A pesar de que las posibilidades de enfermar gravemente y morir en niños pequeños por Covid-19 fue estimada en solo 2 por millón, por un estudio publicado por universidades de Estados Unidos y Gran Bretaña, Pfizer-BioNTech informó que en el caso de los niños de 5 a 11 años los informes podrían estar listos para septiembre próximo y, según cuáles sean sus resultados, pedirá que le otorgue la autorización de emergencia para ser rápidamente aplicada. Los datos de los niños de 2 a 5 años podrían llegar poco después y en los de 6 meses a 2 años estimó que reuniría los informes necesarios hacia octubre o noviembre para presentarlos ante la FDA. En EEUU las autorizaciones de la FDA suelen tardar varias semanas por lo que los inoculantes para los niños más pequeños, estarían listos para los primeros días de 2022.
Pfizer-BioNTech es la única que hasta el momento cuenta con la autorización de emergencia para ser aplicada en adolescentes de entre 12 y 18 años, por parte de la Administración de Medicinas y Alimentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA por sus siglas en inglés), lo mismo que, en Argentina, por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Moderna tramita que su vacuna reciba la misma aprobación.
Ambos laboratorios se encuentran desarrollando ensayos clínicos en niños de 6 meses a 11 años. La investigación de Pfizer incluye a más de 4.600 participantes que fueron divididos en tres grupos de edad: niños de 5 a 11 años, de 2 a 5 años y bebés de 6 meses a 2 años.
“No puedo imaginar que estemos en condiciones de considerar siquiera cómo utilizar estas vacunas hasta el mismo final del 2021, entrando en el primer trimestre de 2022”, opinó Buddy Creech, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Vanderbilt y uno de los investigadores principales de la vacuna pediátrica contra el COVID-19 de la compañía Moderna.
“Tiene todo que ver con la madurez del sistema inmunológico, y eso no se correlaciona uno a uno con el tamaño del niño”, expresó William Schaffner, profesor de la División de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Vanderbilt y asesor en materia de vacunas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Los científicos evalúan el riesgo de que la vacuna potencie la posibilidad de que los niños se contagien, una precaución que se viene adoptando en todas las investigaciones de este tipo desde que en la década de 1960 se aplicó una vacuna contra el Virus Respiratorio Sincital (VRS) y se empeoró la circulación de la enfermedad. También han presentado dudas acerca de que la vacuna no empeore una rara pero grave enfermedad relacionada con el COVID-19 llamada síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C) que puede generar anomalías neurológicas y muertes.
“Hay que asegurarse de que la vacuna no está empeorando eso”, dijo Peter Hotez, inmunólogo y decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Baylor College of Medicine.
Con respecto a la probabilidad de los niños de enfermarse, se tres nuevos estudios preliminares dirigidos por el University College London (UCL), la Universidad de Bristol, la Universidad de York y la Universidad de Liverpool, que se presentarán al Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización (JCVI) del Reino Unido. , el Departamento de Salud y Atención Social (DHSC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Estos nuevos estudios muestran que los riesgos de enfermedad grave o muerte por SARS-CoV-2 son extremadamente bajos en niños y jóvenes”, dijo el profesor Russell Viner del UCL Great Ormond Street Institute of Child Health y autor principal de dos de los estudios. La profesora Lorna Fraser de la Universidad de York, agregó: “Es importante recordar que los riesgos son muy bajos para todos los niños y jóvenes. Incluso cuando encontramos mayores riesgos para algunos grupos con problemas médicos graves, estos riesgos aún eran muy pequeños en comparación con los riesgos observados en los adultos”.
Un estudio vinculado, publicado en el servidor ‘ResearchSquare’ y que analiza los datos de Inglaterra, concluyó que 25 niños y jóvenes habían muerto como resultado de COVID-19, lo que equivale a un riesgo absoluto de muerte por COVID-19 de uno en 481.000, o aproximadamente dos en un millón.
Si las vacunas no previenen el contagio sino “cursar con gravedad y morir por la enfermedad”, pero la probabilidad de morir en niños pequeños es estimada en una cifra tan baja como 2 por millón, cabe preguntarse cuál es la relación costo-beneficio para exponer a los mismos a terapias génicas experimentales con imposibilidad de saber los posibles efectos adversos en el mediano y largo plazo.
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