Por Ricardo Vicente López
“El trabajar es la ley, porque es preciso adquirir;
no se espongan a sufrir una triste situación:
sangra mucho el corazón del que tiene que pedir.
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Debe trabajar el hombre para ganarse su pan;
pues la miseria, en su afán de perseguir de mil modos,
llama en la puerta de todos y entra en la del haragán”.
Martín Fierro.
Es mucho lo que se ha investigado y escrito respecto del tema del trabajo. Sin embargo, gran parte de todo ello está viciado por una concepción, que hoy domina el panorama intelectual, de concebir nuestra cultura como un fin de la historia y, como tal, que allí pueden encontrarse las raíces de todo el problema sobre el hombre. Lo que ha sucedido antes de este hoy es concebido como una introducción, un tiempo preparatorio, del tiempo moderno. Por esta razón, la investigación sobre milenios de la vida del hombre sobre el planeta no pasa de ser un estudio interesante de cosas remotas reservadas al ámbito académico.
Eso ha hecho que una investigación seria, profunda, comprometida con el problema de lo humano, en esta etapa de la sociedad capitalista, parece carecer de relevancia. Gran parte de lo que se publica tiene puesta la mira en la desaparición del trabajo ante el avance de la inteligencia artificial. Es evidente la falta de interés en desarrollar una filosofía del trabajo, para colocarla como fundamento, en mi opinión, de toda investigación que tenga como método un preguntar todo sin prejuicios, para proponer una verdad sobre el hombre y, como tarea mayor, sobre lo más humano de lo humano.
Ello me exigirá, amigo lector, dedicar esta nota (más algunas que le seguirán) a comenzar en esa tarea, asistido por aquellos intelectuales que, con muy poca divulgación, han escrito sobre el tema. Además le sugiero que considere una nota anterior Reflexiones sobre lo humano como una primera aproximación al tema. Avancemos.
Hoy, puede decirse, que el trabajo se presenta como un castigo, o al menos como una imposición no deseada para aquellos que por su incapacidad, desidia o mala suerte, no tiene ningún otro ingreso de dinero para vivir. Trabajar se contrapone al deseo, siempre soñado, de tener el mayor tiempo posible libre para el ocio. De allí puede entenderse el origen griego de la palabra “negocio” (la negación del ocio) con la cual se designaba cualquier ocupación que tuviera por fin obtener algún ingreso. Le propongo la aventura de una incursión hacia al pasado milenario para encontrar las primeras huellas del trabajo, su origen y su devenir.
Después de un largo proceso de millones de años de evolución de especies anteriores, en tiempos más cercanos, unos cien mil años, se detecta la presencia del humano moderno llamado también el Homo sapiens (el hombre sabio). Dice wikipedia:
Las hipótesis sobre el origen del Homo sapiens se ha dividido en varias hipótesis, aunque la mayoría hoy favorece la del origen africano, que luego migró fuera del continente, conquistando todo lo largo de lo que hoy conocemos como Europa y Asia. Entonces algunas especies que evolucionaron hacia Homo sapiens aparecieron en el África subsahariana a partir de los últimos 200.000 años.
Tenemos certeza que, desde hace unos 40.000 años, aparece el denominado Homo sapiens- sapiens, del cual somos sus descendientes directos. Dentro de este panorama se debe señalar el desarrollo de la producción de útiles y herramientas, muy elaborados para la época, que permite correlacionarlo con el periodo de mayor expansión cerebral. El paso evolutivo siguiente es la división del trabajo según las diversas habilidades. Este proceso puede tomarse como la primera manifestación de las especialidades de trabajo. La transmisión de esas habilidades a otros miembros fue una enseñanza que puede ser considerada como el origen de los oficios. De todos modos es importante afirmar que en esta división no había privilegios ni desigualdades de ningún tipo. Éstas aparecieron mucho tiempo después.
Se puede encontrar allí una muy importante fuente de conductas que muestran el origen de la sociabilidad, en parte ya practicadas por las especies anteriores (las diversas clases de lo que hoy llamamos monos demuestran eso). Este comportamiento ha sido un requisito previo fundamental que permite afirmar, sin lugar a dudas, que el hombre fue desde su aparición siempre un animal social. La cooperación, el apoyo mutuo, la solidaridad entre los miembros del grupo fueron condiciones básicas para la sobrevivencia de aquellos hombres. La gran presencia de depredadores imponía condiciones muy adversas. Se desprende de esto que lo humano nace en el seno de conductas comunitarias, condición fundamental para el proceso de la humanización de aquellos ancestros.
Un aspecto muy importante que merece ser revisado, dentro del cuadro evolutivo, es pensar el trabajo como condición necesaria para las metamorfosis que se fueron provocando. Las tareas comunitarias para la producción de su alimentación y las herramientas necesarias para una mejora en cantidad y calidad de ella fueron causa y consecuencia de todo ello. Durante el período nómade Paleolítico, (piedra antigua – por el trabajo muy elemental que demuestra su tallado), en el que se han encontrado una variedad de especies homo, muy anterior a la aparición de especies más cercanas al hombre moderno. Tal vez un período de más de un millón de años, en el que la caza de animales superiores y la recolección de frutos y raíces conformaban su alimentación. Para ello fue necesaria la creación de instrumentos y armas para esa tarea.
Posteriormente, en su período sedentario, el Neolítico (piedra nueva – más trabajada, aparece el filo para cortar), mucho más reciente, un poco menos de diez mil años atrás. La adopción de la agricultura, acompañada por la domesticación de animales, dio lugar a un aumento muy importante de la población por la certeza que posibilitaba el alimento asegurado. Cuanto más grande era la familia mayor era la cantidad de brazos para el trabajo y mayor, por lo tanto, el producto del trabajo realizado. Durante el muy largo período de la caza y la recolección tener un número elevado de hijos producía muchos inconvenientes, por la necesidad de los traslado siguiendo a los animales de caza.
Todo este largo período evolutivo tuvo su correlato en la transformación anatómica del hombre que modificó su cuerpo mediante el cambio de alimentación y del trabajo mucho más liviano. La reflexión final para esta etapa nos impone incorporar a nuestro razonamiento el hecho de que una parte importante de los cambios producidos en los hombres se deben al resultado de sus trabajos sobre la naturaleza (que aprendió a modificar a partir de la agricultura). Estos cambios fueron corporales, fisiológicos y también de conciencia, por los aprendizajes que todo ello le ofrecía. En otras palabras: el hombre actual es el resultado de un largo proceso de cambios que generó sobre sí mismo. El trabajo modificó la naturaleza (aprendió por ello algunas cosas de cómo funciona) y se modificó a sí mismo como consecuencia de todo ello.
El hombre actual es tal como lo conocemos por el trabajo realizado. Por lo tanto, el trabajo fue (y sigue siéndolo) un elemento fundamental para el proceso evolutivo que transformó a un animal es un ser humano. Lo más importante de todo este planteo es recuperar como conocimiento básico de este proceso es la conclusión siguiente: el hombre, en gran parte es el resultado de lo que él hizo consigo mismo.
El trabajo como tarea humana comunitaria se convierte en trabajo esclavo
La sedentarización, mediante la agricultura, fue creando mayores riquezas. La distribución desde su origen fue comunitaria e igualitaria. Algunas tareas exigieron conocimientos especiales (las fases de la luna para el sembradío y parición de los animales, las construcciones de canales de riego, etc.). Esto dio lugar a un tipo de tareas diferenciadas que, con el correr de los siglos dividió la comunidad en trabajadores manuales y trabajadores intelectuales. De estos últimos, fue emergiendo una clase que comenzó a apropiarse de una parte mayor de lo producido. Siglos después había claras diferencias de clases.
Los que emprendieron tareas administrativas y de conducción de la comunidad, fueron formando a sus hijos en esas especialidades. Estos fueron acumulando poder y riquezas que los otros no tenían: el concepto de propiedad privada individual desplazó a las formas anteriores de propiedad comunitaria. Se constituyó la sociedad de clases. La organización política ideó una institución nueva: el Estado. Algunos de ellos fueron más poderosos que otros y sometieron y esclavizaron a los derrotados. En un tiempo posterior, a partir de hace unos ocho mil años quedó establecida la sociedad esclavista y el trabajo forzado.
Las justificaciones ideológicas crearon mitos que naturalizaban las nuevas instituciones: algunos hombres nacían ricos y otros pobres. Por otra parte en la tradición judeo-cristiana, que hemos heredado como parte integrante de la cultura moderna, se ha entendido el trabajo como un castigo por el pecado cometido en el Paraíso: comer el fruto prohibido. Por ello la famosa sentencia bíblica: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” fue interpretada como una maldición echada sobre la humanidad pecadora.
En la tradición latina se puede encontrar el origen de la palabra trabajar. Se lo puede ubicar en la palabra tripalium. Esta palabra, originada en la Roma antigua, designaba los trabajos rudos que eran realizados por enormes multitudes de esclavos. El tripalium era un instrumento de tortura con el que se castigaba a los esclavos que no querían someterse o se negaban a trabajar.
La historia posterior, desde Grecia y Roma hasta avanzado el siglo X en Europa, conocida como la Edad Media, el trabajo fue entendido como algo indigno del hombre libre, es decir del caballero (los hombres de a caballo), que se dedicaba a la guerra y la conquista.
Entonces, en los siglos XI y XII, las ciudades comenzaron a reaparecer, o fundarse nuevas, en el occidente de Europa y se fueron poblando de hombres que emigraban, o se liberaban de la vida rural, convirtiéndose en artesanos. La presencia de este tipo de personas originó un nuevo modelo de vida que fue organizándose en asociaciones. Se constituyeron así los primeros gremios artesanales, que reunían a personas que tenían un mismo oficio o ejercían una misma actividad comercial, de carácter cooperativo –que co-operaban, trabajaban juntos–.
Reconocían tres grados: maestros, compañeros y aprendices, sujetos a distintos estatutos. Luego, para reglamentar la vida de esas aldeas, se crearon las corporaciones. Su finalidad fue establecer las normas a las que habría de someterse el ejercicio de la profesión y la vida comunal. Entonces, el trabajo comienza a recuperar el sentido de la tarea realizada con arte (de allí arte-sano), y va perdiendo el primer significado denigrante. Comienza a ser calificado como realización creadora de la habilidad del trabajador.
Este proceso histórico sufrió una profunda transformación con la Revolución industrial inglesa desde la segunda mitad del siglo XVIII. Sea abre un nuevo tiempo histórico que modificó los sistemas de producción. Aparecen grandes talleres que alteran las relaciones de trabajo, por la existencia de dueños de fábricas y trabajadores. Quedan atrás las relaciones fraternales de los gremios. Se puede ubicar allí, entonces, el comienzo de la sociedad industrial que llega hasta nuestros días. El carácter explotador vuelve a darle a la palabra trabajo la vieja forma de entenderla.
Entonces, el trabajo fue la base de la transformación de individuos de especies ancestrales, a través de un muy largo proceso milenario, hasta llegar al homo sapiens-sapiens, especie a la que pertenecemos nosotros. Por tal razón el trabajo es un concepto que habla de la humanización del hombre. Entonces debemos hacer una precisión conceptual: trabajo es toda tarea humana creativa. En cambio el trabajo asalariado es la forma que entronizó la sociedad capitalista como medio de remunerar el trabajo humano. Para ello fue necesario que, a partir de la Revolución industrial, por la posibilidad que creó la acumulación de dinero en manos de unos pocos, estos se apropiaran del valor que generaba el trabajo humano. Apareció, de este modo, una novedad del capitalismo: la esclavitud moderna. La compra de capacidad de producir de los trabajadores permite la apropiación de utilidades que no son remuneradas a sus productores.
La liberación del trabajo asalariado, o una reglamentación que respete la justicia social es el camino que deberemos emprender para la liberación humana.
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