Por Horacio Rovelli *
Una buena descripción del panorama histórico que desemboca en un hoy de muy dudoso futuro. Los hábiles y astutos financistas mundiales produjeron el estallido de la burbuja de las hipotecas que desató la crisis 2007/8. Los que tenemos en la Argentina juegan en la “B” a pesar de lo que dice Marcos Peña.
La primera parte histórica puede leerse en http://lateclaenerevista.com/2018/03/13/argentina-la-estancia-la-banca-offshore-horacio-rovelli/
La situación actual
Pero todo este relato histórico tiene como fin demostrar que pese a la interrelación que existe, no es lo mismo el productor, en la actualidad serían los grandes terratenientes y productores agropecuarios como Grobocopatel, Benetton, Lewis, Turner, la sociedad de los Macri con Alejandro Jaime Braun Peña en Salta, la UIA (esencialmente los dos grupos dominantes Techint y Arcor) y las entidades representativas de los industriales, de los constructores, etc., que la cofradía de especuladores financieros y bancos, aunque todos operan con banca offshore y tienen negocios interrelacionados.
Esto es, los grandes productores pueden reciclar una parte de sus ganancias en el capital financiero y beneficiarse con el “carry trade” y la diferencial entre las tasas altas de las LEBAC y el menor ajuste cambiario, pero ello a su vez le va minando su capital productivo fruto de la competencia desleal que implica en un mundo sobre producido (con fuertes stocks a liquidar), el atraso cambiario, donde las importaciones sustituyen producción local por un lado, y las dificultades que tienen para exportar, porque la suba de las tasas de interés y de las tarifas incrementaron fuertemente los costos internos.
Siempre nuestros sectores dominantes fueron un mosaico difícil de definir, más ahora, donde todos se subordinan a la lógica del capital financiero internacional, pero el gobierno de Macri ha favorecido esencialmente al capital financiero y a las grandes empresas energéticas (donde paradójicamente también hay grandes productores como el caso de Joseph Lewis, poseedor de amplias extensiones de tierra en nuestra Patagonia y socio de Marcelo Mindlin en Edenor).
Techint por ejemplo se benefició con la instalación de sus plantas de caños sin costura en Houston –EEUU y con las medidas de protección arancelaria (el único producto en la Argentina que tiene un arancel del 40% para la importación es el acero) e incluso con el pedido del Presidente Macri al Presidente Trump que deje afuera de la modificación arancelaria al acero proveniente de nuestro país (léase Techint), pero pese a tener un mercado cautivo, el menor nivel de industrialización interno (producción de automóviles, línea blanca, envases de hojalata, etc.) significó menor demanda interna y por ende menor ganancia.
A Arcor, la otra gran trasnacional de origen argentino, que produce y distribuye caramelos, dulces, chocolates, helados, galletas, conservas, etc., que tiene una fuerte integración vertical que le permite elaborar la mayoría de los insumos que utiliza y también los envases de papel, cartón y celofán, puso el grito en el cielo cuando denunció que en el último año ingresaron 26 millones de latas de tomate de conserva desde Italia, en un salto que ponía al producto importado en el equivalente al 40% de la producción local.
Y si esto les pasa a los grandes, es necesario pensar lo que les sucede a las empresas medianas, pequeñas y micro emprendimientos que es el 98% del total de las firmas que producen en el país, máxime aquellas que son de mano de obra intensiva como el caso de las industrias textiles, calzados, gráficos, etc., que deben competir con un dólar atrasado que de hecho subvenciona las importaciones y los tours de compras al exterior.
La unidad del capital es la empresa productiva (como lo fue la estancia en el siglo XIX), pese a los buenos negocios generados para la minoría más rica del país, que compra dólares baratos porque los déficit fiscal y comercial obligan al gobierno a endeudarse por unos U$S 35.000 millones por año (alrededor del 7% del PIB), pero nada es para siempre, lo que beneficia a la faz rentista de nuestra burguesía, perjudica a la faz productiva y es allí donde los empresarios que tienen inversiones físicas y concretas en nuestro país, que compraron dólares baratos y participaron de los carry trade, se dan cuenta que los perjudica cuando ven que tienen altos costos internos para producir y que el mercado interno se les reduce por las crecientes importaciones.
Pero Macri y el gobierno de Cambiemos son Rivadavia, son Mitre, esto es una burguesía portuaria y rentística, los principales funcionarios de Cambiemos fueron puestos por los grandes bancos y solo conocen de “bicicleta financiera” y de fuga de capitales a las bancas offshore. Francisco Cabrera, Gerente General de la AFJP Máxima del Grupo HSBC es el Ministro de Producción, que Luis “Toto” Caputo sea el Ministro de Finanzas, cuando negó ser socio dueño del Fondo Noctua Partners y la documentación de la SEC (Comisión de Valores de los EEUU) demuestra que era propietario, fondo que litigó contra la Argentina por poseer títulos de deudas no pagados en la gestión Cavallo. Que Leandro Cuccioli sea nombrado titular de la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) cuando tiene la mayor parte de su capital en el exterior e integró el directorio de El Tejar, uno de los más grandes emprendimientos agropecuarios de la Argentina y el Cono Sur, pero que como empresa fijó su sede en las islas Bermudas, no se diferencian de los banqueros y financistas como Victorino de la Plaza, Manuel Quintana o José Figueroa Alcorta.
Sin embargo, llega un momento en que esa alianza, esa comunidad de intereses y de negocios se rompe, y por la misma combinación que se rompió en 1890, por la deuda creciente e impagable que termina en estrangulamiento del sector externo, por la fuerte concentración económica y por la desocupación y los bajos salarios.
Lo sufrimos en vivo y en directo en los años 2001 y 2002, déficit fiscal y déficit comercial muy similar al alcanzado por la impericia del gobierno de Macri (8% el consolidado de todo el sector público nacional y 4,5% el comercial) y ante ello, la banca acreedora propuso un plan canje, el 4 de junio de 2001, que refinanciaba los vencimientos a cinco años y a una tasa que iba del 14 al 18% anual en dólares, por supuesto todo derrapo en diciembre de ese año.
Como a ese final nos acercamos, cada sector busca llevar agua para su molino y allí salta la contradicción de los que aparecían apoyando a un gobierno liberal y subordinado a tomar deuda y que permite el ingreso de productos del exterior que se producen en el país, que ahora se vuelven a parar en la vereda del frente acusando con el dedo.
La UIA será lo que será, pero es la que tiene inversiones en el país y una importante generadora de fuente de trabajo (si se quiere súper explotados, etc. etc., pero en la Argentina actual hay 1.350.000 trabajadores en la industria). Por eso, cuando Miguel Acevedo, Presidente de la UIA, que representa a las grandes exportadoras de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), entre ellas Cargill, Molinos Río de la Plata, COFCO (que es la empresa China que compró Nidera y Noble) y la empresa de la que es Director, Aceitera General Deheza, ante el ingreso de productos alimenticios, enseres personales, calzado, textiles, etc., diga “Hoy más que el supermercado del mundo tenemos el mundo en nuestros supermercados”.
La idea del macrismo, es hacer negocios, financiarse con deuda (ahora vuelve a colocar Letras de Tesoro de 182 días de plazo, en dólares, lo que es ganancia segura para los que las compren y encima va a ser con la modalidad que la tasa la ofrecen los compradores y la determina el Ministerio de Finanzas en el “corte”) y seguir, como puede el Manual de la OCDE (que aspira a ser como Chile y que la dejen integrar ese listón de países desarrollados – y ya sabemos lo que entiende ellos por desarrollo).
En fin es largo el Rosario, pero los que tienen más intereses en producir que en especular, saben que la buena época se acabó, que el costo es cada vez mayor y que el futuro lo conocen y le temen, y que ganaban más plata y producían más cuando se defendía el mercado interno, y que podían repetir el proceso permanentemente, ahora ven que llegó el final del juego y que por más dólares baratos que compraron (y fugaron) la situación social y política se les puede ir de a mano y no confían en los CEOS de Macri, en su visión financiera.
* Horacio Rovelli – Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía. Miembro de EPA (Economía Política para la Argentina).
Fuente: La Tecl@ Eñe – 13 de marzo de 2018
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