Ucrania encara su última ofensiva y ya no hay recursos de Occidente para más – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Polonia ha dado un paso determinante que desnuda la precaria situación de Ucrania en su guerra contra Rusia. Varsovia ha dicho, a través de su primer ministro, Mateusz Morawiecki, en una entrevista con la cadena polaca Polsat donde comparó la situación de Ucrania con alguien que se ahoga y puede arrastrar con ella a quienes se le acercan.

Si bien es cierto que las relaciones entre ambos países no son las mejores desde la Masacre de Volinia, que tuvo lugar principalmente en 1943 y cuyos episodios de violencia continuaron hasta 1945. 

La misma fue llevada a cabo principalmente por la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y su brazo militar, el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), contra la población civil polaca en la región de Volinia, que ahora forma parte de Ucrania.

Polonia sigue recordando esa situación como una agresión que permanece en la memoria, mientras que los ucranianos no han pedido disculpas por ella.

Las relaciones periódicamente suelen tensarse y esta vez los polacos se han molestado por varias actitudes de Zelensky y los suyos. Las mismas van desde la cuestión de los granos ucranianos que perjudican a los agricultores polacos hasta el desagradecimiento y continua exigencia de más ayuda militar.

La situación llega hasta el punto en que en el área de la aldea de Totskoye, en dirección a Krasno Limansky, una camioneta con tres radicalizados ucranianos del batallón Aidar se enfrentaron con mercenarios polacos, con el resultado de un militante ucraniano muerto.

Varsovia, enfrascada en una política de rearme acelerado ante un presunto enfrentamiento con Rusia, ha decidido dejar de enviar armas a Kiev, recordándole a su vecino que no puede seguir sosteniendo su lucha. Las razones reales son ligeramente diferentes, Polonia no quiere malgastar recursos en una causa perdida como la ucraniana.

Otro gesto polaco ha sido anunciar el cese de ayuda económica a los ucranianos refugiados en su país, algo menos de diez dólares diarios e invitarlos a ganarse el sustento trabajando en las actividades económicas de la región.

No es el único gesto, Estados Unidos ha decidido no enviar finalmente los misiles ATACMS y sus tanques Abrams siguen sin llegar al campo de combate ucraniano. Los F16 que tanto se han mentado recién estarían disponibles para el 2027.

El medio Asia Times anuncia que Estados Unidos no puede convencer a Zelensky que negocie y solo le darían un paquete más de ayuda. Un síntoma adicional de cansancio estadounidense es que Zelensky no fue recibido por el Congreso como esperaba. El líder de la mayoría republicana, Kevin Owen McCarthy, adujo que no había tiempo disponible para dedicarle.

Las autoridades del Pentágono tampoco están contentas con el desempeño militar ucraniano, a quienes han acusado de no cuidar el equipo que se les entrega y de no operar correctamente el mismo. Asimismo, hay acusaciones mutuas de ineficiencia en las tácticas militares empleadas por órdenes de la OTAN, tácticas que los ucranianos no valoran y consideran equivocadas, muchas veces utilizando su aprendizaje soviético, al que consideran más provechoso.

Estados Unidos no está solo en su decisión, el Reino Unido no entrega más sus Challenger II y Alemania hace lo propio con los misiles Taurus y los tanques Leopards II.

Francia ha dejado de reponer sus tanques AMX-10 RC y los obuses Caesar, pero no están solos.

Turquía, (ahora Türkiye), quien en las primeras etapas de la guerra ha enviado sus drones Bayraktar TV2, también se suma a quienes retacean el envío de armamento, según el canal ucraniano de Telegram “Resident”, citando una fuente en la oficina de Zelensky.

Ucrania solo recibe malas noticias, algo que era lógico ante sus perspectivas negativas en el terreno militar. El propio Zelensky, antes el niño mimado de los congresos internacionales, hoy se ha transformado en un líder conflictivo, caprichoso y exigente que no comprende que sus socios occidentales hacen lo que pueden. 

Zelensky responde diciendo que no le han mandado el armamento necesario más que a cuenta gotas. Olvida que si la OTAN hubiera enviado todo ese armamento en un primer momento, Rusia seguramente hubiera zanjado las dificultades mediante el uso de armamento nuclear táctico.

La OTAN es consciente de ello y por eso ha dado sus pasos midiendo cuidadosamente las reacciones rusas.

Los problemas para Kiev no son solo en el campo militar, la agencia de noticias Bloomberg informa que en octubre, la Comisión Europea recomendará iniciar una nueva ronda de negociaciones sobre la adhesión de Ucrania a la UE.

Esto significa que Kiev necesita dar una serie de pasos exigidos por la UE, entre ellos derrotar la corrupción, completar una serie de reformas y adaptar la legislación del país a los estándares de la misma en más de 30 áreas diferentes.

Esto le significa al menos un mínimo de 10 años de trabajo, y hay problemas que son muy complejos de resolver, como es el caso de los cereales.

La impopularidad de Zelensky se refleja con su discurso ante un auditorio de la ONU semivacío, algo impensado para el otrora líder militar que enfrentaba al horrendo Putin.

La prensa, herramienta visible por la cual el poder real se expresa, también envía señales.

The New York Times realizó su propia investigación periodística, analizando el ataque al mercado Konstantinovka, en el que murieron 16 civiles y 30 resultaron heridos y concluye que los daños fueron producidos por los misiles ucranianos.

Si esto ya es un gran tema para Kiev, más lo es si el vocero de la élite estadounidense hace su juego cuando el presidente ucraniano debía dirigirse al mundo desde el estrado de la ONU.

Un abierto contraste con el papel de otros momentos, la prensa, coincide con la cancelación de su visita al Congreso, las molestias del Pentágono y la reticencia a darle más ayuda militar.

Zelensky sabe que se está jugando su cabeza y la de sus socios en el gobierno ucraniano, la ecuación costo beneficio de sostener la aventura ucraniana está en rojo y los financistas occidentales consideran que ya fue suficiente e invertir más recursos simplemente es un despilfarro. 

Larry Fink, el CEO de Blackrock, se ha encontrado con el ucraniano. La inversión de su Fondo parece no haber sido la mejor, las deudas ucranianas no podrán ser afrontadas entregando tierras y riquezas simplemente porque las administrará Rusia.

Podemos concluir que la realidad golpea la puerta de Occidente, y que no era propaganda que la guerra la gana Rusia, tanto en el campo militar como el económico.

El desastre es inminente, Ucrania encara su última ofensiva y ya no hay recurso para más, ni siquiera humanos, ya que el uso indiscriminado de soldados enviados a la muerte por una mísera aldea, como Rabotine, los ha mermado definitivamente.

La guerra en Ucrania está terminada, se equivocaron los propagandistas occidentales que auguraban la derrota estrepitosa rusa, definitivamente las veces que hablaban de un ejército ruso mal preparado y equipado, mentían.

Moscú ha utilizado apenas una fracción de su poder y ha estrenado armas sin equivalente en Occidente, por ello la batalla por Ucrania se acerca a su fin y nadie quiere seguir apostando a lo que es una derrota que no solo es costosa en términos materiales, sino también de prestigio.

La OTAN ahora queda ante la disyuntiva de sí involucrarse directamente en la guerra a sabiendas de que Rusia es una potencia nuclear que va a emplear su capacidad o negociar su retirada.

Rusia reclamará que la OTAN se retire a sus fronteras del 97, y si lo hace la señal será inequívoca. Hay un claro ganador y la rebelión contra el poder angloamericano se expandirá como un reguero de pólvora, haciendo saltar a su paso las bases del poder hegemónico anglosajón.

Rusia se ha dado cuenta de que tiene armas sin equivalencia y que además puede sostener una guerra de desgaste, enfrentando a todo el Occidente Colectivo en conjunto y aún puede contar con la ayuda de países amigos que se involucrarán si es necesario.

La pelota está entonces en el campo occidental. El eje Londres-Washington debe decidir entonces qué hacer, si prima el sentido común deberá controlar a sus sectores ultras que buscan inmolar al mundo para que el que renazca de sus cenizas esté bajo su control absoluto.

Mientras tanto, Rusia espera con el dedo en el gatillo nuclear.

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