Por Juan Manuel de Prada
Varios amigos me han hecho llegar en estos días un artículo firmado por Fernando del Pino Calvo-Sotelo que -según su propio autor revela- el diario ‘Expansión’ «censuró y retiró en el último minuto y de modo injustificable». El artículo, titulado ‘Basta ya’, se pronuncia contra el «programa de vacunación masiva» ante «una enfermedad que cursa leve para la inmensa mayoría de la población»; y considera que «su extensión a niños y adolescentes sanos es simplemente inmoral», recordándonos que «estas vacunas no impiden ni el contagio ni la transmisión, como estamos viendo» y, en cambio, exponen innecesariamente a los niños a potenciales efectos adversos. El autor del artículo recomienda a los padres que, «antes de tomar una decisión que será irrevocable, se lo piensen mucho y no se dejen arrastrar por razones equivocadas como la presión social, sino valorando exclusivamente los riesgos y beneficios para sus hijos, que no pueden defenderse ni opinar por sí mismos».
En su censurado artículo, Fernando del Pino Calvo-Sotelo refrenda todas sus afirmaciones con citas demoledoras de estudios publicados en la prestigiosa revista ‘The Lancet’ que prueban el ‘fiasco vacunal’, a las que añade datos oficiales también sobrecogedores de diversas instituciones públicas. Tales citas y datos prueban -o siquiera sugieren- que la ‘vacunación’ está relacionada con la aparición de nuevas variantes; también que los ‘vacunados’ se contagian con igual virulencia que quienes se han resistido a la inoculación. Fernando del Pino, por último, denuncia la vulneración de los principios éticos y médicos que se está perpetrando en Europa y arremete contra los ‘sátrapas regionales’ que han impuesto un grotesco salvoconducto de forma por completo supersticiosa, «pues el vacunado transmite el virus exactamente igual o más que el no vacunado».
Escalofría que un artículo tan ponderado y prudente (al que sólo se puede reprochar que llame reiteradamente ‘vacunas’ a unos combinados químico-génicos que han probado sobradamente no serlo) haya sido retirado de un periódico en un país donde supuestamente rige la ‘libertad de prensa’; y escalofría todavía más si reparamos en los apellidos de su autor, que colaboraba en ese periódico desde hace diez años. La plaga coronavírica ha servido para demostrar que la tan cacareada ‘libertad de prensa’ se trata, en realidad, de una engañifa sistémica que permite amplificar los rifirrafes inanes entre los negociados de izquierda y de derecha, para alimentar la demogresca que afianza la tiranía, pero en cambio se niega al disidente que se atreve a cuestionar los pilares ideológicos (ahora entreverados de cientificismo) sobre los que se asienta la tiranía. A la vista de lo que han hecho con las barbas de Fernando del Pino, yo tendría que estar poniendo las mías en remojo; pero tengo la infinita suerte de escribir en un periódico que siempre ha sido hospedería de apestados y malditos. Ojalá sus páginas acojan los próximos artículos de Fernando del Pino Calvo-Sotelo.