Por Nora Merlin *
No se pueden ignorar ciertas noticias, pero es imposible evitar que nuestra conciencia sea invadida por un sentimiento desolador: ¿hasta qué extremos podrá llegar tanta desaprensión por la dignidad de las personas? La barbarie avanza en el mundo globalizado, denunciarlo es, tal vez, un modo de detenerla.
Los ´80 dejaron atrás el fordismo y el estado de bienestar, para dar lugar a un capitalismo caracterizado por los flujos financieros y una salvaje exclusión social. El neoliberalismo se entrama en la cultura, se apropia de los estados, que se vuelven impotentes en sus funciones principales: disminuir la hostilidad, asegurar protección y amparo para las personas. Las democracias dominadas por la lógica del mercado presentan gobiernos que se limitan a gestionar y cumplir órdenes impartidas por el poder financiero. La bestia capitalista es un dispositivo de producción de objetos y acumulación de capital, que incrementa su poder a costa de la subjetividad resultando indiferente a cualquier signo que represente humanidad. Se obtiene de este modo una “civilización” que conforma una especie de barbarie globalizada, sometida a incalculables desigualdades y constantes procesos de homogenización, dando lugar a lo que Freud teorizó como masa, modo social paradigmático del neoliberalismo. El psicoanalista vienés vio en ese funcionamiento un prolegómeno del totalitarismo.
En otro artículo acuñamos la expresión “época del biomercado”[1] para definir cómo en la actualidad el mercado actúa como un dispositivo de poder sobre los cuerpos. Paralelamente se debilitan los mecanismos simbólicos de regulación de lo social, por el funcionamiento de la premisa del “como si”, lo que conduce a un sometimiento de los individuos que descarnadamente se encuentran expuestos a la pulsión de muerte, al relajarse los dispositivos protectores de la subjetividad.
Se trata de un afán de consumo llevado a su máxima expresión, al punto de presentarse como un comernos los unos a los otros y consumir hasta reventar. El neoliberalismo constituye el triunfo arrasador de la pulsión de muerte en el cuerpo social, que opera a favor de la desintegración de los lazos libidinales entre las personas, produciendo exclusiones y salvajes destituciones de la subjetividad. El mercado decide y administra un modelo de vida y de muerte de la población, determinando quiénes deben vivir y quiénes deben morir. Se trata del cálculo tanático de la exclusión llevado a sus últimas consecuencias; una parte de la población “no entra”, vastísimos sectores sociales quedan indefensos y el desamparo constituye el rasgo que caracteriza a la época.
El neoliberalismo arrasa los ropajes simbólicos, la memoria, los discursos, la historia, la política y las singularidades. Un sujeto sometido al actual dispositivo del mercado, cruel e insaciable, queda a la intemperie, desprovisto de mecanismos protectores, en situación de permanente amenaza por la pérdida de derechos y condiciones de existencia, instancias que lo organizan en la escena del mundo. Sin un estado que lo contenga, lo escuche y lo cuide, queda expuesto a la emergencia de una angustia de tipo radical, resultando el afecto paradigmático del capitalismo. Desvalimiento y desamparo son términos que definen el estado de mayor angustia tanto en Freud como en Lacan. Freud en relación a esa angustia, refiere la Hilflosigkeit, el desamparo en el que el hombre en esa relación consigo mismo no puede esperar ayuda de nadie: el desasosiego absoluto. La destitución del sujeto y un cuerpo social no escuchado, no registrado y desamparado, constituyen el caldo de cultivo para la descarnada irrupción de la angustia.
El acting-out y el pasaje al acto constituyen movimientos colindantes a la angustia: el primero implica un intento de subir a la escena, y el segundo una salida de la escena, un dejarse caer. Este se produce cuando alguien asediado por la angustia en un punto extremo de la subjetividad, pierde el recurso a la palabra y las coordenadas simbólicas que le permitían sostenerse en el mundo. Desde la perspectiva de Lacan, una de las claves del pasaje al acto las encontramos en el suicidio: un episodio que se presenta como loco porque el sujeto, ante esa angustia radical, se identifica al objeto desligándose absolutamente del Otro. El pasaje al acto es una respuesta que se produce cuando los sostenes simbólicos se desvanecen y no queda lugar más que para la sustracción del sujeto.
El gobierno de Cambiemos genera desocupación, ajuste, flexibilización laboral, quita de subsidios, endeudamiento y aumento de la pobreza. Intentó la reducción de pensiones a los sectores más vulnerables como los discapacitados y las pensiones por viudez, así como miles de ancianos en permanente amenaza con jubilaciones que no alcanzan, sometidos al drama de no llegar a fin de mes. El actual gobierno con su modelo neoliberal ataca todos los flancos que significan dignidad e identidad: el trabajo, la obra social, los remedios, los derechos, la pensión, etc. De esta forma, desorganiza la vida, como dijo Cristina en su último discurso, desestabilizando y generando desamparo y angustia.
¿Qué importa una persona?
Rodolfo Oscar Estivill se suicidó en la oficina de Anses de Mar del Plata, tenía 91 años, antes de morir le dijo a su sobrina “Ya no aguanto más. Dejame solo. Este es mi destino. No puedo seguir viviendo en esta situación”.
Edgardo Nicolás, jubilado, se quitó la vida en un baño de discapacitados en el Hospital Español, dejándole una carta a María Eugenia Vidal, que decía que se suicidaba a causa de su insostenible situación económica, y pidiéndole a la gobernadora que se hiciera cargo de los gastos del sepelio y la cremación.
Una persona indefensa, identificada al resto inútil del sistema, se suicida. ¿Qué lectura cabe que no sea política? Son pasajes al acto realizados en el espacio público con claros mensaje desesperados, de aquel que ya no espera nada porque es inútil. Afirmar que estas tragedias no deben interpretarse desde lo político, no es más que una tentativa cínica para no hacerse cargo de los actos que un gobierno produce.
* Nora Merlin- Psicoanalista, Magister en Ciencias Políticas, autora de Populismo y psicoanálisis
Fuente: La Tecl@ Eñe – Buenos Aires, 6 de julio de 2017
[1] www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-309391-2016-09-15.html