Por Juan Manuel de Prada
Para celebrar cabalmente un nuevo aniversario de la sacrosanta Constitución conviene recuperar una vez más aquella frase descarnada y cínica que Gregorio Pérez-Barba, uno de sus padrecitos, soltó desde la tribuna parlamentaria cuando se discutía si el artículo 15 debía decir ‘todos’ o ‘todas las personas’, pues los panolis de la época pretendían (’risum teneatis’) que la Constitución impidiese el aborto:
-Desengáñense sus señorías. El único problema es la fuerza que está detrás del poder político y de la interpretación de las leyes. Si hay un Tribunal Constitucional y una mayoría política proabortista, ‘todos’ permitirá una ley del aborto; y si hay un Tribunal Constitucional y una mayoría antiabortista, ‘personas’ impedirá una ley del aborto.
El socarrón de Peces-Barba sabía, por supuesto, que la ‘fuerza’ que iba a controlar siempre el poder político y la interpretación de las leyes era el partido al que él mismo pertenecía; pero se abstuvo entonces de declararlo sin ambages, para que los panolis pudieran seguir viviendo de ilusiones. Sin embargo, la Constitución establece muy claramente en su artículo 1 -al calificar a España como ‘Estado social y democrático’- cuál es la ‘fuerza’ que manejará el cotarro mientras se perpetúe el Régimen del 78. La socialdemocracia es la ideología estatal consagrada por el Régimen del 78; y todos los desmanes que han convertido España en un vertedero con hedor a cadaverina y flujos venéreos han sido sistemáticamente declarados constitucionales, pues la fuerza que está detrás del poder político y de la interpretación de las leyes es siempre la misma.
Por supuesto, esto no quiere decir que en el Régimen del 78 la socialdemocracia deba gobernar formalmente siempre. De vez en cuando, puede gobernar nominalmente el partido conservador, cuya misión dentro del Régimen del 78 es conservar (consolidándolos) todos los desmanes perpetrados por el partido progresista. Al partido conservador, de hecho, siempre le toca gobernar cuando hay que comerse algún marrón, cuando hay que cerrar el grifo o apretar el cinturón que los socialdemócratas dejaron abierto o desabrochado, tras correrse una juerga. Pero es mucho más descansado que los progresistas gobiernen formalmente, porque de este modo nos ahorramos las manifestaciones, huelgas y vandalismos ‘antifas’ que tendríamos que sufrir si gobernasen los conservadores y fuesen ellos quienes subiesen el precio de la electricidad hasta las nubes o amparasen el despido libre y la jibarización de los salarios.
La gente que celebra el aniversario de la Constitución (sobre todo cuando es gente de derechas) se me asemeja al sifilítico que celebra el día en que contrajo la sífilis. Muchos de los que hoy la celebran serán ejecutados por la Sanidad Pública en los próximos años, al amparo de una ley de eutanasia plenamente constitucional que servirá para reducir gasto en pensiones. Y mientras les metan el chute de midazolam en vena repetirán, con fervor risueño y gagá: ‘¡Viva la Constitución!’.