más tarde por el Tribunal Revolucionario de Danton por plantar cara a los excesos jacobinos. Francisco de Miranda, en la cárcel Miranda no titubeaba a la hora de citar a Locke o a la proclama regicida del escolástico Juan de Mariana. Y lo más importante, otra vez, se atrevió a transformar cada una de sus palabras en acciones concretas. Con casi sesenta años de edad embarcó al mando de tres barcos y menos de 200 hombres a liberar su patria, en palabras de Napoleón, como “Un Quijote ligeramente más cuerdo”.
Él es el padre de la independencia hispanoamericana y no el infeliz de Bolívar, un traidor deleznable que se deshizo de Miranda, su maestro, entregándolo al enemigo para poder proseguir con su ambición tiránica y dictatorial, finalmente concretada. Luego queda rescatar las luces y sombras de personajes como Alberdi, que no fue un gran liberal pero quizás actuaba de buena fe. Pese a su admiración casi erótica hacia Inglaterra se opuso fervientemente a la Guerra del Paraguay. Si bien es cierto que no denunció la injerencia británica, se movió tanto para presionar la retirada argentina que Mitre y Sarmiento lo calificaron de “traidor a la patria” y “enemigo del progreso”.
Ojo, no sólo faltaron liberales en Argentina. Tampoco existieron socialistas destacados hasta las postrimerías del Siglo XIX. Se habla de Echeverría pero es un socialismo sui generis, flojo de papeles. Curiosamente los fundadores del Partido Socialista argentino tenían ideas más liberales que los autodenominados liberales. Alfredo Palacios denunció ferozmente las medidas proteccionistas con los mismos argumentos que yo te planteo, abogando por el laissez faire en favor de los trabajadores, de los inmigrantes y de los marginados y como un recurso indispensable para desconcentrar la riqueza de la oligarquía. Más tarde Juan B. Justo se opuso al asalto infame del Banco Central, criticando la inflación como un impuesto oculto para despojar a los asalariados, a los más débiles. Nada de esto es casual, porque aquellos socialistas leían y creían en su lucha, a diferencia de los actuales. Intuyo que se basaban en una interpretación más o menos libre de Thomas Hodgskin y los socialistas ricardianos, un movimiento clave de la revolución inglesa de 1830 que postulaba que sólo a través del mercado libre sin privilegios puede alcanzarse una distribución casi perfecta de la riqueza, porque la competencia es enemiga de los ricos y el ahorro favorece la emancipación de los trabajadores. Quién diría que una versión tétrica de aquel Partido Socialista hoy (nar)co gobierna Santa Fé, con políticas represivas idénticas a las de Bullrich incluso antes de Bullrich, metiendo presos perejiles por tres porros. Y en complicidad pública y notoria con una mafia rosarina de lobistas pseudo-liberales autodenominada Fundación Libertad, cuya única razón de ser es gestionar negocios y prebendas para pools sojeros o financistas de la burbuja inmobiliaria.
Las ideologías están muertas, sí. Porque han sido asesinadas.