La caída del consumo, las altas tasas de interés y los continuos tarifazos agravan la ya crítica situación de la cooperativa láctea SanCor, que debió cerrar su planta en Neuquén, dejando decenas de trabajadores en la calle.
Desde la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (ATILRA) confirmaron la noticia y explicaron que durante los últimos meses los empleados cobraban sus salarios con atraso y en cuotas.
La esperanza estaba depositada en que una empresa privada adquiriera la cooperativa, pero finalmente no se pudo lograr el salvataje de la planta de Neuquén.
La continua desaparición de plantas industriales en la Argentina no es sino parte de la reorientación de nuestro país, por parte del gobierno de Cambiemos, hacia una división internacional del trabajo más propia de aquella que Gran Bretaña nos impuso desde el siglo XIX, en la que nuestro suelo patrio no tiene otro lugar que el de ser una mera granja de productos primarios, sin valor agregado. Tal el triste rol que la plutocracia mundial nos ha asignado y que una parte abyecta de la clase política vernácula se empecina en implementar, sin un mínimo de dignidad.