Andrei Ilich Fursov es uno de los más destacados historiadores y sociólogos rusos contemporáneos. Es autor de más de 400 trabajos científicos, centrados en la metodología de los estudios histórico-sociales, teoría e historia de sistemas sociales complejos, particularidades del sujeto histórico, fenómeno del poder, la lucha mundial por el poder, la información y los recursos. Fursov es miembro de la Academia Internacional de Ciencias de Innsbruck (Austria), Director del centro de estudios rusos de la Universidad Humanitaria de Moscú, Director del Instituto de Análisis Sistémico-Estratégico y Jefe del Departamento de Asia y África INION RAN.
En la presente entrevista, la primera para un medio de habla hispana, Fursov respondió a las preguntas de Marcelo Ramírez, director de contenidos de AsiaTV*, quien cedió el material a Kontrainfo para su publicación por escrito.
MR: El mundo está abandonando los Estados como factores únicos de poder y surgen otros no territoriales, como son las megacorporaciones y los grupos financieros que las controlan. Mucho se ha especulado sobre que vamos hacia un gobierno mundial, controlado por corporaciones dependientes de un puñado de familias multibillonarias, donde las coronas, como la británica, siguen teniendo una importancia central. ¿Cómo está formada la verdadera arquitectura que controla el mundo, más allá de los organismos formales en forma críptica?
A.F.: Para contestar a esa pregunta de una manera detallada necesitaría dictar toda una conferencia, por eso voy a intentar de responder en breves palabras. Sí es verdad que los Estados nacionales se van al pasado, para ellos es muy difícil competir con las corporaciones transnacionales, inclusive los Estados grandes, tales como los EE.UU., China y Rusia, no disponen de soberanía completa, ya que hay una serie de limitaciones para su soberanía de carácter objetivo en la situación actual.
Sin embargo, cuando hablamos de los globalistas, no todos ellos son parejos. Podemos destacar por lo menos dos grupos. El primer grupo lo forman los globalistas moderados. Ellos consideran que el Estado debe quedarse como criado de estructuras como el Banco mundial, el Fondo Monetario Internacional y algunas otras, y que deben ocuparse de problemas de la población local que esas estructuras globalistas no pueden solucionar. El segundo grupo, que yo llamo globalistas radicales, considera que el estado no debe existir y que el mundo debe estar compuesto por unas cuantas megacorporaciones, tipo Gran Compañía Británica de las Indias Orientales o de una serie de Grandes Venecias, que se ponen de acuerdo entre sí y que no hay lugar para Estados. Claro está que un mundo tal, un mundo ultraglobalista, puede surgir solo si desaparecen los EE.UU., China y Rusia, y en ese sentido, el presidente Trump es una persona que se opone a esa perspectiva. Él representa la línea del globalismo moderado y se preocupa por el desarrollo industrial propio del Estado. Trump no es nada nuevo, simplemente trata de frenar la ruina del sistema capitalista debido a que el capitalismo financiarizado ya no es capitalismo como tal.
El dinero, como se sabe, tiene 5 funciones, pero si se puede imprimir cualquier cantidad de dinero… Imagínense lo que hicieron con la crisis de 2008, que fue inundada por una enorme masa de dinero, quiere decir que ya no es dinero es algo diferente. En ese sentido si no nos atrevemos a decir que el sistema capitalista vive sus últimos años, con toda seguridad vive sus últimas décadas y ya tiene otro aspecto cualitativo. Cuando hablamos del sistema capitalista no podemos simplificar su contenido. El capital como tal existió antes del capitalismo y va a existir después. Es un sistema social bien complicado que asegura la acumulación constante y la expansión del capital, pero también lo limita en sus intereses esenciales y a largo plazo. Esas limitaciones son: el estado, la sociedad civil, la política y la educación masiva. Y si nos fijamos en lo que está ocurriendo en el núcleo del sistema a partir de mediados de los anos 70 será exactamente el desarme del estado. Los anglosajones lo llaman “failing away of nation state”, o sea, la disolución del estado-nación. La política ya se convirtió en una combinación de negocio del espectáculo y el sistema administrativo, la sociedad civil se restringe y la educación se descompone por todos lados. O sea, se rompen precisamente las limitaciones del capital que forman el propio sistema capitalista. En otras palabras, el capital se deshace de las restricciones del sistema capitalista. ¿Que es lo que lo reemplaza? Jacques Attali dijo que viene la economía global de distribución de los bienes con el control sobre los recursos y sobre la conducta humana. A propósito, es curioso que el pionero aquí es China con su sistema de clasificaciones sociales, contra el que el Gran Hermano de Orwell no tiene chance.
MR: En EE.UU. se ha generado una ideología conocida como queer que con diferentes variantes está desembarcando en todo Occidente y enfrenta a los habitantes entre sí, despojando a la izquierda de su ambición de cambios estructurales para enfocarse en temas de género. ¿Por qué han introducido esta ideología, que papel cumple en clave geopolítica y que riesgo entraña?
A.F.: Si hablamos de la ideología queer, o de todo este movimiento, tenemos que recordar que en la primera mitad de los anos 60 surgieron cuatro movimientos que ideológicamente minaban el movimiento de izquierda. Es el movimiento de la subcultura juvenil – rock, sexo, drogas -, el movimiento feminista, el ecologista, y por último el movimiento de minorías sexuales. ¿Cual es el objetivo de todos esos movimientos? Primero consiste en desunir a la sociedad, desunir a los opositores del sistema, sustituir los problemas de clases sociales por los problemas de relaciones con la naturaleza, relaciones entre hombres y mujeres, entre mayores y menores, ocultando el conflicto principal entre los que poseen y los que no. Además están rompiendo la estructura social de valores que se formó en los últimos 200-250 anos.
Por ejemplo, ¿para qué necesitamos el ecologismo? Claro está que lo usaron para mover parte de la industria al tercer mundo porque de veras envenena la naturaleza y vamos a quitarla de los EE.UU. y Europa. ¿Por qué no trasladar la industria automotriz desde Detroit a Corea del Sur? Sería mucho más lucrativo porque en aquel entonces en Corea no había sindicatos fuertes. Pero había otra razón para realizar ese tipo de traslado industrial. Fue como dar un golpe fuerte contra la clase obrera cuya posición se fortaleció significativamente durante tres décadas después de la guerra. Entonces el ecologismo como ideología o cuasi ideología sirvió para justificar el traslado industrial al tercer mundo y resultó como en billar meter con un solo golpe dos bolas en un bolsillo – aumento de ganancias y debilitamiento de la clase obrera.
Todos esos movimientos, tenían por objetivo debilitar el movimiento obrero. La así llamada “nueva izquierda” fue una forma para acabar con el movimiento de izquierda tradicional, y como se sabe después del año 1991, el movimiento de izquierda declina bruscamente. Como leí recientemente en la revista “Le Monde Diplomatique”, el Partido Comunista Francés en 2020 cumple 100 anos y en el artículo se pregunta si el partido comunista francés va a sobrevivir esos 100 anos…
MR: Ud. habla de que cambiar las letras rusas por latinas es más que una cuestión cultural, sino que se trata de una acción psicohistórica, tomando los términos de Isaak Asimov. Que tiene como objeto implosionar la cultura y la matriz psicohistórica. En Argentina, al igual que en buena parte de Occidente, estamos viviendo algo similar cuando se modifica nuestro lenguaje. Se ridiculizan y profanan nuestros símbolos religiosos y patrios, ¿estamos bajo el mismo tipo de ataque cultural? ¿cómo podemos enfrentar a un enemigo invisible que seduce a nuestros jóvenes con estas técnicas?
A.F.: Claro está que se trata de una agresión cultural. Sin embargo, a nuestro enemigo apenas podemos llamarlo invisible dado que parece ser obvio quien estaría interesado en romper la tradición histórica y cultural. A mediados de los años 50 cuando Nelson Rockefeller patrocinaba activamente la pintura abstracta un conocido de él le pregunto: “Nelson, como puede ser que te guste esa porquería?”, Rockefeller le respondió: “Bueno pues, algo me gusta, pero no es esto lo que tiene la importancia. Con la pintura abstracta nosotros vamos a destruir, minar las tradiciones nacionales, lo que esencial para la creación de una cultura universal única”. O sea, se trata de sustituir las tradiciones o códigos nacionales que difieren cualitativamente de una cultura global promediada. Y no solo la cultura: observamos que aparecen seres “promediados” en el sentido de género, que no son hombres ni mujeres, o sea, se trata de crear algo… crear seres humanos que no tienen cualidades.
¿Qué es lo que podemos contraponer a esto? Naturalmente tenemos que defender la tradición nacional, tenemos que desarrollarla y mostrar a la generación joven que aquí no puede haber bagatelas. En ese sentido la situación para los países como Argentina y Rusia, por ejemplo, es más fácil y más complicada al mismo tiempo que para los países islámicos o China. Lo que pasa es que estos están protegidos por una tradición que difiere fundamentalmente de la tradición occidental. No pasa lo mismo con Argentina y Rusia. Estos son parte de la tradición europea. De ninguna manera quiero identificar Europa con el Occidente. Es que la versión occidental de la civilización europea no es la única. Hemos tenido una civilización europea antigua, una civilización occidental franca, como se decía, y una civilización nororiental rusa, que son diferentes versiones de la civilización europea o sub civilizaciones. Parecido puede ser el caso de la civilización latinoamericana, que es una mezcla de la cultura india con la romana católica. O sea, se trata de un solo código que se puede virar a su lado, pero por otra parte, hay cantidad de problemas. Repito que para los musulmanes y los chinos es más fácil hacer la guerra psicohistórica. También debo mencionar que esas guerras no se ganan con la defensiva sino solo con la ofensiva.
Y cuando me preguntan cómo hay que reaccionar cuando se ridiculizan y profanan nuestros símbolos religiosos y patrióticos, no solo tenemos que defender nuestros símbolos sino también mostrar la falta de contenido y las limitaciones socioculturales de lo que se nos promulga. Claro está que tenemos que mostrar el carácter de la lucha de clases que está en el fondo de la cultura global que se impone porque esa cultura, si la podemos llamar cultura, es una cultura de acaparadores y usureros globalistas. Es que ella no tiene contenido. Una vez Karel Čapek en su novela “La guerra de las salamandras” hablando de ellas que era el símbolo de falta de espiritualidad dijo que venían como miles de máscaras sin caras detrás. Esa cultura es débil, no tiene cara, solo mascara como en las películas sobre Fantômas. Mientras que la cultura nacional si tiene su cara y hay que protegerla.
MR: Ud. ha dicho que EE.UU. cometió el error de no aniquilar a Rusia y no lo hará de nuevo, que están entonces ante una guerra de supervivencia. ¿Esa guerra se dará en términos culturales, económicos, sociales, pero no militares, debido a la capacidad mutua de destrucción de ambas naciones?
A.F.: Si, la variante más probable. Es una guerra a nivel cultural, económico, financiero y organizativo. Simplemente porque una sociedad desorganizada no puede ofrecer resistencia. Eso lo observamos en el caso de la Unión Soviética. Era un sujeto dualista que destruía a la Unión Soviética. Por una parte, eran los grupos dentro del país con el interés de convertirse en propietarios y que no podían lograr ese objetivo sin ayuda del capital occidental. Al mismo tiempo había una parte del capital occidental que tenía interés de arruinar la URSS, pero había otra parte interesada solo en aflojarla. Ninguno de los dos podía lograr su objetivo por si solo y entonces los esfuerzos combinados de este doble sujeto llevaron a la destrucción del país. El principal instrumento con que se hizo la destrucción era la desorganización, o sea la utilización del arma organizativa.
Por ejemplo, en el año 1986 se aprueba la ley sobre la actividad laboral individual. Parece excelente, a la gente se le da la oportunidad de ganar más, pero se establece el impuesto de 65%! Claro está que la gente no lo iba a pagar y que la economía iba a pasar a la sombra. Fue en esa sombra donde se encontraba con los criminales y donde comenzó la explotación criminal del negocio. Resulto que la ley sobre la actividad laboral individual se convirtió en el instrumento para el lavado de dinero criminal a la sombra. Otra ley que salió más dura todavía fue la ley sobre la empresa estatal. Esa entró a la fuerza el primero de enero de 1989 para unas 200-250 empresas. Otra vez, al parecer magnifica propuesta. Algunas de esas empresas obtuvieron la oportunidad de salir al mercado internacional y convertirse en agentes en ese mercado. ¿Y como salió en realidad? Los productos de esas empresas se vendían por dólares que se volvían a la URSS, se convertían en rublos aumentando la oferta de los mismos de una manera brusca. Antes el balance entre la masa en efectivo y la oferta de dinero no en efectivo estaba respetado igual que el balance entre la oferta del dinero y la mercancía. Que es lo que paso… apareció un montón de dinero y la gente saltó para comprar todo lo que había. Comenzó con cosas pequeñas, como detergentes, sal, azúcar. En un solo año los contadores estaban vacíos y el sistema financiero resultó en quiebra. Por eso podemos caracterizar el fin del 1988 como el punto de no retorno.
Hablando de la guerra cálida tenemos una serie de limitaciones. En general los EE.UU. hubieran podido arriesgarla, pero hay posibilidad de recibir un golpe inaceptable dado que Rusia es la única fuerza que puede causar daño inaceptable para los EE.UU. También existe el factor de China, que habría ganado si un choque como este se produjera. Por eso creo que el golpe principal del Occidente contra Rusia sería en la forma de guerra organizativa incluyendo ataques financieros, sociales, políticos, psicológicos y culturales.
MR: Ud. afirmó cuando llegó al papado Francisco, que EE.UU. estaba decidido a terminar con los líderes populares regionales y el argentino sería una herramienta para ello como Juan Pablo II con el comunismo. A poco menos de 5 años, Francisco se ha transformado en un crítico del liberalismo, de la cultura globalista impulsada por Occidente, y se ha transformado en un actor clave para un frente ecuménico con la Iglesia Ortodoxa Rusa y con el chiismo basado en Irán y busca acercarse a China. En la Argentina, hoy está tratando de unir la oposición frente al proyecto liberal del presidente Macri. ¿Cuáles son sus reflexiones sobre este tema luego de 5 años? ¿ha cambiado su visión sobre sus objetivos?
A.F.: Bueno pues, es posible que hace 5 años me haya equivocado, pero también es posible que haya pasado algo diferente. Cuando hablamos de la élite occidental hay que tener en cuenta que esta tiene muchas facetas. Podemos distinguir por lo menos dos grupos. Uno está compuesto por anglosajones y judíos –sin duda es un grupo, Israel también lo integra-, y el otro, por las aristocracias de Alemania del sur e Italia del norte que son las aristocracias de los güelfos. Les puedo recordar que durante los siglos medievales cuando los emperadores peleaban con los papas, los güelfos eran los que apoyaban al Papa mientras que los partidarios del emperador se llamaban gibelinos. Si observamos la historia de la integración europea, veremos que constantemente el proyecto gibelino de unificación se alternaba con el proyecto güelfo. Por ejemplo, la unión europea de Hitler era el proyecto gibelino mientras que el que surgió en los años 90 es sin duda el proyecto güelfo. Ahora bien, en las condiciones de agravamiento de la lucha por el futuro poscapitalista, las relaciones entre esos dos grupos, de una parte, el Vaticano, los españoles, las élites de Italia del norte, los alemanes del sur y hasta cierto punto los escoceses y, de la otra parte, los anglosajones y judíos, la situación se pone más aguda. Y es muy posible que el Papa juegue su rol, pero repito que también es posible que yo me haya equivocado hace 5 años.
MR: Los cambios tecnológicos y el avance de la Inteligencia Artificial harán que desaparezcan la enorme mayoría de trabajos de todo tipo, desde físicos hasta intelectuales. Un mundo sin trabajadores implicará un mundo sin consumidores, ¿cómo se resolverá esta ecuación que pone en duda la existencia del propio capitalismo? ¿a qué tipo de sociedad marchamos en un plazo de unas pocas décadas?
A.F.: Tengo que decir de una vez que, según la opinión de diferentes economistas, para las próximas décadas se quedaran las profesiones que requieren trabajo fuerte y sucio, tales como recolección de basura, atención a los enfermos en los hospitales, criadas, etc. Aunque está claro que los robots van a dominar en una serie de industrias. Antes ha habido casos cuando una capa social no trabajaba y vivía con subsidios. Me refiero a Roma antigua, donde una parte considerable de plebeyos no trabajaba sino tenía el suministro gratuito de alimentos y vivía según el lema “pan y circo”. Lo mismo puede ocurrir hoy en día. Lo de los circos se obtiene a través de Internet y lo del pan también está asegurado con los subsidios de desempleo. Sin embargo, aquí tenemos un problema serio. La gente que está conectada al Internet, y no solo en Europa, puede ser en África o en India, sabe que hay un mundo limpio y despejado y a donde tienen muchas ganas de ir. Y eso plantea un problema muy serio para los amos del mundo contemporáneo.
Es esta superpoblación la que crea un enorme problema para los “amos del juego global” o como decía Disraeli “los amos de la historia”. Uds. seguramente conocen que a finales de los anos 60 se creó una estructura llamada el Club de Roma que planteó una serie de objetivos. La tarea principal para el Occidente fue bien simple – estrangular a la Unión Soviética en un gran abrazo y en cuanto al desarrollo global se planteó la tarea del corte bastante grave de la población. Uno de los fundadores del Club de Roma, Aurelio Peccei, dijo una vez lo siguiente: “Tenemos que cortar la tasa de natalidad ante todo en África y en Asia o nos obligamos a elevar la tasa de mortalidad”. Y si observamos que es lo que se promueve en el Occidente por los así llamados movimientos ecológicos, que no podemos confundir con los que protegen la naturaleza, quedaría claro de que trabajan para disminuir la población hasta 2 mil millones de habitantes. ¿Como lo intentan lograr? Con medios muy variados, comenzando con el fomento de los matrimonios homosexuales y con la así llamada planificación familiar, pero ante todo con las guerras. Aunque en la actualidad se pueden provocar las guerras solo en África. En América Latina o en Asia, yo no me refiero al Oriente Próximo, es mucho más difícil, pero en África y el Cercano Oriente es más fácil disminuir la población de esa manera. Sin embargo, da la impresión que con eso no se resuelve el problema y tarde o temprano el Occidente se enfrentará con una gran masa de la población que no podrá digerir.
Disponemos de una obra muy interesante de Gunnar Heinsohn, “Los hijos y el dominio mundial”, escrita al principio del siglo XXI a la que nadie prestó atención. Pero cuando estalló la crisis migratoria en Europa en 2015, a Heinsohn lo comenzaron a invitar a distintas estructuras militares y su libro ganó popularidad enseguida. En él logró demostrar muy claramente que frente a la población europea que disminuye, el mundo afroasiático tiene un enorme potencial migratorio, que puede llegar a 700-750 millones. Bueno pues, eso no significa que todos esos millones se trasladaran a donde todo está limpio y despejado, pero yo me imagino que para la Unión Europea para minarla, con unos 20-30 millones será suficiente. Hace tiempo, si mal no recuerdo en 1974, el líder de Argelia en aquel entonces, Houari Boumediene, intervino en una conferencia internacional y dirigió las siguientes palabras al Occidente: “nosotros”, refiriéndose a los pueblos del tercer mundo, “les vamos a dar una visita en el futuro, pero no vendremos como amigos”. Él seguramente se refería a esa ola migratoria, y el Occidente contemporáneo no tiene solución para este asunto.
Además, como lo ha demostrado la crisis migratoria reciente se trata de una situación muy explosiva: por una parte, tenemos la población europea bastante prospera, bien alimentada, bien envejecida, e incapaz de resistir tanto en el sentido físico como en el cultural, y por otra parte, los asiáticos y africanos jóvenes y agresivos que representan otras razas y otra religión muy distinta y muy belicosa. Tenemos el caso de Colonia, hace varios años, cuando durante las fiestas navideñas una buena cantidad de mujeres alemanas si no fueron agredidas sexualmente en una forma directa, sí sufrieron presión sexual bien activa, y cuando los hombres alemanes no sabían protegerlas y sabían dirigirse solo a la policía, es un buen ejemplo de cómo puede desarrollarse la situación. Yo no puedo imaginar que los hombres latinos o rusos se porten de la misma manera que los alemanes.
MR: Ud. menciona que hay una educación real para solo el 2% de la población y que se llegará a la cristalización de castas biológicas entre ciudadanos con capacidades físicas y mentales diferentes según la casta a la que pertenezcan. ¿Cuál es el modelo final de mundo al que aspiran estas élites, si no hay un Cisne Negro que altere sus planes?
A.F.: Bueno, parece que la agenda del día, los planes y los proyectos que están a disposición de diferentes grupos de la élite mundial, que de ninguna manera es sólida, como no existe un solo gobierno mundial: hay cantidad de clanes, estructuras, grupos que se encuentran en un equilibrio móvil diría yo, y que coinciden de igual manera como coinciden los círculos de Euler. Está bien, en realidad tenemos una organización de casta: en la cumbre de la cual tenemos un 2% que viven una vida larga y sana, tenemos otro 8% que sirven como una barrera que los separa del resto de la población, que no puede superar 2 mil millones y que son los que prestan servicios para los primeros. Ahora el problema de este sistema en general y de la educación para este grupo de 2% consiste en que cualquier grupo cerrado tiende a degenerarse, es como en el campo social se manifiesta la segunda ley de la termodinámica, según la cual en un sistema cerrado crece la entropía, la degradación y el caos. Y la historia de diferentes grupos cerrados, tales como los sacerdotes del Egipto Antiguo, por ejemplo, demuestran que aquellos grupos tarde o temprano comienzan a degradarse, si no acumulan la sangre nueva. O sea, la tarea de cualquiera de esos grupos es seleccionar a la gente joven de diferentes capas sociales. Pero esa selección, como tal, también crea problemas adicionales. Volviendo al modelo del mundo que a los amos del juego mundial les gustaría realizar ese sin duda tendría la forma de una organización rígida, con paredes casi impenetrables.
MR: Ud. ha dicho en una entrevista que publicó RT “aquellas personas que realmente mueven los hilos del mundo son, sin duda, la gente ideológica, personas con una percepción místico-mágica. Estas personas están más allá del bien y del mal”. En un Occidente consustanciado con ideas iluministas y positivistas suena extraño que se haga referencia al papel místico, pese a que sabemos que muchos líderes han acudido a estas prácticas. ¿Qué papel tiene hoy en el mundo el pensamiento mágico entre las élites?
A.F.: Debo comenzar con que el Occidente ya está alejado de las ideas de la Ilustración y del positivismo. El punto de no retorno aquí es el año 1968 y los 10-15 años que lo siguieron. «Enlightenment’s Wake» (Velorio de la Ilustración) es el nombre del libro de John Gray, filósofo y sociólogo inglés, y hay muchos más con nombres parecidos, en los que la geocultura de la Ilustración desaparece.
Inclusive la fe cristiana que es una religión de carácter racional sufre una crisis bien seria después del Segundo Concilio Vaticano. Hace poco que en Francia salió el libro de Olivier Roy, el especialista en Cercano Oriente, ¿“L’Europe est-elle chrétienne?” (¿Europa sigue siendo cristiana?) donde Roy demuestra que Europa en realidad no sigue siendo cristiana. Lo que vemos en la política del Vaticano nos llama mucho la atención. Porque casi no se notó la iniciativa de Juan Pablo II de incluir en calidad de confesión cristiana el culto Ifa-vudú donde vudú es la forma haitiana simplificada de la fe nigeriana que lleva el nombre de Ifa. O sea, resulta que en la actualidad es una confesión parecida al protestantismo. Y si nos referimos a las palabras del último Papa el año pasado, yo no sé cómo reaccionar. En una entrevista que el Papa ofreció el 28 de marzo del año pasado mencionó que el infierno no existe y que los pecadores simplemente desaparecen. ¿Y si no hay infierno que pasa con el Demonio? O sea, esas novedades que traen los Papas en los últimos años hacen los cambios significativos en la doctrina cristiana. También se nota como constantemente disminuye el número de creyentes. Si hasta mediados del siglo XX la secularización no tocaba los valores cristianos, lo que observamos en los últimos 50 años ya no es secularización sino la liquidación de la misma secularización. Todo se torna relativo. Además, la secularización del siglo XIX no impugnaba los valores de la fe cristiana y lo que vemos ahora es el rechazo de esos valores.
Resulta que el espacio desocupado por la religión se llena con la magia. Y no me asombra el hecho de que en muchas corporaciones occidentales el confucianismo se pone muy popular. Como se sabe, el confucianismo carece del problema del bien y del mal. Tiene lo correcto y no correcto. Resulta que esa doctrina, aunque a menudo nos confundimos en lo que exactamente significa transciende el bien y el mal y esa ideología o la tradición mágica permite el planteamiento de cosas como la reducción de la población y otras.
MR: Trump y diferentes movimientos antiglobalistas han alcanzado el poder o están en vías de hacerlo cabalgando sobre el desastre económico y social que han creado desde el globalismo liberal y oponiéndose frontalmente a la degradación de valores nacionales y religiosos. Steve Bannon ha sido señalado como el responsable de una internacional nueva que une a estos nuevos actores. ¿Qué piensa sobre ella, qué papel puede desempeñar y qué futuro le ve? ¿Cuál es la relación con Rusia?
A.F.: Steve Bannon es un personaje sumamente curioso. Hace poco hizo un viaje por Europa, y Bannon, lo que parece ser extraño para quien es una persona asociada a la derecha, se encontraba ante todo con los representantes de izquierda. Para mí es un juego astuto entre las dos fracciones. Hace como diez años escribí el artículo titulado “Operación Progreso”. En el último párrafo decía que a principios del siglo XXI habría una serie de asuntos donde la derecha y la izquierda podrían cooperar exitosamente en su lucha contra los globalistas que ocupan el centro. Presten atención a los círculos gobernantes de la Unión Europea y a los partidos que crea, como el partido de Macron, un partido de ilusión. Es una estrategia de suprimir tanto los de derecha como los de izquierda tradicionalista.
Y no me va a sorprender la aparición de una fuerza política que destaque las peculiaridades nacionales y religiosas, basándose en los intereses de clases sociales, porque aquí las dos cosas coinciden. Y lo que hace Bannon, persiguiendo sus objetivos partidarios norteamericanos a largo plazo, puede contribuir a la solución de tareas completamente distintas. Porque como decían muchos, como Martin Luther King y Oliver Cromwell, entre otros, nunca se va tan lejos como cuando no se sabe adónde. Steve Bannon considera que está resolviendo tareas políticas bien precisas, pero en realidad puede ser que esté sentando las bases para la síntesis de la derecha con la izquierda. Algo parecido a lo que tuvimos en Rusia a principios del siglo XX. Lenin apenas tenía la idea de que creaba una organización política fundamentalmente nueva, pensaba que estaba creando un partido más. En realidad, creó un partido de revolucionarios profesionales que en su esencia representa la negación del partidismo como tal. Así fue el Partido Comunista de toda Rusia que a partir de 1952 se llamó el Partido Comunista de la Unión Soviética, que en realidad contradice a la idea del partidismo. Pero Lenin no pensaba en eso.
MR: Ud. afirmó en el 2015 que las guerras mundiales capitalistas se dan en períodos de 30 años (Habsburgos contra Holanda -1618-1648-, Napoleónicas y Primera/Segunda Guerra Mundial), y que estamos sumergidos en una Tercera Guerra Mundial con características diferentes. En ese momento, veía al Medio Oriente y Ucrania como dos escenarios a los que, si se sumaban Xinjiang y el Cáucaso, estaríamos de lleno en una guerra global. La intervención de Rusia y de Irán frenaron al Daesh y parece alejarse la posibilidad de extenderse al Asia Central. ¿Podemos decir que cambió definitivamente este modelo a raíz de una derrota atlantista?
A.F.: Claro está que ‘no’. Los atlantistas han perdido solo una batalla en Siria y no fueron derrotados. La perdieron no por knock-out sino por puntos y ahora intentarán tomar venganza en Afganistán y en Asia central. Lo que pasa es que ISIS, que está prohibida en Rusia, se traslada a Afganistán donde se fortalece y por donde se distribuye. La zona más importante es el “pasillo de Vajan”. Es una franja estrecha creada en Afganistán oriental inicialmente por los británicos, para que su colonia, la India británica, quedara separada del Imperio ruso. Y el “pasillo de Vajan” también sale a China. Los chinos entendieron la señal perfectamente bien, qué peligro les trae este desplazamiento, y ya están construyendo una línea de defensa parecida a la línea de Mannerheim en Finlandia de los anos 30. Y no lo hacen por gusto, porque se observa el proceso de uigurización de ISIS como antes observamos el proceso de uigurizacion del talibán.
Los uigures son la población autóctona del distrito de Xinjiang, es un pueblo antiguo de cultura bien destacada en Asia Central, es un enemigo de China por siempre. En su tiempo, la tropa especial y la inteligencia del talibán estaba compuesta en su mayoría por los uigures y ahora algo parecido pasa con ISIS en Afganistán. Además, en Afganistán, ISIS controla la producción de talco y algunas otras industrias sin hablar de la producción y tráfico de droga. Se trata de una nueva zona para el proyecto del Califato que representa mucho peligro para los países de Asia central. En su tiempo, el destacado orientalista soviético Bondarevski, quién murió bajo circunstancias inexplicables, decía hace 30-40 años atrás, que es muy probable que la formación de ese califato islamista tendría lugar en Afganistán y en la zona del valle de Fergana. Esa zona en particular es bastante explosiva, ya que tiene gran cantidad de población joven. De todas maneras, considero que los atlantistas van a presionar tanto a Rusia como a China en esta dirección.
Nosotros tenemos que estar preparados para dar una respuesta, respuesta asimétrica, que puede ser en Venezuela, por ejemplo. Vamos a ver cómo se desarrolla la situación, pero ya está claro que entramos en una zona de turbulencia, en una crisis sin precedentes en la historia.
Lo que pasa es que en los últimos 12-15 mil años tuvimos tres tipos de crisis: Crisis Feudal, de donde la élite feudal salió convirtiéndose en capitalista. En el año 1648, en Europa, estaban en el poder el 90% de las familias reales, de los duques y condes que también lo estaban en el año 1453. O sea, los señores se convirtieron en capitalistas. Más tarde, los liberales y marxistas inventaron la revolución burguesa que tenía que explicar este proceso. Fue una conversión exitosa de un grupo gobernante al otro. La Crisis de la Antigüedad fue en sentido contrario. Los bárbaros de la periferia acabaron con la civilización romana, se produjo el cambio de élite, cambio en los centros urbanos. Y por fin, la Crisis Paleolítica Superior, que es la crisis biosférica que duró 10-15 mil años y que resulto en la caída de la población del planeta en un 80%. La crisis en la que entramos, tiene características de las tres crisis anteriores, y queda claro que la élite actual no tendrá la suerte de la de los siglos XV-XVII. El mundo poscapitalista va a nacer en una lucha social aguda –si no sucede una catástrofe global– y va a tener varias salidas, igual que la crisis feudal con sus tres salidas fundamentalmente diferentes: francesa, alemana e inglesa.
Mucho depende de cómo la clase trabajadora pueda resistir contra los planes de los amos de juego global, es que esas élites no son todopoderosas, también viven en crisis. Y si no podemos ganarles en el ajedrez, podemos jugar de otra manera. Se puede derribar las piezas, agarrar el tablero y dar un golpe con este en la cabeza del oponente. Es esto lo que llamamos “respuesta asimétrica”.
*Esta entrevista fue realizada el 1 de abril de 2019 y formó parte del programa número 100 de “Humo & Espejos” de AsiaTV, conducido por Marcelo Ramírez, Ivone Alves García y Azul Ramírez.