Cibertransnacionales de Israel espían a periodistas, dirigentes y activistas disidentes: Candiru, peor que Pegasus – Por Alfredo Jalife Rahme

Por Alfredo Jalife Rahme

Si el megaescándalo hoy abruma a Pegasus, de la empresa israelí NSO Group –que estalló con un retraso de cuatro años–, la efectividad pertenece a la ciberarma Candiru, también de Israel, infinitamente mucho más maligna (https://bit.ly/3Bokjhy).

Desde la matriz operativa del ciberespionaje del Ministerio de Defensa de Israel, Amitai Ziv expone que fue el anterior premier Netanyahu –al unísono de su íntimo aliado, el talmúdico Jared Kushner, yerno de Trump–, quien “empujó la venta de las ciberarmas (https://bit.ly/3rnJCvy)”: no solamente de Pegasus/NSO Group, sino también de otras empresas que son sus competidores, como Quadream, especializada en hackeo de celulares y con varios litigios a cuestas (https://bit.ly/3Bs6bUG), y Cellbrite, que “construye un dispositivo hardware UEFD que puede penetrar cualquier teléfono (https://bit.ly/3wTG59i)”, no se diga Candiru que hoy opera bajo su nuevo disfraz de Saito Tech Ltd.

Amitai Ziv desnuda que con el impulso de las ventas de ciberarmas con Netanyahu y Kushner, “Israel detenta “intereses geopolíticos” –donde se expone la colusión de Netanyahu con el ex presidente de México, Enrique Peña Nieto–, acoplados a los “Acuerdos Abraham” (https://bit.ly/2V2m5E9). A Amitai Ziv le faltó exhibir la suprema colusión entre el talmúdico Kushner y Videgaray, el verdadero poder tras el trono de Peña. La venta del ciberespionaje militarizado forma parte de la “seguridad (sic) de Israel”, al grado tal que la empresa israelí NSO determina su venta de acuerdo con la virtud kosher del cliente.

Amitai Ziv expone cómo la tecnología de ciberespionaje israelí “se volvió la selectiva arma de los dictadores” cuando “Israel desde hace mucho es un exportador de armas a muchos estados, varios de los cuales violan frecuentemente los derechos humanos (https://bit.ly/3hUbDrG)”, y ahora lo hace con sus ciberarmas, tipo Pegasus y Candiru, que le reditúan una fortuna.

Por cierto, el mercader israelí de NSO para México, con filiales pantalla en Panamá, es Uri Emmanuel Ansbacher Benarama, director de KBH Aviation SA, de Mecale SA de CV y negocios en CCTV (https://bit.ly/3zk5ISk): implicado en lubricaciones mafiosas con los panistas de Conagua y Korenfeld (https://bit.ly/3hPt7W2 ), donde la mafia israelí de Netanyahu se atragantó con casi 4 millones de dólares de “comisiones (https://bit.ly/3roUSrv)”. Ansbacher ya traía una sulfurosa biografía criminal a cuestas desde hace 21 años y su socio era Avishay Shmuel Neria: ¡cónsul honorario de México en Haifa (Israel)! ¿Quién lo nominó y aprobó?

En medio del tsunami por la develación más detallada del añejo escándalo de Pegasus/NSO Group, Edward Snowden, ex consultor de inteligencia informática en la National Security Agency (NSA), exilado en Rusia, comentó que los ciudadanos carecen de protección frente a los malignos malware tipo Pegasus: “¿Qué puede hacer la gente para protegerse de las armas nucleares?” ¡Obviamente, nada!

Snowden refiere que “existe cierto tipo de industrias, de sectores, en los que no existe protección, por lo que se trata de limitar la proliferación de estas tecnologías. No permitimos un mercado comercial a las armas nucleares” por lo que la única solución viable es una moratoria internacional para su venta. Snowden se centra en el carácter mercantilmente redituable de las ciberarmas y soslaya que están conectadas matricialmente al Ministerio de Defensa de Israel –específicamente, en el caso de Candiru, a la “Unidad 8,200” especializada en el hackeo ajeno– y pierde de vista el carácter de control geopolítico que ejercen las trasnacionales cibernéticas de Israel sobre los países –lo cual va más allá de la banalidad pecuniaria de empresas con disfraz “privado” (https://bit.ly/3kRIsr9).


Candiru: Si se compra el paquete de 16 millones de euros, permite un número ilimitado de intentos de infección por parte del software espía, pero el seguimiento de solo 10 dispositivos simultáneamente. Si se le agregan 1,5 millones de euros al paquete, se pueden monitorear 15 dispositivos adicionales de forma simultánea y ampliar a otro país el espionaje. Si se pagan 5,5 millones de euros adicionales, el cliente puede monitorear 25 dispositivos adicionales simultáneamente y realizar espionaje en cinco países más.

Independientemente de que sea imperativa la prohibición de las indetectables ciberarmas de destrucción masiva (https://bit.ly/2UvlzPk), los países tienen la perentoria obligación civilizatoria de legislar en consecuencia para proteger a los indefensos ciudadanos enjaulados en la invisible cárcel cibernética (https://amzn.to/3Bry7HZ).

The Citizen Lab, de la Escuela Munk de asuntos globales de la Universidad de Toronto, devela a otro mercader del ciberespionaje: la empresa israelí Candiru que opera con varios nombres caleidoscópicos para engañar con su atroz malignidad (https://bit.ly/3BirSGG).

Amitai Ziv (AZ), del Haaretz, desnuda a la trasnacional de ciberataque Candiru, cuyo nombre proviene de un pez del Amazonas que parasita la uretra humana, que recluta principalmente en la unidad de espionaje 8200 y vende sus instrumentos ofensivos para hackear los sistemas de computación, además de celulares y el espionaje de los usuarios (https://bit.ly/3wKyvxF).

AZ explaya que el ciberataque es un gran negocio en Israel, cuya industria puede generar mil millones de dólares de ventas al año y cuyo mayor y más controvertido de sus jugadores (sic) es NSO Group, que vende sus equipos a Arabia Saudita y a México (sic), que los usan para espiar y reprimir a los disidentes.

El siniestro NSO fue fundado en 2010 por tres veteranos del ejército pertenecientes a la Unidad de Inteligencia 8200, quienes iniciaron sus pinitos en Pegasus, celebérrima por sus andanzas truculentas en México (https://bit.ly/2Tm4JBY): recluta a los “mejores hackers” del ejército que ganan entre 21 mil 400 y 90 mil dólares al mes.

Según AZ, Israel define a los instrumentos de ciberataque como a las otras armas (sic) y exportaciones que deben ser aprobadas por su Ministerio de Defensa (https://bit.ly/2UlGyUG).

Según Financial Times (15/7/21), el grupo de ciberataque israelí Candiru militarizó las vulnerabilidades de los productos de Microsoft y Google, lo cual permitió a los gobiernos hackear a más de 100 (sic) periodistas, activistas y disidentes políticos globales.

Candiru vende un software que permite a gobiernos represivos hackear las computadoras y los celulares a larga distancia.

¿Se puede disociar el espionaje privado (sic) de hecho controlado por el gobierno de Israel? El ciberespionaje de Candiru controla todo: desde los mensajes encriptados (sic) de Signal, pasando por las contraseñas, hasta mensajes de correo electrónico y redes sociales.

Por lo pronto, WhatsApp ha entablado un juicio a NSO.

Según The Citizen Lab, Candiru –que hoy navega con el disfraz empresarial Saito Tech Ltd– ha hecho lo imposible para ocultar su estructura accionaria, a sus empleados y a sus socios inversionistas –aunque han aparecido dos: Founders Group y Pico Venture Partners (https://bit.ly/2ThpXAO).

Desde hace cuatro años, el software Pegasus de NSO Group causó sulfurosos estragos en México, según la BBC de Londres (https://bbc.in/3ipPb8L), con la bendición de la tríada de Peña-Videgaray-Osorio Chong y su Cisen.

Hace unos días, estalló estruendosamente el asunto del ciberespionaje en México, debido a que el gobierno israelí se ha negado a extraditar al prófugo, torturador y presunto multihomicida de la carnicería de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, Tomás Zerón, policía de la mentada tríada.

The New York Times –muy cercano a Israel– alega que Israel no entrega a Zerón al gobierno mexicano como represalia por su política a favor de los derechos humanos de los palestinos en Gaza (https://nyti.ms/3xPMFyS). ¡Qué pecado capital!

El subsecretario de Derechos Humanos en México, Alejandro Encinas, imputó que Tomás Zerón tiene vínculos con empresas israelíes muy poderosas que emplearon sus influencias para ayudarle a escapar de México.

Zerón autorizó la compra de ciberataques de hackeo como Pegasus, del grupo NSO de Israel, que fue empleado contra periodistas, abogados y activistas (https://nyti.ms/3kswELs), en particular, contra el equipo de investigadores internacionales (https://nyti.ms/3inAgMk) del caso abominable de la carnicería estudiantil en Ayotzinapa.

¿Quién protege a los indefensos ciudadanos del ciberespionaje de los mercenarios de Candiru-Saito, mucho más maligno que los piratas de Pegasus-NSO Group en el mundo y en México, que son espiados matricialmente desde el Ministerio de Defensa de Israel?

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