De acuerdo a lo informado por el INDEC, la desocupación en la Argentina subió al 9,1%, habiéndose sumado en 2018 unos 415.000 nuevos desempleados, logrando un total de 1,9 millones de personas sin trabajo. En 2016 el desempleo era del 8,5% y en 2015 del 5,9%. Desde que Macri asumió la Argentina tiene un 54% más de personas sin trabajo.
De los 415.000 empleos destruidos en 2018, 191.000 eran empleos registrados, en blanco.
Los lugares más afectados del país se correlacionan directamente con la fuerte caída de la actividad industrial y el cierre de fábricas:
12,8 Mar del Plata
12,8 Gran Rosario
11,4 Conurbano Bonaerense
10,1 Santa Rosa
9,7 Rawson, Trelew
9,4 Bahía Blanca
9,2 Gran Córdobda
Si a los 1.904.175 de desocupados, se le suman los 1.820.047 que son registrados por el INDEC como “subocupados demandantes” (8,7%) y los 3.620.025 “ocupados demandantes” (17,3%), se puede concluir que en la Argentina hay 7.350.000 personas con problemas de empleo y buscando trabajo. Sobre un total de 20.925.000 en capacidad de trabajar (población económicamente activa), esto representa un 35%, un porcentaje similar al nivel de pobreza en el país.
El modelo aplicado por Macri, basado en una continua bicicleta financiera, con altas tasas de interés (jugoso negociado para los bancos) y en exportaciones de productos agrarios no manufacturados (de acuerdo a la División Internacional del Trabajo, dispuesta desde el S. XVIII por las élites mundiales, a través de Gran Bretaña y luego EEUU), sigue profundizando su curso de destrucción industrial y aumento del desempleo y la pobreza. ¿Hasta cuándo?
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