Luis Tagliapietra, padre de uno de los submarinistas, en comunicación telefónica con el programa “Desde Estudio” sostuvo que “La jueza secuestro los tres discos rígidos y fue la única que tuvo contacto con los archivos. Debería haber convocado a peritos informáticos para poder estudiarlo, porque sino es como doña rosa. Lo que le pasó a los archivos es pura responsabilidad de ella. Hasta la fecha todavía no tenemos un equipo pericial. No se está manejando acorde a lo que la sensibilidad de la causa demanda. Si destruyó evidencia le cabe la recusación y el pedido de juicio político“.
Sobre el rol del Gobierno Nacional, Tagliapietra afirmó: “El acompañamiento del Gobierno Nacional es nulo. Lejos de acompañarnos se puso en la vereda de enfrente”.
Por otra parte, Valeria Carreras, quien encabeza una de las tres querellas en la causa penal, denunció que “hasta hoy no hemos podido ver las 67 mil imágenes porque los archivos enviados por la Armada al juzgado federal de Caleta Olivia o están dañados o no se ha aportado el software que se necesita. Los familiares de los 44 tripulantes y todos los argentinos, hemos tenido que conformarnos con ver tres fotos oscuras, parciales y editadas por la Armada, en las que se ve muy poco. Cuando observamos las fotos que fueron difundidas por la Armada, nos llamó la atención que en las zonas de fecha y datos se veía un sombreado de color azul y al respecto, se nos informó que fue la Armada la que ‘las editó (con los datos) en castellano. Otra vez los argentinos nos estamos comiendo un sapo, porque alegan que el problema es que el submarino estaba a 903 metros de profundidad, cuando en las fotos del avión en el que iba (el futbolista argentino) Emiliano Sala, se pueden ver con total claridad cada detalle y lo mismo ocurre con fotos de otros naufragios de barcos que han sido encontrados a tres mil metros de profundidad. Lo que está pasando con las fotos hace que los familiares sigan teniendo dudas razonables sobre la información oficial”.
El oscurantismo rodea con fuerza también a la propia jueza, quien sostuvo que “al momento de certificar el contenido del disco rígido WXNIE877X986 identificado como 13 Target Linstin y 18 Catlix Camera Photomosaic se encontraban vacías (‘O’ Bytes). De la carpeta identificada como 8 Cailix Camera Photomosaic /site Image stitching not corrected no se pudo visualizar el contenido del archivo individualizado como LR30 LR37 Part-1 modificldtif (…) tanto en ordenadores como software de base Windows 10 como en Mac Osx 10,13 con características técnicas suficientes para su reproducción”. Y hace una mención preocupante sobre dicho archivo que “aparece como ‘dañado’”.
La propia jueza se queja de que “conforme acta de protocolo, rubricada con fecha 03/12/18 por el capitán de navío Héctor Alonso (ARA) y el señor Timothy Maise (Ocean Infinity) en Ciudad del Cabo, república de Sudáfrica”, el disco rígido “contendría 156.613 archivos, 1447 carpetas y el espacio de memoria ocupado alcanzaría los 704.126.376.713 Bytes”, pero en la “certificación realizada por el actuario y personal del Area de Tecnología” de la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia “se advirtió que el mencionado disco rígido (HDDI) contenía realmente 156.571 archivos, 1446 carpetas y el espacio de memoria ocupado en el disco alcanzaba los 740.090.007.481 Bytes”. Por este motivo solicitó al contralmirante David Burden que “ponga en conocimiento de las autoridades de la empresa Ocean Infinity la totalidad de las novedades advertidas en el disco HDD1 a los fines de que los mismo ratifiquen o rectifiquen el contenido de los datos enviados” y que se contacte con “personal del Servicio de Hidrografía Naval a los fines de posibilitar la lectura de los archivos contenidos en los discos HDD2 y HDD3”.
¿Qué oculta con tanto ahínco el Gobierno desde el momento cero de la desaparición del submarino? ¿Será correcta quizá la hipótesis que desmiente una “implosión”? ¿Encubre el Gobierno una explosión por ataque externo, como sostiene el informe que circuló entre la inteligencia rusa y que apunta a Gran Bretaña?
De acuerdo a la “Red Federal de Investigación ARA San Juan”: “El almirante Kenny, miembro de la comisión de expertos del gobierno, tuvo que reconocer bajo juramento que era mentira que la CTBTO (el organismo que registró la anomalía hodroacústica) hubiera definido que fuera una implosión, como decían hasta ahora y como había dicho el mismo Aguad, minutos antes. Por el contrario, reconoció que la CTBTO encontró plena compatibilidad entre la explosión sufrida por el submarino el 15/11/17, y la detonación controlada de una bomba antisubmarina en la pericia conjunta del 1/12/17, tal como insistiéramos hace meses y en soledad, desde la Red Federal de Investigación ARA SAN JUAN. Agregó Kenny, que fueron “expertos argentinos” los que contradiciendo al organismo internacional, “interpretaron” que la señal registrada se debería a una implosión por accidente/negligencia y no a un ataque externo. Solo les queda reconocer una pregunta mas y el relato oficial del accidente, quedara destruido por completo”.
Este equipo independiente de investigación, sostiene también que “el ataque a submarinos no se hace principalmente con torpedos sino con cargas de profundidad, lanzadas desde aviones, barcos o helicópteros (el tipo de helicópteros que persiguieron al San Juan el 3/11 según los mismos tripulantes). Las detonaciones de estas bombas antisubmarinas producen blackout, ruptura de tuberías, destrozo de casco externo, torreta y daño estructural de casco resistente. Es muy difícil que dejen “agujeros” excepto que detonen por debajo, y muy cerca. No funcionan como los misiles en superficie o torpedos estallando a contacto. Las cargas de profundidad detonan a proximidad y producen una onda de choque que puede destruir por completo a un submarino, hundirlo, o al menos, dejarlo fuera de combate, dependiendo del lugar y la distancia donde el estallido se produzca. El registro de daños anunciado en conferencia de prensa por la armada y el gobierno, no es incompatible en lo mas mínimo con un ataque con cargas de profundidad, sino al contrario: se convierte en un enorme desafío para los que sostienen la hipótesis de implosión”.
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