Por Alejandro López González
El coronel (r) Richard H. Black, ex senador del Estado de Virginia, y ex oficial del Cuerpo de Abogacía General de la Marina de Estados Unidos (JAG), señaló que hay generales retirados que ahora se han puesto en activo en una conspiración militar contra el Presidente Donald Trump. El coronel Black señala que estos generales están violando la Sección 88 del Código Uniforme de la Justicia Militar. Da los nombres y dice qué es lo que el Presidente debería ordenarle que haga a Mark Esper, Secretario de Defensa, si es que este no lo hace por iniciativa propia. Los generales insurrectos han utilizado la publicación Defense One para promover el derrocamiento de Donald Trump. Esta publicación ahora es propiedad de la compañía Atlantic Media, en especial de Laurene Powell Jobs, quien ha sido crucial en el financiamiento a la campaña política que respalda a Kamala Harris (candidata a vicepresidente por el Partido Demócrata). Además, Atlantic Media publica también la revista The Atlantic que está propagando la narrativa de que Trump está denigrando a las fuerzas armadas y que no reconocerá su derrota en las elecciones presidenciales de Noviembre de 2020. Por su parte, la asalariada de las élites globalistas, Hillary Clinton, ha dicho que Joe Biden no debe reconocer un triunfo electoral de Donald Trump porque este posible triunfo sería seguramente producto de un fraude. La revista Defense One, por su parte afirma que las fuerzas armadas de los Estados Unidos deben prepararse para sacar del poder a Donald Trump a partir del 20 de enero, cuando se niegue a entregar el poder (algo que Trump nunca ha dicho que estuviera pensando hacer).
Primer panel de la conferencia del Instituto Schiller del 5 y 6 de septiembre
La realidad socioeconómica de los Estados Unidos hoy, es decir, 50 millones de personas en situación de pobreza y un 25% de desempleo nacional, no son para nada atribuibles al gobierno de Trump, en esto hay que ser objetivos. La popularidad de Donald Trump, antes de la pandemia de COVID-19 y las protestas anti-racismo y brutalidad policial, hacia ver imposible cualquier posibilidad de derrota electoral del presidente norteamericano. Trump aventajaba en más de 20 puntos a cualquier candidato del partido demócrata, antes de toda la debacle económica global producto de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, actualmente la crisis económica, desempleo y mal manejo de la crisis sanitaria le han golpeado en su popularidad y lo han puesto a 8 puntos por debajo de Joe Biden, aunque Trump se viene recuperando rápidamente y esto sigue preocupando a las élites globalistas y sus empleados asalariados del partido demócrata de los Estados Unidos. El 18 de Diciembre de 2018, las cámara de los lores del Reino Unido hizo público un informe en el que se anuncia que el poder británico debe detener a como dé lugar cualquier probabilidad de reelección de Donald Trump. Para eso, dice el informe, que se debe activar a todos los aliados políticos de Inglaterra dentro de Estados Unidos, para articular una estrategia de ruptura de la popularidad de Donald Trump. Pocas personas conocen del entrelazamiento de las agencias de inteligencia del Reino Unido con la CIA norteamericana (sería objeto de otro artículo el desarrollo de esta idea).
De acuerdo con el ex director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de los Estados Unidos, Bill Benney, en la conspiración contra Donald Trump, están involucrados directamente el ex presidente Barack Obama y la ex secretaria de estado Hillary Clinton. La primera conspiración contra Donald Trump se articuló durante la transición entre el gobierno de Obama y Trump. En ese momento, se espió a Donald Trump con la finalidad de encontrar elementos que permitieran vincularlo con una supuesta trama de conspiración en la que Vladimir Putin y Rusia habrían apoyado a Trump en las elecciones de 2016 y hackeado el sistema para cometer un fraude contra Hillary Clinton. El exdirector de la NSA, Bill Benney, ha atestiguado en tribunales que esta posibilidad es insólita, no es posible que algo así haya sucedido y, de hecho, los tribunales han determinado que el llamado “RussiaGate” es un completo bulo, no existió ni hay posibilidades de que algo así haya ocurrido. Sin embargo, medios en poder de las élites globalistas siguen hablando como si el caso del “RussiaGate” fuera una realidad. En este sentido, la verdadera investigada por los tribunales en este caso es la ex secretaria de estado Hillary Clinton.
En definitiva, hay una conspiración clara y abierta contra Donald Trump en los Estados Unidos, sin embargo, los grandes medios de desinformación como CNN, no se hacen eco de esta trama político-militar para derrocar al presidente democráticamente electo de ese país. Es falso que haya habido una conspiración rusa y es cierto que hay una trama militar articulándose para derrocar a Trump en caso de que gane las elecciones. Existen otras vertientes de conspiración como es la promoción que hace el partido demócrata de un posible voto por correo que sea fácilmente manipulable para un fraude en contra del actual presidente, entre otras, que serían muy largas de detallar una a una en este artículo. El peligro mayor es que esta situación podría escalar a un conflicto civil enorme en caso de que las elites globalistas sigan adelante con sus planes de golpe de estado contra Trump ya que los radicales de ambos bandos ya se enfrentan en las calles de los Estados Unidos y hay milicias armadas de civiles tanto del bando negro como blanco que podrían desbordar a las fuerzas de orden publico en cualquier momento y desatar un conflicto civil de grandes proporciones en ese país.
La posibilidad del golpe de Estado en nuestro país vecino del norte parece, seguramente, muy remota o descabellada para muchos. Por otro lado, la posibilidad de una guerra civil podría sonar a película distópica o al argumento de una novela de ficción o de una sería apocalíptica de Netflix. Hace algunos años, Marcelo Colussi publicó un artículo cuyo titulo evocaba el dogma latinoamericano que reza que “En EEUU no hay golpes de Estado porque no hay embajada americana”. Eso es cierto, en Estados Unidos no hay embajada americana, pero si hay dos estados paralelos que muchas veces se confunden en uno solo, pero que son muy distintos y antagónicos. Si revisamos la historia reciente, podríamos decir que, aunque no haya habido golpes militares, sí que ha habido presidentes derrocados por un estado oscuro y desconocido y que opera detrás de las luces de las cámaras y flashes de la prensa presidencial.
El 27 de abril de 1961, el expresidente J.F. Kennedy afirmó que en Estados Unidos había sociedades secretas u operadores políticos detrás de bastidores que pretendían controlar el rumbo de esa nación en contra de la voluntad ciudadana y a favor de una agenda privada y secreta, contraria a los intereses de la mayoría. Todos sabemos el destino del expresidente Kennedy. No voy a hacer un recuento histórico de las conspiraciones dentro de los Estados Unidos, sólo quiero evidenciar que no hay un poder monolítico, único o hegemónico dentro de ese país. No hacen falta embajadas americanas en Washington para conspirar contra quienes se oponen a la agenda global privada de las élites financieras, no hace falta una embajada cuando estos operadores están entrelazados con el mismo estado e instituciones públicas de ese país. El tristemente célebre Richard Nixon, representa un caso curioso de claro derrocamiento de un presidente. Nixon, que había sido vicepresidente con Dwight Eisenhower entre 1953 y 1961, fue asimismo quien puso en marcha la diplomacia secreta que en 1973 sacaría de Vietnam las tropas de combate de EEUU tras una guerra que desgarró a la sociedad, con más de 58.200 muertos norteamericanos, y erosionó el ya decadente prestigio mundial de Washington. Tras una visita a Moscú, durante la cual se reunió con el secretario general del Partido Comunista, Leonid Brezhnev, Nixon negoció y firmó el primer pacto integral de límites a las armas nucleares estratégicas de ambas superpotencias, y un tratado que prohibió el desarrollo de sistemas para interceptar misiles. En la política interna, Nixon tuvo iniciativas que indigestarían a los republicanos conservadores de 2014: la creación de la Agencia de Protección Ambiental, la Ley de Aire Limpio, la Agencia de Seguridad y Salud Laboral, los esfuerzos para completar la integración racial en la educación y el apoyo a una enmienda constitucional sobre igualdad de derechos de las mujeres. Pero todo esto fue detenido y cortado de tajo con el escándalo de WaterGate que lo expulsó de la presidencia de Estados Unidos y lo envió al pozo séptico de la historia de ese país. Ni Nixon ni Kennedy son políticos de los que podríamos decir que fuera especialmente amistosos con América Latina, pero si eran bastante incomodos para las élites financieras que comenzaban a apoderarse del control absoluto de la política estadounidense, y eso es suficiente para sacarlos de circulación violentamente (Kennedy) o institucionalmente (Nixon).
Hoy gobierna en Estados Unidos un outsider llamado Donald Trump ¿Qué significa esto de que es un outsider? Significa que Trump, para bien o para mal, no es un hombre del estado profundo norteamericano. La sede del poder globalista no está en ninguna capital, ciudad o país particular, sino a través del mundo entero. Sin embargo, podría decirse que la ubicación simbólica del poder de esta élite es Wall Street y la City de Londres (imperio británico). En este contexto, la situación actual de independencia y autonomía de Trump, respecto a los intereses particulares de esas elites es intolerable para ellos.
Entendamos que esta lucha interna nada tiene que ver con una lucha del bien contra el mal o de una lucha con un noble espíritu social y democrático, es una lucha intestina por el control de la vida de los ciudadanos del país mas poderoso del mundo. Por el control de la granja humana más productiva del planeta y del ejército más poderoso que ha conocido la humanidad, para ponerlo al servicio de intereses privados particulares de las élites sinarquistas y ocultistas globales (como lo hicieron Bush, Chenney, Obama, Biden y Hillary) en contra de las élites industriales estadounidenses. La contraparte, representada hoy por Donald Trump, lo que pretende es poner a esta granja humana estadounidense al servicio del aparato industrial productivo nacionalista, patriótico, idealista (en el sentido filosófico de la palabra) y cristiano protestante de los Estados Unidos. Es la lucha entre las élites globalistas que pretenden una reducción de la población a través de la promoción de las ideologías pragmáticas amorales, ateístas y nihilistas en contra de los industriales, trabajadores y granjeros con valores espirituales diversos entorno al cristianismo cultural, patrones morales conservadores y valores patrióticos basados en la visión de estados nacionales soberanos. Repito, no es una lucha entre buenos y malos, cada uno es libre de asumir una u otra posición en esta lucha global que hoy tiene su frente de batalla más inmediato en los Estados Unidos.