Acquafortes de Yanquilandia. Parte IV – Por Ricardo Vicente López

Por Ricardo Vicente López

Cuarta parte.- La democracia estadounidense*

El sistema democrático estadounidense, publicitado y vendido como un escenario glamoroso, no logra encubrir sus graves deficiencias acumuladas durante largo tiempo y problemas reales, que nunca han sido solucionados. Crece el escepticismo sobre la democracia estadounidense mientras una guerra silenciosa echa sus raíces.

Estados Unidos se obstina en creer que su democracia sigue siendo el paradigma y el faro para el mundo. Por esta arrogancia, su democracia no sólo ha acumulado problemas más que incurables, sino que también ha causado graves daños a casi todos los países del mundo occidental. El periódico francés Le Monde señaló que la reparación de una democracia ya deteriorada requiere el sentido de Estado y el de intereses públicos, ambos ausentes en la actualidad, lo que no deja de ser muy triste para un país que durante largo tiempo se ha considerado a sí mismo como un ejemplo.

Tiempo atrás, el think tank [[1]] sueco Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral incorporó a EE.UU. por primera vez a la “lista de democracias regresivas”. Pasaron tres años del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, pero el sistema democrático de EE.UU. no ha logrado aprender realmente las lecciones, y le es difícil hacerlo. Por eso mismo, la violencia política sigue evolucionando y empeorando. The Washington Post y The New Yorker señalaron que la democracia de EE.UU. está en un estado innegablemente duro, el disturbio en el Capitolio ha puesto de pleno manifiesto la polarización social, la división política y el auge de la desinformación.

Ambos partidos -el Demócrata en el gobierno y el Republicano desde la oposición- son conscientes de los defectos crónicos de la democracia estadounidense, pero ninguno tiene la determinación y el coraje para hacer reformas. El 12 de septiembre, el presidente republicano de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, hizo un anuncio en campo minado: la posible investigación formal de juicio político contra el mandatario demócrata, Joe Biden. El proceso se sustentará en las investigaciones de su partido sobre los negocios de su familia en el extranjero.

En la política estadounidense, el dinero es la leche materna de la política, y las elecciones vienen convirtiéndose cada vez más en monólogos de los ricos. Mientras, los reclamos por la democracia son considerados nada más que como “notas discordantes” en la política. Con el dinero omnipresente en cada rincón de la política estadounidense, es inevitable que la equidad y la justicia sean reprimidas.

La política del dinero tiene su encarnación más reciente en sus elecciones  intermedias en 2022, que costaron más de 16 mil 700 millones de dólares, monto superior a los Productos Nacionales Brutos (PNB) de más de 70 países. La naturaleza de la política estadounidense es como un “juego de los ricos”. La libertad de expresión estadounidense está sujeta a su propio criterio. Los intereses partidistas y la política del dinero se han convertido en carga pesada sobre la libertad de expresión. Cualquier discurso desfavorable a los intereses del gobierno o del capital será sometido a estrictas restricciones.

Ante los grupos de capital y de intereses, la “libertad de expresión” de los medios de comunicación se  viste de hipocresía. La mayoría de los medios de comunicación son de propiedad privada, y sirven a los poderosos y los ricos. Los grupos de capital y de intereses hacen lo que quieren en lo que respecta a la opinión pública.

Muchos ciudadanos dudan de los resultados de las elecciones de 2020, y el extremismo, el autoritarismo y la desinformación van en aumento. Por  primera vez se cuestiona la solidez del sistema, y cada vez hay más preocupación sobre el futuro democrático del país: de acuerdo con las encuestas, un 71% de los votantes estadounidenses piensa que eso, que hasta ahora entendieron como democracia, está en riesgo.

Estados Unidos avanzó con el arte de convertir sus guerras de conquista en civilizadas formas de organizar el mundo y ordenarlo a su modo (el american style). En el centro de su discurso público siempre está la muletilla de democracia y derechos humanos. Todo se hace, se justifica, se impone, en nombre de ellos y de su defensa.

Pero la realidad muestra otra cara: las intervenciones humanitarias, la guerra contra “el terrorismo”, contra los gobiernos que según Estados Unidos no respetan los derechos humanos, los que Washington y sus repetidoras políticas y mediáticas en todo el continente llaman “Estados delincuentes”.

Democracia y sicofármacos

El orgullo de los estadounidenses por su democracia ha registrado una drástica caída del 90% en 2002 al 54% en 2022, según una encuesta conjunta entre The Washington Post y la Universidad de Maryland. Depresión, pánico, ansiedad, angustia, fobias, son los diagnósticos frecuentes que, en 2020, impulsaron un aumento del consumo de psicofármacos, en especial el clonazepam y el alprazolam. Es evidente que las consecuencias de este proceso de concentración económica afectan de manera significativa, particularmente a las clases subalternas, cada vez más enajenadas, más separadas de su producción.


 

*Basada en un nota de Aram Aharonian – Periodista y comunicólogo uruguayo. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

[1]  laboratorio de ideas, instituto de investigación, gabinete estratégico, centro de pensamiento o centro de reflexión​​ es una institución o grupo de expertos al servicio del establishment, cuya función es la reflexión.

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