Eli Cohen *
La novedad que aparece en algunos medios, la existencia y la utilización de la Lawfare **, había sido investigada y publicada en el 2016. El autor de esta nota comenta esa publicación.
El concepto de lawfare, que podemos traducir como “guerra legal” o “jurídica”, apareció por primera vez en un ensayo del general Charles Dunlap Jr., aunque, según Orde Kittrie, autor del libro que paso a comentar que se titula, precisamente, Lawfare, el uso de la ley como arma de guerra se remonta a Hugo Grocio, padre del derecho internacional, que fue contratado en 1600 por la Dutch East India Company en el marco de su disputa con Portugal sobre la ruta de las especias en el Océano Índico.
Dunlap ha seguido desarrollando varias definiciones de lawfare; entre ellas, la más perfilada y la que más se aplica en Oriente Medio es la que remite a la táctica de utilizar la ley como medio para lograr un objetivo militar. Kittrie aporta una metáfora que engloba todas las definiciones hasta ahora vertidas y aún en debate: se trata de “convertir los códigos legales en espadas”. La lawfare, por tanto, está también sujeta a una definición negativa, como hacen los de The Lawfare Project, que la definen como el uso abusivo de las leyes y los sistemas judiciales occidentales para la consecución de objetivos militares y políticos.
Kittrie dedica una gran parte del libro a estudiar la lawfare aplicada en el conflicto entre israelíes y palestinos, que según aquél se ha convertido en un campo de pruebas en el que se ha empleado la lawfare de “última generación”. Perfila otro tipo de lawfare, utilizado fuera y dentro del campo de batalla y al cual Hamás ha recurrido exitosamente en el último lustro en sus tres enfrentamientos contra Israel: la dispar manera en que se exige a unos y a otros someterse al imperio de la ley.
Yo la usaron los talibanes en Afganistán en el año 2007, al atacar, parapetados tras civiles, a las tropas de la OTAN con el objeto de provocar víctimas y explotar la tragedia ante los medios; o las FARC, cuando utilizaron los tribunales para demandar con acusaciones falsas a militares de alto rango del Ejército colombiano.
Sin duda, Hamás ha hecho un manejo magistral del uso abusivo de la legalidad para debilitar la acción del Ejército de Israel. Llevar el combate a zonas densamente pobladas y esconder armamento en edificios civiles y hospitales, acusar a Israel de cometer crímenes de guerra o utilizar a las víctimas civiles para minar la imagen internacional del Estado judío reportó a Hamás una gran ventaja en el campo de batalla durante la guerra del verano de 2014. El Ejército israelí retrasó la operación terrestre, abortó misiones y no pudo ejecutar por completo su estrategia militar para acabar con el lanzamiento de misiles y con los túneles subterráneos construidos por los terroristas para penetrar en su territorio.
La lawfare siguió su curso en la posterior ofensiva ante la Corte Penal Internacional (CPI). Mientras que Israel, como democracia, teme que la CPI emita órdenes de detención contra sus líderes y oficiales, Hamás olvida que en la investigación del tribunal, como afirma el experto Kevin Jon Heller, encontraría a sus integrantes responsables de cometer crímenes de guerra. Como avisa Kittrie, a los líderes de Hamás poco les importa ser detenidos o llevados ante la CPI, en todo caso se venderían como héroes resistentes ante la coerción imperialista occidental. Según Kittrie, aún no existen mecanismos para que a los actores no estatales como Hamás o ISIS no les salga a cuenta abusar de la legalidad internacional para conseguir sus objetivos.
La lawfare también ha sido utilizada por Estados Unidos e Israel. La lawfare financiera comandada por EE UU y materializada en las sanciones económicas a Irán obligó a los ayatolás a sentarse en la mesa de negociaciones y retrasar su programa nuclear -lo que evitó un ataque militar quirúrgico-. Israel, por su parte, mediante la ONG Shurat Hadin, evitó, utilizando legislación relativa a las aseguradoras navieras internacionales, que la segunda Flotilla de la Libertad zarpara en 2011 desde Grecia a Gaza. Shurat Hadin ha empleado la lawfare incluso contra el propio Gobierno de Israel, a fin de tratar de impedir la liberación de presos palestinos que se llevó a cabo en las últimas conversaciones de paz.
Un apartado de la obra de Kittrie se aleja un poco de Oriente Medio y nos lleva al Estado más avanzado en el uso de la lawfare: China. Fue el presidente chino Jiang Zemin quien, ya en 1996, recomendó que Pekín usara la legislación internacional como arma. En 1999 dos coroneles del Ejército chino publicaron el libro Unrestricted Warfare, al que han sucedido más libros e investigaciones sobre la materia. En 2003, el Comité Central del partido comunista chino y la Comisión Militar Central aprobaron el concepto de legal warfare (o falu zhan), “el uso de las leyes internacionales y nacionales para obtener apoyo internacional y gestionar posibles repercusiones políticas de las acciones militares de China”.
De acuerdo con los casos relatados y con la opinión fundamentada de Kittrie, la lawfare es menos letal, más barata y en muchas ocasiones más efectiva que la acción militar. Sea como fuere, se ha convertido sin duda en un nuevo tipo de guerra, sobre todo entre israelíes y palestinos.
Nota: ** Guerra jurídica (Lawfare), es una palabra inglesa de reciente acuñación que aún no figura en el Diccionario Inglés de Oxford, es la contracción gramatical de las palabras “ley” y “guerra” (warfare), para describir una forma de guerra asimétrica. Se define “Guerra jurídica” como el uso ilegítimo interno, o del derecho internacional con la intención de dañar a un oponente, consiguiendo de dicha manera la victoria al paralizar financieramente a un oponente, o impidiendo que puedan perseguir otras empresas como presentar sus candidaturas a cargos públicos
* Eli Cohen – Abogado y analista político. Colaborador de Libertad Digital y Es Global.
Fuente: www.elmed.io – 2016-06-01
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