Por Ricardo Vicente López
El liberalismo económico del siglo XIX desnudó su verdad en el estallido de la Bolsa de Nueva York, en aquel jueves negro de 1929. La memoria colectiva ha perdido la dimensión de la catástrofe, pero significó una bisagra de la historia para el capitalismo occidental que hubiera costado décadas superar, si no se hubiera desatado la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) reacomodó el tablero internacional. El New Deal del Presidente Franklin D. Roosevelt con su política intervencionista puso en marcha un plan para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Pero, la década del treinta fue muy negra y agorera, y en su transcurso se proyectaron los más oscuros pronósticos. Por ser parte de los vencedores, el Gran País del Norte, se convirtió en la posguerra en la gran potencia mundial. El diario La Vanguardia de Barcelona publicó el 24-10-14, en su página www.lavanguardia.com, una memoria para recordar la gravedad de ese acontecimiento:
“La crisis económica iniciada el mes de octubre de 1929 constituye uno de los hechos históricos más trascendentales de la primera mitad del siglo XX. La bolsa de valores de Wall Street sufrió en esas fechas una estruendosa caída. El jueves 24 de octubre, el Dow Jones descendió hasta uno de sus niveles más bajos alcanzados desde 1800. La caída de los precios de las acciones llevó a la ruina a millares de inversores. Desde relevantes hombres de negocios hasta pequeños accionistas se vieron afectados por igual. Las empresas y bancos se hundieron. El pánico se desató entre la población”.
Los antecedentes de esta quiebra, en la nación más próspera del mundo de entonces, permiten hoy volver reflexionar sobre algunos aspectos fundamentales del funcionamiento de los llamados “mercados libres” (liberados de controles). Sigamos leyendo La vanguardia:
“En medio de la prosperidad de los ‘felices’ años 20, fructíferos dentro del boom especulativo, llevó a miles de norteamericanos a invertir alocadamente en el mercado de valores. Entonces, empezaron a surgir signos de debilidad. A finales de la década, los brokers [intermediarios bursátiles] prestaban rutinariamente a los pequeños inversores ingentes cantidades de dinero. La especulación era moneda de cambio en el mercado bursátil y las acciones llegaron a alcanzar cuotas inverosímiles”.
¿Por qué creo necesario volver sobre este tema? Porque su olvido, o su ocultamiento, posibilitaron una nueva maniobra especulativa, de dimensiones siderales, que culminó, una vez más, en otro estallido: el de las hipotecas inmobiliarias (técnicamente sub-prime). Leamos en Wikipedia una descripción de este modelo especulativo:
“Son un tipo especial de hipotecas, preferentemente utilizados para la adquisición de viviendas, y orientadas a clientes con escasa solvencia. Por lo tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos”.
No se sorprenda, amigo lector, ¡Si, eso era! Ud. estará pensando ¿a qué banquero se le puede ocurrir prestar dinero sabiendo que puede ser muy difícil recuperarlo? Esto tiene una sola respuesta: a alguien que está tramando un gran desfalco de dimensiones difíciles de imaginar. Efectivamente, esa es la historia, un grupo de importantes financistas (“¿gangsters?”) planificó y ejecutó el plan. Pero luego, después del estallido de la burbuja de las hipotecas sub-prime 2007/8, ellos se quejaron de haber perdido mucho dinero.
Un primer informe de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, sigla en inglés) comunicó que había emitido la impactante cifra de 1,5 billones de dólares para “recuperar la estabilidad de los mercados financieros”. Sin embargo, una auditoría posterior reveló que la ayuda total, mantenida en secreto, sumaba un total de 16 billones de dólares, entregados a los más grandes bancos norteamericanos y europeos en pleno apogeo de la crisis financiera global, entre 2007 y 2010. Hoy, más de diez años después, todavía no se ha encontrado el camino de salida y nada se dice al respecto.
Le recomiendo, amigo lector dos excelentes películas que son casi dos documentales que describen el funcionamiento del capitalismo financiero: 1.- Wall Street dirigida por Oliver Stone (1987); 2.- Too Big to fail dirigida por Curtis Hanson (2011). Si no las vio la véalas, si las vio vuelva a verlas). Amabas son un cátedra sobre la especulación, sobre las artimañas de los financistas especuladores y su desprecio por el cumplimiento de las normas. (¡Oh qué casualidad, muy parecido a muchas cosas de hoy!)
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Si nos detenemos hoy a observar los mercados nacionales y/o internacionales ¿no estamos viendo historias parecidas? ¿Cómo se puede defender la libertad de mercado después de todo lo que pasó? Yo tengo dos respuestas, y perdóneme mis pretensiones amigo oyente: “son muy ignorantes (¿?¡!) o son delincuentes, Ud. elija”.
¿Qué vemos hoy? Nuestra Argentina está envuelta en una serie de escándalos financieros cuyos culpables están siempre del mismo lado: son miembros del Gobierno anterior, o amigos, o socios de él, o… Pero, por suerte, todos ellos están siendo investigados por una justicia que tiene “un solo ojo tapado”, por tal razón sólo mira sólo para un lado.
La “gente”, concepto con el cual se intenta diluir a quiénes se refieren o, tal vez, a sean unos ciudadanos abstractos útiles para hablar de “la opinión pública”, parece tener claro quiénes son los culpables: es decir todos aquellos que el tristemente famoso Comodoro Py decide que son culpable sin juicio previo (¿qué estará pensando desde el cielo el Comodoro que luchó a las órdenes del Almirante Brown?). Por lo tanto, no debemos preocuparnos, porque en nuestro país está todo muy claro: la sapiencia preclara de ciertos magistrados ha posibilitado superar todo ese trámite engorroso de buscar pruebas; su ojo clínico es casi infalible. ¿Serán estos los portadores de la sentencia: Vox populi vox Dei? Nos aclara el tema wikipedia:
“Traducido literalmente del latín: “la voz del pueblo, [es] la voz de Dios”) significa que “la opinión popular de la gente ordinaria revela la voluntad de Dios y debe obedecerse”.
Me atrevo a agregar yo (como ya he mostrado en notas anteriores) que es necesaria una condición previa: esa opinión debe estar convenientemente acondicionada por los grandes medios. Como es de práctica en estos tiempos. Si hubiera alguna duda no tenemos más que leer las encuestas de las consultoras que trabajan para esos mismos grandes medios.
Sin embargo, cuando ya nos habíamos habituado al trajinar cotidiano de las noticias, aparece una novedad “insospechada” (¿?). Nos enteramos que una universidad con casi treinta años de actividad académica en nuestro país, ha realizado una investigación. Veamos algo de esto, según wikipedia:
“Fundada formalmente en 1991, la Universidad Austral se encuentra entre las más prestigiosas universidades argentinas. La universidad es considerada por diversos rankings la mejor institución privada de la República Argentina, la segunda mejor universidad en Argentina (luego de la UBA), una de las 10 mejores universidades privadas en América Latina y la mejor universidad de Latinoamérica con menos de 50 años. Es una universidad inspirada por san Josemaría, Fundador del Opus Dei. Con el mismo impulso inicial, hoy el Opus Dei asiste a la Universidad Austral en incorporar los principios cristianos en la enseñanza, en sus contenidos e incluso en el modo de gestionar la Universidad”.
Esta universidad ha publicado un trabajo que se titula “Indicadores internacionales de la corrupción Argentina 2018” (se puede consultar [[1]]). Está avalado por Transparencia Internacional, el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, la Corporación Latinobarómetro y el Banco Interamericano de Desarrollo. Los resultados pueden ser sorprendentes (aunque no tanto). Pero, para entender el porqué de lo novedoso cabe proponer algunas consideraciones previas. Las investigaciones, como es la regla, parten de una hipótesis. No es lo mismo preguntar en la investigación ¿Cree que Cristina se robó todo? La respuesta es sí, no o no sabe. Se logra así una relación de proporciones entre los encuestados. Ahora, si hace la misma pregunta, pero esta vez dirigida al gobierno actual el encuestado se encuentra frente a otra posible respuesta.
Amigo lector, creo que Ud. me va entendiendo. El problema de las investigaciones radica en qué pregunta y a quiénes les pregunta. Toda investigación parte de una hipótesis de trabajo que está cargada de definiciones previas. Éstas, por lo general nunca aparecen. Esto nos hace sospechar que, más allá de las intenciones del investigador, se muestran ciertos sesgos que darán sus correspondientes resultados.
Digo esto porque si no cómo entender que se haya descubierto algo que sale al cruce del famoso “sentido común establecido” como mostré en párrafos anteriores. La encuesta no hubiera sorprendido si no mostrara un resultado, tal vez sabido por muchos, pero nunca hasta ahora publicado, que está denunciando a un gobierno de empresarios.
La investigación ha tenido como responsable al Abogado Marcelo Bermolén, Especialista en Acceso a la Información Pública, Calidad Institucional y Transparencia Electoral; es Profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral. Su publicación ha impactado de tal modo que, los que se pueden sospechar como personajes aludidos, miembros de los grandes medios, no han podido evitar su publicación. Su extensión, 49 páginas, obliga a entresacar algunos datos importantes. El informa tiene esta presentación:
“Uno de cada dos argentinos percibe un aumento de la corrupción. Uno de cada dos argentinos cree que el Presidente y sus funcionarios están involucrados en actos de corrupción. Los datos fueron obtenidos de un nuevo informe de la Universidad Austral basado en mediciones internacionales y revela, además, que si bien en algunos índices de 2017 y 2018 se demuestra una leve mejoría, el resultado global no es bueno: Argentina ocupa el lote de países peor posicionados en el mundo, el continente o la región”.
En contraposición a lo comentado en párrafos anteriores nos enteramos que “el 53 por ciento de los argentinos está convencido de que el presidente Mauricio Macri y ‘todos, o casi todos’, sus funcionarios son corruptos”… “El estudio investigó la convicción de la gente y concluye que la mayoría del país está convencido de la corrupción del macrismo”. La “opinión pública” estaba convencida de que había que buscar la pista del dinero “K” y, sin embargo la investigación confirma que manifiestan que la corrupción está en las numerosas cuentas offshore de los funcionarios, en especial, las cincuenta del presidente, o de negociados como la deuda del Grupo Macri con el Correo o los actos de favoritismo a sus empresas.
Pero la encuesta va más allá y asegura que más del 60 por ciento estima que no se avanzó, o se avanzó muy poco, en la lucha contra la corrupción. “Transparencia Internacional y las demás siglas, la mayoría de ellas con sede en Washington, dicen que los argentinos, que han visto la forma en que jueces y fiscales se salteaban garantías elementales para meter presos en forma irregular a ex funcionarios del gobierno anterior. Estos son los que piensan que no se avanzó en la lucha contra la corrupción”. El párrafo siguiente del informe es muy claro:
“Como ejemplo reciente y revelador de las contradicciones –entre el decir y el hacer–, vale recordar la discordancia de haber logrado sancionar una ley de responsabilidad penal de las personas jurídicas privadas (Ley 27.401) y a la vez permitir a muchas de las empresas que se han declarado partícipes en hechos de corrupción continuar en licitaciones o proyectos de participación público-privada”.
Para una parte del público lector, entrenado en el análisis crítico de la información, el informe no le ofrece nada que no supiera. Podemos preguntarnos ahora, después de la catastrófica demostración de corrupción e impericia, las elecciones de año próximo ¿pondrán fin a este martirio? Amigo lector, perdóneme mis insistencias (pueden ser problemas de edad) pero voy a pecar nuevamente: sin nuestra participación política, desde el lugar que nos toca, ponemos en riesgo el destino de nuestro país y abandonamos a su suerte a gran parte de nuestro pueblo, incluido el que todavía tiene esperanzas en este gobierno.
1 www.austral.edu.ar/contenido/2018/12/aumenta-la-percepcion-de-corrupcion-en-el-pais-y-se-deteriora-la-imagen-presidencial