Por Alejandra Dandan *
El avance de un movimiento popular que le dio la “bienvenida” a Moyano
El parlante abierto de una radio portátil retransmitía la voz de Hugo Moyano, a unos cien metros de los ingresos a la 9 de Julio, con bocacalles imposibles de cruzar y camioneros que pelaron cueros y tatuajes en el universo de gremios en conflicto, despedidos, jubilados, maestros, bancarios y dos mujeres desde el escenario que se alternaron en la conducción para subrayar diversidad. Moyano habló después de las tres de la tarde. Más de 400.000 personas en la calle, según datos de la organización. Envió los mensajes que tenía que enviar. Dijo que no estaba ahí solo, y lo dijo al comienzo, en un escenario que mostró lo que muchos entienden como un hito en el proceso de articulación popular abierto desde hace meses en Argentina y con punto de inflexión en diciembre pasado. Dijo que estaba ahí. Y con él, la parte del león de la CGT. Dijo que no estaba ahí por las causas judiciales, que no necesita nada de todo eso para defenderse porque “siempre puse las que tuve que poner”. Y en otro diálogo directo con el gobierno, dijo: “Esto es lo que venimos a decirle al gobierno: no amenazamos, no somos antidemocráticos, no somos desestabilizadores. Somos hombres y mujeres de trabajo que venimos a decirle basta a las políticas que hambrean a la gente”.
Moyano volvió a decir “no somos golpistas, como no somos aliados del golpe”. Y el dueño de la radio portátil dijo que los golpistas están en la casa Rosada. Moyano dijo mucho de lo que dijo con contraplano fornido de su tropa de camioneros. Le habló al gobierno, pero detrás de cada párrafo usó la palabra compañeros. Dijo que hacía mucho que no hablaba en público y que por eso estaba un poco deshilvanado, pero no se notó. Que el hombre común ya no le cree al gobierno. Que el gobierno “no le teme a los dirigentes, le teme a los trabajadores”. O: “No tengo miedo de ir preso” y “estoy dispuesto a dar la vida por los trabajadores, lo digo de corazón porque así lo siento”. “Por más que digan lo que digan, no me voy a ir del país, no tengo plata afuera como me quisieron inventar estos señores, a los modelos económicos que aplican ni ellos le tienen confianza, sino traerían la guita para invertir en el país”. Y dijo que quería dejarle una frase al presidente, una frase de un premio Nobel de México a quien no nombró: “Toda victoria es relativa. Y toda derrota es transitoria”.
Al rato Omar Plaini informó en las redes sociales que la frase era de Octavio Paz. Como si Moyano hubiera citado a Borges. ¿Por qué no? El 21F daba para todo.
“Por eso, compañeros —siguió—, cuando llegue el momento vamos a mostrar la voluntad de saber elegir, y los que se pueden haber equivocado, piensen que los gorilas nunca pueden estar en la conducción de este país”. Estaba casi terminando. Se oían los bombos. A una cuadra de distancia, llegaba el eco de la voz ensamblada a la radio. El hombre de la portátil, Néstor Sinatra, campeón en primera división cincuenta años atrás, de Villa del Parque, solitario asistente de todas las marchas de los últimos diez años, entonces, también dijo: Eso que está haciendo es un mea-culpa.
A las once del día, las organizaciones comenzaron a acercarse a la avenida 9 de Julio de acuerdo al mapa que terminó de definirse la noche previa. El escenario quedó en esquina con avenida Belgrano, de espaldas a Desarrollo Social y enmarcado en el aire por la bella imagen de Evita. Camioneros y la CGT, básicamente Camioneros, ocuparon el centro del bulevar con paraguas, banderas fileteadas y parafernalia completa. Allí fue también la Corriente Federal de Sergio Palazzo. Sobre Lima se agruparon la CTA de Hugo Yasky, ATE Capital, el Frente Milagro Sala y La Cámpora, entre otros. Y del otro lado de la avenida, sobre Bernardo de Irigoyen, ocuparon espacios los movimientos sociales de la CTEP… Desde el escenario saludaron las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Hebe de Bonafini llegó en la combi de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. Hubo una bandera de HIJOS en la esquina de Independencia y 9 de Julio, detrás de Unidos y Organizados y La Cámpora…
Y una de las dos voces de mujer que ¡por fin! condujeron las horas de espera en clave de género y una línea que buscó mostrar el 21 F como parte del camino de articulaciones para el paro internacional del 8 M. Estela intercaló lugares con Claudia Lazzaro del gremio de curtidores y Pablo de Camioneros. “¡No paran de llegar los y las trabajadoras de todo el país!”, dijo. “Porque unidos somos invencibles, exigimos paritarias libres”, volvió a decir cuando el Frente Milagro Sala avanzaba desde la calle Salta.
“Venimos después de la marcha de los ingenios azucareros del norte, y ahora acá vamos a agregar los reclamos por la reforma laboral, los despidos del Estado y del sector privado, para decirles que frenen la mano”, dice Juan Manuel Esquivel, diputado de la Túpac…
En una esquina un grupo se le arremolinó a Raúl Eugenio Zaffaroni. A otro con pecheras de Judiciales lo atajaron para una foto. Luis Zamora pasó de ida y de vuelta. “¡Esto es una cosa increíble!”, explicó. Y una mujer, Graciela Altamirano, barrio Monserrat, en equilibrio entre torrentes de pecheras gremiales, se sorprendía porque “los medios se la pasaron diciendo que iban a haber problemas con la policía”…
Al escenario subieron los cinco oradores del día. Pablo Micheli de la CTA Autónoma dijo: “Si no paran con el ajuste, con los despidos, y no dan una respuesta, hay que planear la continuidad de esta lucha. Hay que construir un paro nacional”. Juan Carlos Schmid de la CGT dijo: “En estos dos años, lo único que logró este gobierno es que los trabajadores perdieran poder adquisitivo. El Gobierno logró endeudar al país de manera infinita, y que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres”. Sergio Palazzo de los Bancarios: “Pueden faltar dirigentes de algunas organizaciones, pero los trabajadores están acá, en la calle, diciendo basta al ajuste”. Hugo Yasky de la CTA: “Si quieren buscar ladrones, le pasamos una dirección: Balcarce 50. En la Rosada están los ladrones y ahí los tienen que ir a buscar”. Pero también dijo que esto era el comienzo de una nueva unidad sindical, que es algo más de la unidad en la acción. Y habló Esteban Castro de la CTEP.
Al final subió Hugo Moyano. Abajo estaban los trabajadores de Recolección, Larga Distancia, Aguas y Gaseosas, Remiseros, diarios y revistas, Lácteos. Pasó un heladero. “¡Helado!” —dijo—. ¡Vamos que se va Macri, helados!”
* Alejandra Dandan – Periodista e Investigadora
Fuente: www.elcohetealaluna.com – 22-2-2018
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