Crece la protesta en Francia: medio millón de manifestantes volvieron a marchar contra el Pase Sanitario de Macron

Cientos de miles de personas salieron a las calles en diferentes ciudades de Francia para protestar en contra de las medidas sanitarias para controlar la propagación de covid-19, como la vacunación obligatoria para el personal sanitario y el pase sanitario (certificado de vacunación o test negativo de coronavirus) para ingresar a cafés, restaurantes, y viajes de larga de distancia en bus, tren o avión.

Las marchas fueron convocadas en más de 150 ciudades de Francia y en total participaron más de 480.000 personas, según las fuerzas policiales, y cerca de 237 mil personas de acuerdo al Gobierno. En cualquier caso, la cifra total superó a los 204.000 que contabilizó la administración de Macron el sábado anterior, 31 de julio, a su vez mayores a las 161.000 del sábado 24 o las 110.000 del día 17 y resulta significativamente alto para ser en mitad del verano boreal.

Las marchas llegan a dos días de la entrada en vigor de gran parte de las restricciones y coincidieron con un nuevo mensaje del presidente Emmanuel Macron, que volvió a instar a la vacunación.

Desde el lunes habrá que mostrar un certificado de vacunación, un test PCR negativo o un certificado de recuperación de la enfermedad para poder acceder a los cafés y restaurantes, salas de espectáculo y ferias profesionales, o para realizar un trayecto largo en avión, tren o colectivo.

Macron impulsó estas medidas para presionar a quienes rechazan vacunarse. Sin embargo, las multitudinarias protestas evidencian estas medidas como un ataque a las libertades de las personas. Muchos franceses ven en esta imposición del pase sanitario una “obligación camuflada para vacunarse” y el principio de “una sociedad de control”, y anticipan que los empleadores podrían suspender temporalmente el contrato de un trabajador si este no tiene el pase en regla.

“Aunque no me quedará otro remedio, voy a boicotear a todos los comercios que lo pidan. Soy creadora, voy a ferias y mercados y habrá ciertas actividades que no vaya a poder hacer. Va a ser complicado a nivel financiero, pero acepto asumir ese riesgo”, explica a EFE Marie, participante en la protesta parisina.

Christophe, un técnico de radiología, sabe que puede quedarse sin empleo en poco más de un mes si sigue negándose a vacunarse. “Perderé mi trabajo, pero seré coherente. También estoy dispuesto a detener mi vida normal” en ausencia de certificado para poder ir a cines o restaurantes, dice este sanitario que este sábado se manifestó en París. Asegura que no es antivacunas en general, pero considera que los gobiernos se han precipitado a la hora de “imponer unas vacunas de tecnología ARN no completamente probadas aún”, lo que le lleva a rechazarlas.

“Somos ciudadanos responsables, absolutamente comprometidos en la defensa de nuestros derechos fundamentales y de nuestras libertades. Somos irreprochables, estamos unidos y sin etiquetas políticas”, señaló Sophie Tissier, del colectivo ‘Paris pour la Liberté’.

Sanna, una parisina treintañera, se unió este sábado por primera vez a uno de los cuatro cortejos convocados en la capital francesa. Para Sanna, la imposición del certificado sanitario supone una “enorme restricción de libertades que no sabemos cuándo recuperaremos”. “Es un chantaje nacional indigno de una democracia moderna” que va a provocar una “segregación, al límite de un apartheid, entre los vacunados que podrán vivir la vida normal y los que no están vacunados”.

Las fuerzas policiales efectuaron 35 arrestos y siete agentes resultaron heridos.​_”Esta lucha va a continuar”, afirmó a EFE Franck, ingeniero de 51 años no vacunado. “El certificado sanitario es liberticida y erosiona el pacto de igualdad. Son medidas totalmente desproporcionadas con la situación”.

“Macron, no quiero tu pase sanitario” o “Macron, no queremos ni verte” fueron algunos de los lemas escuchados en el centro de París, en una protesta que contó con “chalecos amarillos” entre los participantes.

Frente a las protestas en aumento, el ministro de Sanidad francés, Olivier Véran, en una entrevista en el diario Le Parisienal, anunció cierta “relajación” en las medidas, extendiendo la validez de las pruebas negativas para los no vacunados para que sean de 72 horas y no de 48, y posibilitando que se realicen “autopruebas supervisadas por un profesional de la salud”.

Ante la proliferación de mecanismos por parte de la población para sortear el mecanismo, el gobierno anunció que el uso del pase sanitario de otra persona podrá ser castigado con hasta 750 euros de multa.

El certificado europeo covid —que acredita haber sido vacunado, disponer de un análisis negativo o haber superado la enfermedad— ha pasado, en poco más de un mes, de ser un documento para viajar a convertirse, de manera creciente, en un controvertido salvoconducto para la vida cotidiana. Ya se han expedido más de 300 millones de certificados en toda la UE (13 millones en España) y 21 países lo exigen para acceder a conciertos, espectáculos, encuentros deportivos, bodas, bares o piscinas. Cada uno tiene su sistema y sus restricciones.

Las fuerzas policiales francesas efectuaron 35 arrestos y siete agentes resultaron heridos. En Alemania, el pasado domingo hubo más de 600 detenidos en el transcurso de manifestaciones no autorizadas. La batalla política, social y judicial contra el modelo distópico de certificados vacunatorios no ha hecho más que comenzar en Europa.

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