De acuerdo al historiador y escritor Mario Della Rocca, se encuentra en marcha una operación para consolidar “un peronismo sin Cristina”, como herramienta de las corporaciones para perpetuar su proyecto neoliberal más allá del macrismo. Según el autor formarían parte de ese entramado: Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Florencio Randazzo.
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Operativo en marcha: “Un peronismo sin Cristina”
Por Mario Della Rocca* – La Tecl@ Eñe
Gabriel Katopodis, Intendente de la localidad bonaerense de San Martín[1], encendió en estos días una mecha que va en camino al asado que algunos referentes del Partido Justicialista –que reducimos al llamado “pejotismo”- pergeñan desde hace un tiempo. Salió raudamente a declarar a los medios de comunicación –con gran repercusión en los corporativos- la propuesta de apostar a Florencio Randazzo como referente del justicialismo para las próximas elecciones legislativas del año 2017. Mientras, el ex ministro cenaba con la Gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, quien ya ha tenido diálogos intensos con Sergio Massa, Felipe Solá y, a través de sus operadores políticos, incluso con Julián Domínguez[2]. Elegir como protagonista para las próximas elecciones al supuesto “león herido” por el kirchnerismo (al que algunos interesados llaman despectivamente “cristinismo”) no es una decisión tomada al azar, tiene sus antecedentes y su visión apuesta audazmente al futuro post – Macri que ya muchos avizoran.
En cuanto a los antecedentes contamos con los reacomodamientos de algunos referentes del “pejotismo” ante la decisión de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner de nombrar a Daniel Scioli como candidato presidencial, y en especial, la dura campaña emprendida en la Provincia de Buenos Aires contra el candidato Aníbal Fernández y la figura de Martín Sabatella como representante no peronista, apuesta acorde con la transversalidad ideológica que mostraron y hoy siguen mostrando los apoyos a la ex presidenta. Ese tiempo fue de una dura interna –que sólo en parte salió a la luz- y que repercutió finalmente en la performance de Scioli y en la derrota de la fórmula bonaerense en un distrito estratégico para gobernar y que dirimía en gran dosis la elección nacional.
Recordemos también que, llegado Mauricio Macri a la presidencia, las actitudes de algunos “pejotistas” salieron aún más a la superficie, con fuertes defecciones al proyecto kirchnerista simbolizadas en las figuras de Diego Bossio en la Cámara de Diputados –acompañado por 12 representantes- y Miguel Ángel Pichetto en el Senado, promotor como jefe de bloque del FPV, del apoyo al pago del macrismo a los fondos buitres. Tema estructural y simbólico si lo había, de la defensa de la soberanía argentina que el kirchnerismo acumulaba como una de sus políticas esenciales desde el año 2003.
En estos antecedentes, y en otros de menor cuantía que sería largo detallar, se encuentra el germen de la jugada audaz en la que trabajan dirigentes del “pejotismo”, llamando como lo hizo Katopodis a una supuesta “reconstrucción del peronismo”[3]. El operativo en marcha tiene un horizonte muy claro: construir un peronismo sin la presencia predominante de Cristina Fernández de Kirchner y sus espadas más fieles, identificadas en La Cámpora.
Fuerte apuesta que tiene su historia. Desde 1955 en la política argentina estuvo muy presente el intento de construir el “peronismo sin Perón”. Este intento se cristalizó en una táctica política, allá por los años ’60, con el timón del sindicalista Augusto Timoteo Vandor, uno de los grandes traidores que tuviera el movimiento obrero y el peronismo. Vandor incluso llegó a negociar con la cruel dictadura de Onganía para sumar adeptos militares a su proyecto mientras negociaba supuestas mejoras para los trabajadores.
Este articulista, releyendo después de algunos años una obra de un nivel histórico magnífico como son las correspondencias entre el General Perón y el notable dirigente político John William Cooke, recordó que ya Perón denunciaba traiciones permanentes de sus ex adeptos desde el año 1956, y los simbolizaba en dirigentes políticos, en militares y en sindicalistas, incluso con nombre y apellido. Eran tiempos en que, intentando usufructuar el apoyo al líder proscripto y en el exilio, muchos negociaban una supuesta “pacificación” con la llamada “revolución fusiladora” para mantener sus posicionamientos personales o grupales, mientras Perón en el exilio en Venezuela llamaba a la resistencia civil y a la intransigencia frente a la dictadura.
Como en muchas ocasiones, la historia se repite y está en nosotros aprehender sus enseñanzas para resignificarlas en el presente. Al General le ocurría a partir del año ’56 lo mismo que a Cristina Fernández de Kirchner le ocurre hoy. Cierta dirigencia política, intentando muchas veces en vano organizar estructuras políticas propias, trataron de birlarle el apoyo popular que mostraban –que les mostraba el pueblo- y negociar pactos superestructurales con los poderes fácticos existentes colocándose en el lugar de los opositores moderados y pactistas. Una forma negociada de menoscabar y reducir al mínimo el peso de la soberanía popular y encapsularla en la mafiosa relación entre la política y las corporaciones que domina hoy el país.
Una operación en marcha que quienes apoyamos decididamente el proyecto democrático, nacional, popular y latinoamericanista desde el año 2003, debemos analizar con detenimiento y actuar desde todos los frentes táctica y estratégicamente contra ella con inteligencia. Pareciera ser una jugada política destinada al fracaso, pero la Argentina ha vivido muchas veces de sorpresa en sorpresa, como ha sido la llegada de Mauricio Macri a la primera magistratura del país. Y puede vislumbrarse que las corporaciones no quieren vivir de las sorpresas. Mientras Macri hace el “trabajo sucio”, diseñan nuevas y posibles alternativas afines a sus intereses permanentes.
La operación política que marcamos muestra crudamente una radiografía muy significativa de la situación de la sociedad política actual. Por un lado, la fuerte adhesión –que por supuesto se traduce en potenciales votantes- a la figura de la ex Presidenta de la Nación, que se evidenció notablemente en la movilización frente a los tribunales de Comodoro Py. Y por otro lado, una gran parte de la superestructura política negociando y traicionándose como en una disputa de sociedades anónimas a ver quién se lleva la mejor parte de la torta. Y la torta son las promesas y las dádivas de las corporaciones económicas y sus brazos mediáticos para mantener a ciertos políticos en el candelero, y jugar con ellos a ver quien promete más. El objetivo es el de siempre, el que intentaron después de 1955 –aunque con otros actores-, el que logró el menemismo durante el auge de la convertibilidad: dar sustentabilidad económica y social, y legitimidad política a un proyecto de reestructuración neoliberal salvaje como el que encabeza Macri, o en su defecto, a uno más moderado –similar al que intentara Eduardo Duhalde en su momento- como el que podrían encabezar Massa, Urtubey o Randazzo.
La disyuntiva hoy es muy clara y desde hace tiempo se generó en forma de consigna: PUEBLO O CORPORACIONES.
Buenos Aires, 17 de mayo de 2016
* Mario Della Rocca es historiador, escritor, periodista y asesor legislativo. Autor de los libros “Gramsci en la Argentina. Los desafíos del kirchnerismo”, “La Cámpora sin obsecuencias. Una mirada kirchnerista” y “Macri & Durán Barba. Globos, negocios, círculo rojo y guerras sucias”. Co-Editor de la revista “Comunidad y desarrollo en la batalla cultural”. Fundador del grupo público “Gramsci en la Argentina” en la red
Notas:
[1] Katopodis es reconocido por haber abandonado el kirchnerismo, incorporarse al massismo y luego regresar al kirchnerismo, seguramente por no haber obtenido lo que deseaba bajo el ala de Sergio Massa.
[2] Hay quienes en el ambiente político y periodístico han comenzado a hablar del “juego propio” que estaría diseñando la gobernadora por fuera del liderazgo de Mauricio Macri.
[3] Suena paradójico que existan muchos ansiosos por “reconstruir el peronismo” después de haber obtenido el 49% de los votos en una elección presidencial. Parece más bien un intento dirigencial de reconstruir su poder interno desconociendo la adhesión popular al kirchnerismo luego de 12 años de gobernar.
Fuente: http://www.lateclaene.com/#!della-rocca-mario/c116r