El lado oscuro de la tecnología 5G y su uso militar. Por Manlio Dinucci

Por Manlio Dinucci

La manifestación en Roma del 12 de septiembre bajo la consigna «Stop 5G» ‎se concentra, con toda razón, en las posibles consecuencias que las emisiones electromagnéticas ‎pueden tener para la salud de las personas y para el medioambiente. Los manifestantes ‎insistieron en particular sobre el decreto que prohíbe a los alcaldes reglamentar la instalación de ‎antenas 5G en el territorio de sus localidades. ‎Sin embargo, se sigue pasando por alto un aspecto fundamental de la tecnología designada como ‎‎5G: su uso militar. Ya hemos abordado ese asunto [1], aunque con pocos resultados. ‎Los programas que el Pentágono ha venido iniciando uno tras otro, oficialmente ‎documentados, confirman lo que ya escribíamos hace 9 meses. ‎

La «Estrategia 5G», aprobada el 2 de mayo de 2020, estipula que «el Departamento ‎de Defensa debe desarrollar y utilizar nuevos conceptos operacionales que utilizan la omnipresente ‎conectividad que ofrece la 5G para incrementar la eficiencia, la resiliencia, la velocidad y la ‎letalidad de nuestras fuerzas armadas». ‎

El Pentágono ya está experimentando con aplicaciones militares de esa tecnología en 5 bases de ‎las fuerzas aéreas, navales y terrestres: Hill (en Utah), Nellis (Nevada), San Diego (California), ‎Albany (Georgia) y Lewis-McChord (en Washington). Esto fue confirmado el 3 de junio, en una ‎conferencia de prensa, por el doctor Joseph Evans, director técnico a cargo de la 5G en el ‎Departamento de Defensa de Estados Unidos. ‎

Seguidamente anunció que los experimentos de aplicación militar de la 5G se extenderán a otras ‎‎7 bases, que son Norfolk (en Virginia), Pearl Harbor-Hickam (Hawai), San Antonio (Texas), ‎Fort Irwin (California), Fort Hood (Texas), Camp Pendleton (California) y Tinker (en Oklahoma).‎

Los expertos estiman que la 5G tendrá un papel determinante en el desarrollo de las armas ‎hipersónicas, incluyendo las de tipo nuclear. Para guiar esas armas en trayectorias variables, ‎haciéndolas escapar a los misiles interceptores, es necesario recoger, elaborar y transmitir ‎enormes cantidades de datos en lapsos de tiempo muy reducidos. Lo mismo se hace necesario a la ‎hora de activar las defensas, en caso de ataque, confiando dicha defensa a sistemas automáticos. ‎

La 5G tendrá también un papel clave en la llamada «red de batalla» (battle network) ya que es capaz de vincular ‎entre sí millones de dispositivos de transmisión y recepción en áreas determinadas. ‎

La 5G será extremadamente importante para los servicios secretos y las fuerzas especiales ya que ‎hará posible el uso de sistemas de espionaje mucho más eficaces e incrementará la letalidad de los ‎drones asesinos. ‎

Por supuesto, esos y otros usos de la 5G en el sector militar también están seguramente siendo ‎objeto de estudio en China y en otros países. Eso significa que lo que está sucediendo alrededor ‎de la 5G no es una simple guerra comercial. ‎

Así lo confirma el documento estratégico del Pentágono: «Las tecnologías 5G representan ‎capacidades estratégicas determinantes para la seguridad nacional de Estados Unidos y de ‎nuestros aliados.» Eso significa que hay que «protegerlas de los adversarios» y convencer a ‎los aliados de que hagan lo mismo para garantizar la «interoperatividad» de las aplicaciones ‎militares de la 5G en el marco de la OTAN. ‎

Esto explica por qué Italia y los demás aliados europeos de Estados Unidos excluyen a Huawei y a ‎otras empresas chinas de las licitaciones para la instalación de la 5G para las telecomunicaciones. ‎

Según dijo el doctor Joseph Evans durante su conferencia de prensa en el pentágono, «la ‎tecnología 5G es vital para conservar las ventajas militares y económicas de Estados Unidos», ‎no sólo frente a los adversarios –principalmente China y Rusia– sino incluso ante sus aliados. ‎

Para lograrlo, «el Departamento de Defensa está trabajando estrechamente con los socios ‎industriales, que invierten cientos de miles de dólares en la tecnología 5G, con el fin de explotar ‎esas enormes inversiones en aplicaciones militares de la 5G», incluyendo las «aplicaciones de ‎doble uso» civil y militar. ‎

En otras palabras, la red comercial 5G, instalada por empresas privadas, es utilizada por el ‎Pentágono a un costo mucho menor que si hubiese sido instalada sólo con objetivos militares. ‎

‎¿Quién pagará entonces por esa tecnología? Los usuarios normales, a quienes las transnacionales ‎de la 5G venderán el acceso a esa tecnología que, según nos prometen, debería «cambiar ‎nuestra vida»… pero que servirá a la vez para la concepción y uso de nuevas generaciones de ‎armamento con vista a una guerra que significaría el fin de la especie humana. ‎

 

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