De acuerdo al Balance Cambiario del Banco Central (BCRA), en 2019 la fuga de capitales alcanzó los U$S 26.870 millones de dólares, a pesar del cepo implementado en la segunda mitad del año, siendo la segunda fuga más importante de la historia luego del récord del propio Macri en 2018, cuando se fueron del sistema nacional U$S 27.230 millones de dólares.
Si se suma todo el período macrista, la fuga habría sido de U$S 88.371 millones, un monto cercano al de la deuda en dólares tomada por el Gobierno.
Solo en diciembre de 2019 y luego de la aplicación de un cepo más estricto, se revirtió la tendencia, pudiendo volver a crecer las reservas del BCRA en alrededor de U$S 1000 millones.
Todo este proceso, ruinoso para la economía nacional, demuestra que la implementación de políticas de liberalización y endeudamiento solo beneficiarion a unos pocos que pudieron comprar masivamente dólares y fugarlos en lugar de invertirlos.
Prácticamente ninguno de esos miles de millones de dólares se usó para ampliar infraestructura, capacidad industrial, posibilitar avances tecnológicos, modernizar el aparato productivo. La cuantiosa deuda que posibilitó el atesoramiento y fuga queda como verdadera pesada herencia para el conjunto de la sociedad.