David Brooks *
Según un estudio del Institute for Policy Studies la brecha entre ricos y pobres está generando una crisis moral. Esta desigualdad ha creado también fenómenos sorprendentes, como el hecho de que el político con el índice de aprobación más alto en Estados Unidos es Bernie Sanders, quien se identifica como un socialista democrático.
¿Quién dice que el sistema no funciona? Para los más ricos, esta coyuntura es un paraíso (no sólo fiscal). El 1 por ciento de la población mundial ahora concentra más de la mitad de la riqueza mundial y el 10 por ciento más rico controla alrededor de 90 por ciento de la riqueza del planeta, reporta el New York Times. Los ocho multimillonarios más ricos del mundo controlan el equivalente de toda la riqueza del 50 por ciento más pobre del mundo, reportó Oxfam a principios de este año; esos ocho tienen una fortuna colectiva de 426 mil millones de dólares, equivalente al total de la riqueza de 3.6 mil millones de seres humanos pobres en el planeta.
Los súper ricos incrementaron su riqueza combinada por 17 por ciento el año pasado para acumular un total récord de 6 billones de dólares, más que el doble del PIB del Reino Unido. Hoy día hay mil 542 multimillonarios (con fortunas de mil millones para arriba) en el mundo, reporta UBS.
Según este informe, estos multimillonarios son 72 de los 200 coleccionistas de arte más importantes del mundo; unos 109 multimillonarios son dueños de 140 de los mejores equipos deportivos profesionales del mundo. Nadie ha calculado aún cuántos gobiernos han comprado.
El número total de ricos (incluyendo ultrarricos) en el mundo –definido como aquellos con más de 50 millones de dólares en bienes– es de aproximadamente 140.900; la mitad están en Estados Unidos, según un informe reciente de Credit Suisse.
En Estados Unidos, según reporta la Reserva Federal (el banco central), el 1 por ciento más rico de las familias controlan 38.6 por ciento de la riqueza de este, el país más rico del mundo, casi el doble de la riqueza total de 90 por ciento de las familias de abajo, un nuevo récord.
Las tres personas más ricas de este país, Bill Gates, Jeff Bezos y Warren Buffett –concentran una fortuna equivalente a la riqueza de los 160 millones de sus conciudadanos, la mitad de la población nacional– según un informe del Institute for Policy Studies, que concluye que esa creciente brecha entre ricos y pobres está generando una crisis moral. Agregan que los 400 estadunidenses más ricos tienen una fortuna combinada equivalente a la riqueza de 64 por ciento de la población, o 204 millones de personas. No hemos atestiguado niveles tan extremos de riqueza y poder desde la primera edad de compra hace un siglo, concluyen.
La lista de los 400 estadunidenses más ricos de Forbes festejó otro año récord para los más ricos, para ingresar a su club exclusivo, uno tiene que tener por lo menos 2 mil millones de dólares.
La masiva influencia de estos ricos en el gobierno no es nada nuevo, pero es más explícito y desvergonzado que nunca. El gobierno del magnate multimillonario que ocupa la Casa Blanca incluye el gabinete más rico en la historia del país (aunque se acaba de descubrir que uno de los multimillonarios no era tan rico como afirmaba y fue expulsado de la lista de Forbes, el secretario de Comercio Ross sólo tiene 700 millones, que no exagere).
Gates, Soros, la familia Walton (de Walmart), Eli Broad, los hermanos Koch, Robert Mercer, Sheldon Alderson y otros multimillonarios no sólo han impulsado políticas en varios rubros, sino que han logrado tomar control casi directo de la agenda política. Gates y compañía elaboraron la política educativa de Barack Obama (circulaba la broma de que el secretario de Educación Arnie Duncan trabajaba para Gates).
La semana pasada parte de este club exclusivo fue desnudado otra vez, con los Papeles del Paraíso (paradise-papers), proyecto del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, documentando como los ultrarricos ocultan sus fortunas y evitan el pago de impuestos a sus países, y que este grupo compacto supera diferencias nacionales, de raza, ideología, genero y religión para protegerse, y a su dinero, de sus pueblos.
La desigualdad económica es la mayor amenaza a la democracia, han advertido varios en tiempos recientes: desde Noam Chomsky, el economista Premio Nobel Joseph Stiglitz, Bernie Sanders, Ocupa Wall Street y toda una gama de líderes sociales, hasta algunos de los propios multimillonarios (Buffett, Soros). Y esto es más visible que nunca en este país.
“Nuestros líderes elevaron a una pequeñísima clase de individuos (…) y les construyeron un paraíso, haciendo sus vidas una suprema delicia. Hoy día tienen un poder inimaginable y no tienen que rendir cuentas. Hoy día son estas mismas figuras doradas con sus miles de millones offshore las que son anfitriones de los actos de recaudación de fondos, las que contratan a los cabilderos, las que financian a los tanques pensantes y las que subsidian a artistas e intelectuales. Esta es su democracia hoy. Nosotros simplemente no nos encontramos en ella”, escribe en The Guardian el columnista y autor sobre el escenario sociopolítico estadunidense, Thomas Frank, al comentar sobre qué revelaron los Papeles del Paraíso.
Resulta que no pocos de los multimillonarios se están haciendo la pregunta de hasta cuándo las mayorías aguantarán tal situación, algunos incluso recuerdan insurrecciones, revoluciones o masivas reformas que se detonaron en otras coyunturas de desigualdad tan extrema.
Algunos argumentan que esa oposición ya se está levantando en Estados Unidos aun en medio de los tiempos más retrogradas en el panorama político, tanto a nivel local, en decenas de batallas políticas, sociales y laborales incluyendo muchas encabezadas por inmigrantes en torno a la desigualdad económica y fenómenos sorprendentes como el hecho de que el político nacional con la tasa de aprobación más alta, Bernie Sanders, se identifica como un socialista democrático.
Algunos insisten en que para salvar a los que viven en la Tierra tendrá que haber una expulsión masiva de los que ocupan el paraíso.
* David Brooks (1961) – periodista canadiense-estadounidense, columnista especializado en política. Escribe en el New York Times y la PBS NewsHour, y es conocido por sus puntos de vista conservadores. En el pasado se desempeñó como editorialista y crítico de cine en el Washington Times; periodista y editorialista en The Wall Street Journal; editor en The Weekly Standard desde su fundación; realizó contribuciones en Newsweek y The Atlantic Monthly.
Fuente: La Jornada – www.jornada.unam.mx/2017/11/13
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