Santiago de Liniers y la Reconquista que expulsó al enemigo inglés: “hasta los niños pidieron armas”

El 12 de agosto se recuerda la gesta histórica de la Reconquista de Buenos Aires, en la que de la mano de un heroico Santiago de Liniers, el pueblo derrotó y expulsó al histórico enemigo inglés, que en aquel 1806 nos invadió por las armas, pero que años más tarde retornaría para sojuzgarnos hasta hoy, de manera más sutil, pero precisamente por ello más efectiva: por las vías ecónomica, financiera, diplomática y cultural.

“Más influencia y territorios conquistó Inglaterra con su diplomacia que con sus tropas o sus flotas. Nosotros mismos, argentinos, somos un ejemplo irrefutable y doloroso. Supimos rechazar sus regimientos invasores, pero no supimos resistir a la penetración económica y a su disgregación diplomática… La historia contemporánea es en gran parte la historia de las acciones originadas por la diplomacia inglesa”, explicaba Raúl Scalabrini Ortiz.

Ha sido por esta dominación cultural e historiográfica que Santiago de Liniers nunca fue incorporado al panteón de héroes escolares ni se le han dedicado los monumentos que a otros actores de nuestra historia. Quizá también porque su obra no habría sido posible sin la valentía de un pueblo que se unió detrás de su común tradición hispanoamericana y sin cuya participación el intento inglés no habría podido ser repelido.

Describe esta actitud popular el propio Liniers:

“Luego que acampé en las inmediaciones de la ciudad se agolparon las personas de menores conveniencias con municiones de boca para subsistencia de la tropa, caballos, monturas y carros para el bagaje: pidieron armas hasta los niños, se incorporaron al pequeño pie de ejército de Montevideo: se unieron a los miñones en las guerrillas de las calles dos días antes de la acción decisiva, y entraron a ella cargados con la artillería sin excepción de edades, acompañados de una mujer varonil con un denuedo superior a todo encarecimiento, y una alegría, presagio de la victoria que ganaron con su sangre. Aquella multitud de pueblo que se me agregó en el corto tránsito de los mataderos de Miserere al ventajoso punto del Retiro, ocupado con denuedo, me facilitó derrotar y amedrentar al enemigo, por el singular esfuerzo con que sacaron a campo limpio la artillería detenida y atollada en los albardones y pantanos. Se fue aumentando considerablemente, así en el acampamiento del Retiro, como en las calles de la ciudad. De modo que me vi rodeado en la plaza mayor de un cuerpo inmenso de guerreros, cuyas voces de ‘avance, avance’ confundían casi el estruendo de la artillería y llenaban de horror al enemigo”.


Santiago de Liniers

Así describe el Dr. Julio Carlos González esa primera invasión inglesa: “En 1806 los británicos que provenían de la isla europea llamada en esa época “la pérfida Albión”, conquistaron Buenos Aires. Asesinaron y violaron sin piedad, saqueando casa por casa de ese pacífico y católico ejemplar vecindario. Su objeto era robar el Tesoro de la Real Hacienda (nombre que en aquella época designaba a un organismo similar al actual Banco Central de la República Argentina). Se llevaron cuarenta toneladas de monedas de oro, equivalentes en la actualidad a 88.000 Millones de dólares norteamericanos, que fueron paseadas por las calles de Londres, ciudad a la que arribaron en el navío Narcisus, procedente de Buenos Aires”.


Bandera inglesa capturada durante la Reconquista

El Dr. en Ciencias Políticas, Marcelo Gullo sostiene: “Es uno de los días más gloriosos de los rioplatenses, de la hispanidad, de la latinidad (…) El día en que en las calles de Buenos Aires, porteños, orientales, altoperuanos, bonaerenses, salteños, paraguayos y peruanos.. vencimos en 1806 al invasor inglés, al imperialismo inglés”.

A más de 200 años de aquella gesta, la Argentina tiene parte de su territorio invadido por Gran Bretaña, nuestras Islas Malvinas siguen usurpadas, nuestra economía se encuentra colonizada por corporaciones británicas como Unilever, British Petroleum, Shell, Cadbury y bancos ligados a la Corona como el HSBC (agente colocador de la nueva deuda externa), nuestras principales ONGs son financiadas por sus fundaciones y buena parte de nuestra clase política se pasea por la Embajada Británica anhelando una foto con el representante inglés en nuestras tierras.

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