Conociendo al enemigo: así piensa el PRO

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Un grave error de muchos sectores políticos populares fue el de menospreciar al enemigo neoliberal: entenderlo como un rejunte de personajes brutos y huecos solo guiados por un buen marketing. Sin embargo, el PRO supo orquestar los lineamientos que está imponiendo EEUU en toda la región en un proyecto orgánico y sistematizado. Sus personeros  no improvisan: abrevan en doctrinas económicas neoliberales que a pesar de probarse fracasadas en el mundo, gozan de simpatía en amplios sectores académicos y empresarios (aún contra sus propios intereses en muchos casos). Conocer al enemigo es un requisito para plantear su superación. Compartimos un análisis del sociólogo Ricardo López realizado en base a “La Doctrina del Shock” de Naomi Klein: 

El Mundo-Pro (primera parte)
por Ricardo Vicente López – Lic. en Sociología – Profesor de la UNS y Universidad del Salvador – rvlopez@uns.edu.ar

A partir del cambio de gobierno se comenzó a correr el cortinado decorativo, que ofrecía un fondo adecuado a las promesas de los discursos de campaña. Comenzó entonces a denudarse, casi estrepitosamente, la verdad que exhibía el conjunto de las medidas aplicadas que demostraban un color claramente empresarial. Todo esto se presentaba bajo la justificación de confesar que sabían que eran muy duras para gran parte de la población, pero que en muy corto plazo emergerían las bonanzas que ese shock estaba posibilitando. Todo ello no lograba disimular el temible casi oxímoron que anunciaba: “Van a estar mucho peor para poder estar mucho mejor”, expresado en otras palabras: “Los hundimos en el infierno para después poder ingresar al paraíso”. El baño de agua helada permitirá disfrutar la tibia temperatura de las aguas futuras…

Si todo esto tiene cierto carácter demencial debemos recordar que en ello no hay ninguna novedad, todo viene envuelto en la Doctrina del galardonado Milton Friedman (1912-2006), aunque esto hoy no es confesable. La aplicación de esta doctrina, iluminada con los resplandores de un Premio Nobel, en aquellos países cuyos dirigentes fueron atrapados por “las verdades irrefutables de la ciencia de la Universidad de Chicago”, produjo desastres sociales que ahora deben ocultarse.

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Milton Friedman

Es muy interesante revisar las propuestas de este cuasi-dios de las carreras de economía, de diversas universidades en los años setenta, ochenta y noventa que, además, se siguen enseñando en las cátedras especializadas: micro y macroeconomía. Uno de los atractivos que tienen los libros de Friedman radica en la particularidad de estar escritos en un lenguaje accesible a cualquier ciudadano de a pie, en ello se diferenciaron de la críptica escritura de otros economistas. Su lectura puede ser atrapante por la aparente sencillez de sus propuestas dentro del marco de una cultura que exalta la libertad individual, desasida de todo compromiso social.

Este notable investigador fue una persona que intentaba construir países en los cuales la libertad se ejerciera con las menores restricciones posibles, se podría decir, sin temor a exagerar, que pensaba como un anarquista. Esta afirmación puede sorprender a todo aquel que no conozca el liberalismo de los siglos XVIII y XIX; éste postulaba principios que compartía con el anarquismo de la época: la negación del Estado como una institución de equilibrio social, liberar a los individuos de toda traba que dificulte el libre ejercicio sus voluntades, entre otras ideas. Los diferenciaba el concepto sobre la propiedad: para los anarquistas debía ser abolida, para los liberales era la garantía básica de la libertad.

Anarquismo-Neoliberalismo

Es decir, pese a que esto sorprenda, el Premio Nobel era un idealista que soñaba con una sociedad no libre, libérrima, casi perfecta, en la cual todos los ciudadanos – sobre todo en su calidad de concurrentes al mercado— dispusieran de una libertad sin límites. El juego de las libertades contrapuestas lograría un equilibrio que satisfarían los deseos de cada uno.

Friedman, en 1950, conoció a Friedrich von Hayek (1899-1992), filósofo, jurista y economista de la Escuela Austríaca, después sería también premiado con el Nobel. Ambos fueron profesores de la Universidad de Chicago. Quedó deslumbrado por la amplitud y profundidad de su cultura, de sus conocimientos y se convirtió en su maestro, guía y consultor. En él encontró los fundamentos filosóficos del individualismo que servirían de sostén a su tesis sobre la libertad del individuo como principio inamovible.

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En Friedman la formación base de su pensamiento se sostuvo en la estadística y las matemáticas, disciplinas en las que se destacó, e influyeron decididamente en su modo de pensar la economía. Esto sesgó su pensamiento hacia una modelización rígida fundamentada en las ecuaciones y los silogismos. Como se ve estamos frente a uno que miraba el mundo desde una torre de cristal.

Esto marca claramente la distancia que lo separaba de las ciencias sociales. En sus postulados teóricos no tenían cabida las vicisitudes de la historia ni los conflictos sociales. Por tal razón centraba su principal preocupación en erradicarlos con su propuesta, tarea sencilla en su laboratorio. La libertad que proponía se resolvía dentro de las ecuaciones de su mercado perfecto, casi celestial, en el cual los hombres virtuosos convivían en el ejercicio de sus libertades y no entraban jamás en conflicto de intereses. Debemos imaginar una sociedad compuesta por supuestos caballeros ingleses angelicales. En ella se desarrollaría el esquema de la satisfacción infinita de los hombres puros. Si esto puede parecer fantasioso se puede comprender mejor porque hablé de idealismo, casi delirante.

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Me voy a apoyar en el famoso libro de Naomí Klein La doctrina del Shock – El auge del capitalismo del desastre (2008) con una descripción de la Doctrina de Milton Friedman. La escritora canadiense se extiende en un análisis de una relación que considera existente, y la propone como tesis: la tortura aplicada en algunos países es un paso previo necesario para la implementación de los planes económicos aplicados por los famosos chicago-boys. Utiliza el caso de la dictadura militar en Chile como un ejemplo, entre otros. A pesar de no ser muy consistente esa relación, su argumentación no deja de ser de mucha utilidad por cómo desarrolla sus argumentos.

Recordemos que la propuesta del Premio Nobel de economía (1976) tenía como meta final la construcción de una sociedad de hombres libres en la cual la libre concurrencia al mercado era la base institucional de su funcionamiento. La síntesis de la propuesta, la autora la describe así:

Para que los gobiernos volvieran al camino correcto, Friedman, en su popular libro Capitalismo y libertad, diseñó lo que se convertiría en el manual del libre mercado y que, en Estados Unidos, constituiría el programa económico del movimiento neoconservador. En primer lugar los gobiernos deben eliminar todas las reglamentaciones y regulaciones que dificulten la acumulación de beneficios. En segundo lugar deben vender todo activo que posean que pudiera ser operado por una empresa y dar beneficios. Y en tercer lugar deben recortar drásticamente los fondos asignados a programas sociales. Los impuestos, tenían que existir, pero debían ser bajos y ricos y pobres debían pagar la misma tasa fija. Las empresas debían poder vender sus productos en cualquier parte del mundo y los gobiernos no debían hacer el menor esfuerzo por proteger a las industrias o propietarios locales. Todos los precios, también el precio del trabajo, debían ser establecidos por el mercado. (los destacados son míos)

Permítanme una ironía: “Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia”.

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Esta propuesta económica se presentó como la contrarrevolución de la Escuela de Chicago en su enfrentamiento con las ideas del economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), considerado uno de los más influyentes del siglo XX. Las propuestas de este economista fueron tomadas por el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, como base de su programa del New Deal, con el cual los Estados Unidos (1933-1945), pudieron superar el desastre producido por el quiebre de la Bolsa de Nueva York de 1929. Friedman enemigo de esa propuesta pretendía “que los trabajadores devolvieran las medidas de protección que habían ganado y que el Estado abandonara los servicios que ofrecía a sus ciudadanos para suavizar los cantos más afilados del mercado”. Es decir, proponía eliminar todas las conquistas sociales, ¿Suena conocido?

El profesor de la Universidad de Chicago, la convirtió en una fortificación ideológica desde donde defendía y divulgaba sus ideas. Aunque las presentaba vestidas con un lenguaje académico, no podía disimular las muchas coincidencias que presentaba con los intereses de las grandes multinacionales, que por su naturaleza ansiaban nuevos grandes mercados sin trabas. Dice Klein:

El efecto enormemente beneficioso de hacer que las posiciones de las empresas fueran presentadas en boca de instituciones académicas o cuasi académicas hizo que llovieran donaciones sobre la Escuela de Chicago pero además, en muy poco tiempo, dio a luz a una red global de think tanks de derecha que darían cobijo a los soldados de a pie de la contrarrevolución en todo el mundo. (los destacados son míos)

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Milton Friedman junto a Pinochet en Chile

Había yo señalado más arriba, que la autora utilizaba el proceso militar en Chile como un ejemplo de las consecuencias que tuvieron las políticas de los chicago-boys. Por eso dice:

Está claro que Chile nunca fue el laboratorio «puro» del libre mercado que muchos de sus partidarios creyeron. Al contrario: fue un país donde una pequeña élite pasó de ser rica a super-rica en un plazo brevísimo basándose en una fórmula que daba grandes beneficios financiándose con deuda y subsidios públicos, para luego recurrir también al dinero público para pagar aquella deuda. Si uno consigue apartar el boato y el clamor de los vendedores de ilusiones, el Chile de Pinochet y los de Chicago no fue un Estado capitalista con un mercado libre de trabas, sino un Estado corporativista. (los destacados son míos)

El temible diagnóstico que ofrecía el Doctor Friedman, del cuadro social existente en su país en la década de los cincuenta, era un obstáculo, en una primera aproximación a sus ideas, para la aceptación del futuro paradisíaco que proponía construir: un mundo casi perfecto, como ya vimos. Debemos tomar en cuenta los resultados del New Deal, la salvación de haber participado en la Segunda Guerra mundial y el Estado de Bienestar. Todo ello había hecho olvidar en la posguerra la memoria de los ollas populares de los treinta. Era muy claro que, como decía Yupanqui que el profesor «galopaba contra el viento», y su palabra sólo era escuchada con devoción por los monjes de su secta.

Su pasión por el tema, sostenida por esas convicciones tan sólidas, no permitía albergar un camino de dudas sobre la potencialidad de su propuesta. Pensado desde nuestra actualidad, más de medio siglo después, hace pensar en la lectura del diario del lunes para acertar los pronósticos del domingo: ya conocemos las desastrosas consecuencias económicas, políticas y sociales a que fueron sometidos los países que creyeron en él. Sin embargo, si hoy debemos volver a revisar todo esto es porque hemos descubierto, y estamos padeciendo, las andanzas de algunos sacerdotes tardíos de esta religión social.

Pero es necesario retrotraernos a aquel tiempo para comprender la fe de sus discípulos. Nos puede ayudar en este intento percibir, como lo he hecho yo, enseñando durante décadas en el Departamento de Economía de la Universidad Nacional del Sur, el proceso del crecimiento de esas devociones. Una primera pregunta nos puede guiar: ¿Qué es lo que hace que la evidencia vivencial, cotidiana, de lo que cada ciudadano experimenta en la vida quede obnubilada por una doctrina que la desmiente y contradice plenamente? Sólo la convicción de la superioridad de un saber, la ciencia, entendida como una serie de silogismos y ecuaciones matemáticas que, como ya lo ha demostrado el progreso de la modernidad, explican y resuelven todo. ¿Explican y resuelven todo?

La situación que enfrentamos globalmente hoy, innegable para todo aquel que pueda mirar sin los lentes de los medios concentrados, habla de cosas muy diferentes. Pero el alumno universitario llega a esa instancia preparado por etapas anteriores que lo han introducido en esa fe. Si hoy puede haber alguna duda de ello, éstas no se presentaban en los cuarenta y cincuenta. Podemos comenzar a comprender la predisposición que tenían aquellos jóvenes ávidos de acceder a las revelaciones de las ciencias. El profesor Friedman reclutó a sus discípulos entre esos jóvenes, conciencias crédulas deslumbradas por la prédica de un Maestro de esa talla. Éste, a diferencia de muchos otros, no enseñaba sólo ciencia sino una fe inconmovible en sus descubrimientos, que se engalanaban con cuadros sinópticos, ecuaciones matemáticas y demostraciones estadísticas.

Una clave para todo ello puede encontrarse en el entusiasmo que producía en esos jóvenes que recibían la revelación del camino hacia esos logros. Pero ¿qué es el entusiasmo? Recurramos a la Academia de la lengua:

Sentimiento intenso de exaltación del ánimo producido por la admiración apasionada de alguien o algo, que se manifiesta en la manera de hablar o de actuar. La persona entusiasta es aquella que cree en su capacidad de transformar las cosas, cree en sí misma, cree en los demás, cree en la fuerza que tiene para transformar el mundo y su propia realidad. Está impulsada a actuar en el mundo, a transformarlo, movida por la fuerza y la certeza en sus acciones.

Propongo recordar esta definición para abordar, más adelante, nuestros intentos de comprender los misterios del Mundo-PRO. Por ahora, probemos valernos de esta serie de conceptos que van apareciendo para ir formando en nuestras cabezas algunas ideas madres que nos iluminen en esta tarea. El fenómeno de los resultados de la prédica del profesor de la Universidad de Chicago no está lejos de algunos procesos políticos de estos últimos años en la Argentina. En una versión más burda y tosca tenemos al profesor Durán Barba.

[ Próximamente publicaremos la segunda parte de este análisis ]

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