Por Oscar R. Nocetti *
La sociedad de la información fue anunciada como una especie de liberación definitiva de la razón, puesta al servicio de todos. Pero, esa noticia ocultaba que el manejo de los medios ella quedaba en unas pocas manos concentradas.
El Iluminismo postulaba que si enseñábamos a priorizar el uso de la razón en los pueblos serían aventadas las sombras que proyectaban, sobre el progreso de la humanidad, los dogmatismos religiosos y las armazones políticas sustentadas en una supuesta voluntad divina (gobierno por la gracia de Dios). Los hechos históricos y el racionalismo político erosionaron aquellos ilógicos postulados, pero sobrevino la consolidación del nazismo entre los alemanes y por las acciones de este pueblo, que se alzaba como el mayor exponente de la filosofía del siglo XX, se resquebrajó la confianza en la capacidad de la razón para conjurar los esperpentos de la irracionalidad.
En sectores de los medios de comunicación persiste la convicción sobre el valor de la razón y cómo debe primar en las polémicas y mensajes que la televisión y la prensa escrita producen, pero ¿qué sucede cuando aquellos esperpentos de la irracionalidad son maquillados y resignificados a través de hierofantes que mediante ceremonias mediáticas o pseudo sesudos artículos convierten el sigilo, la ocultación, el embuste y la patraña en confirmaciones, en evidencias sin otro sustento que su puesta en escena?
Desde adolescentes nos han enseñado que la democracia es el más lógico y equitativo de los sistemas políticos posibles y que un país democrático, cuando es guiado por una constitución ecuánime y una justicia imparcial atada a derecho, se apoya en dos de las más superlativas creaciones de la razón. Si es así ¿qué daño se inflige a un pueblo cuando desmesurados multimedios cogobiernan inficionando el sistema democrático con obedientes gerentes ubicados en cargos decisorios?, ¿cuán degradada queda la Justicia cuando algunos notorios periodistas abren juicios sobre la honorabilidad de las personas sin apelación y asumiendo el rol de togados de la República? Hoy tenemos jueces mediáticos que se desviven por el estrellato farandulero.
Y como si esto fuera poco el sobrevuelo de un gobierno cínico que desguaza artículos anti-monopólicos en la popularmente denominada Ley de Medios o favorece una exorbitante megafusión de dos grandes conglomerados de la comunicación. Esto sucede mientras gran parte de la oposición política baila el minué con representantes del gobierno; eso sí, con mucha gracia y escaso pundonor.
La porfía de hoy es por los recursos del Estado y la conciencia de los ciudadanos. El reto por los recursos es político y el de las conciencias es mediático. Estrechamente relacionados, no hay apropiación del Estado sin el dominio de las mentes. En esta disputa se aplican aviesamente técnicas de persuasión y los medios de comunicación son instrumentos imprescindibles para adquirir el control del Estado y justificar la enajenación de sus bienes. Si los medios de comunicación están sólo en manos de los apropiadores, el Estado democrático es poco más que una entelequia.
La megafusión de desmesuradas empresas de la comunicación desdeñando las regulaciones antimonopólicas; el desguace del Ministerio de Comunicaciones; el siempre anunciado y permanentemente postergado proyecto de Ley de Convergencia prometida por el gobierno; la decisión de alambrar la televisación del fútbol y entregarlo a sociedades comerciales y la privatización de Arsat3 son variaciones de un mismo tema: la apropiación del Estado por las corporaciones.
Hemos pasado de la gestión del Estado por los políticos a la gerencialización del Estado sin los políticos. No es ni más ni menos que la demolición del Estado democrático para suplantarlo por un gobierno de corporaciones que es un simulacro, un pseudo estado.
Se ha dislocado el marco jurídico de las comunicaciones y se desarticuló la relación entre la clase política y el Estado. No es ningún exceso afirmar que hoy los intereses del pueblo están fuera de las prioridades del gobierno. Es necesario recuperar el Estado y eso no es otra cosa que recuperar el poder mediante las urnas.
* Oscar R. Nocetti – Licenciado en Filosofía, Magister en Economía Social, Presidente de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa, La Pampa.
Fuente: Desde Santa Rosa, La Pampa – www.pagina12.com.ar – 30-8-17
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