Como en los años ’90 cuando Cavallo instrumentó la paridad fija entre el peso y el dólar, desde el Tesoro de los EEUU ahora proponen una nueva convertibilidad para evitar la hiperinflación hacia la que se encamina la economía Argentina.
La convertibilidad solo funcionó correctamente en nuestro país de 1991 a 1994, luego el atraso cambiario destrozó la industria nacional y aumentó el desempleo incrementando el déficit fiscal para finalmente estallar por el aire en el 2001 cuando se cortó el financiamiento y las grandes empresas fugaron sus dólares, terminando en una megadevaluación y la confiscación de los depósitos de los ahorristas. En la presente situación una medida de este tipo solo podría sostenerse por muy poco tiempo y agravaría la actual penuria económica.