Luis Espinoza, trabajador rural de 31 años, fue buscado durante una semana por sus familiares y amigos, tras desaparecer en el contexto de un operativo policial, con la excusa de controlar la cuarentena, en la localidad de Simoca, provincia de Tucumán. El cuerpo de Espinoza finalmente apareció en una zona rural de difícil acceso, 100 metros cuesta abajo de la ruta 65, a 300 metros del límite entre Tucumán y Catamarca.
El viernes 15, los hermanos Espinoza habían ido a caballo a casa de un familiar, en la zona del paraje Melcho, 70 kilómetros al sur de la capital tucumana, donde se llevaba a cabo un festival de carreras de caballos. Los hermanos se detuvieron a observar el espectáculo. Minutos después, efectivos de la Comisaría de Monteagudo llegaron al lugar para dispersar a los participantes.
Testigos aseguraron que Luis Espinoza fue subido a la camioneta de uno de los policías. Desde un primer momento, los familiares de la víctima señalaron que había sido asesinado por los policías, quienes luego ocultaron el cuerpo.
“A mi hermano le disparó la policía”, expresó su hermano, Juan Antonio Espinoza, y detalló la escena: “Mi hermano justo cuando me estaban pegando, se ha bajado del caballo y les dijo que no me peguen. Ahí sacan la pistola y le disparan”. “No alcanzo a ver bien porque justo me pegan en la cabeza y me tiran al piso. Y de ahí él ha desaparecido, no sabemos qué le han hecho”, explicó. Cuando Juan Antonio despertó luego de la golpiza, su hermano ya no estaba.
La comisaría de Monteagudo dio a conocer el hecho a la fiscalía 24 horas más tarde. De acuerdo a la versión oficial, Luis Espinoza se había “escapado monte adentro”. El comisario Montenegro afirmaba a la familia que no se lo podía considerar “extraviado” porque no había pasado aún el tiempo suficiente, lo que al día de hoy representaría una clara maniobra de encubrimiento.
En dos autos particulares del personal policial fueron encontrados rastros de sangre. Entre los policías acusados, dos ya tenían denuncias por apremios ilegales y por la muerte de otro joven.
Dos de los efectivos implicados rompieron el pacto de silencio que mantenían desde el viernes de la semana pasada para confesar que Espinoza fue herido mortalmente por uno de ellos durante el operativo y que luego, con la colaboración de otros colegas, se deshicieron del cuerpo. Los arrepentidos habrían dado pistas sobre el lugar donde fue arrojado el cuerpo.
Por el hecho se encuentran detenidos nueve efectivos que prestaban funciones en la comisaría de Monteagudo, que serán expulsados de la fuerza, además de un vigía ciudadano. Se trata del subcomisario Rubén Montenegro, el oficial José Morales, los sargentos René Ardiles y Víctor Salinas; los cabos José Paz, Claudio Zelaya y Miriam González; el agente Esteban Rojas González y el vigía ciudadano de la comuna de Monteagudo, Sergio Santillán.
Fuerzas de seguridad mal entrenadas y formadas, con personal uniformado sin los valores imprescindibles para ejercer dicha función, pueden encontrar en un contexto de cuarentena, símil toque de queda, el aliado perfecto y propicio para las peores prácticas. La repetición de este tipo de abusos en la provincia también carga de responsabilidad a los sectores políticos que la gobiernan.
Familiares, amigos y vecinos de este trabajador rural de 31 años y 6 hijos, realizaron una movilización este sábado frente a la casa de gobierno reclamando justicia.