Los pies de barro de Cambiemos: «La fiesta de Gramsci», por Claudio Scaletta

¿Tiene el macrismo los pies de barro? Nos lo explica el economista Scaletta:

La fiesta de Gramsci
por Claudio Scaletta

Quizá algunos no lo sepan, pero no hay nada más gramsciano que el concepto de hegemonía. Y si la palabra hegemonía sonaba fuerte antes de las PASO, después, literalmente explotó. Una parte de la explicación es que los momentos post eleccionarios son los minutos de fama de los politólogos, que son gramscianos hasta sin saberlo. Que la Alianza Cambiemos no haya experimentado un fuerte retroceso tras el censo a padrón abierto del pasado domingo sería una prueba irrefutable de la consolidación del nuevo bloque histórico. Y no en cambio de la más terrenal “persistencia de la esperanza en un futuro mejor” que todavía subsiste, ya no en el núcleo duro de su base electoral, esa derecha transgeneracional pura y dura que tiene muy claro su modelo económico, sino en el voto complementario que redondea hacia arriba y define la “voluntad popular”.

Los politólogos fueron también los primeros en descubrir el “secreto” de Cambiemos, su capacidad de interpelar científicamente los ánimos sociales, especialmente, los de la denigrativamente mayoritaria clase media y la “heterogeneidad” de sus demandas de época. Como describió el historiador Ezequiel Adamovsky en su Historia de la clase media, sectores que no funcionan políticamente como clase, sino como una “identidad” colectiva. Una identidad que hoy aparece fundida con los valores tácitos de Cambiemos, es decir blanca, antiliberal y antipatriota, casualmente lo contrario del peronismo, pero también unida a sus valores explícitos, es aspiración, moderadamente antiestética y creyente en el progreso individual, que a su vez sería tributario del espíritu inmigrante. Es el mundo del rubio teñido de las Elisa Carrió y las Mirtha Legrand, del trabajador aristocrático al que le molestan “los planes”, del hombre suburbano que desde tiempos inmemoriales repite que los políticos “son todos chorros”, mientras los empresarios no, “porque ya tienen”. Esos que refunfuña si un dirigente político tiene un auto nuevo, mientras consumen con fruición las notas sobre el “estilo” de Juliana Awada, ese ominoso símbolo de época.

Fuente:  https://www.pagina12.com.ar/57260-la-fiesta-de-gramsci

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