La propaganda mediática pretende tergiversar los sucesos: ¿terrorismo o resistencia legítima? – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

La guerra ha vuelto a levantar sus alas en Medio Oriente, esta vez en Israel, resucitando el histórico conflicto con los palestinos. Las noticias fluyen constantemente y aportan nuevos hechos, comenzando a verse tanto la magnitud de la operación militar de Hamas, como los principales ejes junto a las posibles respuestas, y seguramente muy previsibles, de Israel.

Lo mismo sucede en el tablero geopolítico mundial, impactado por este acontecimiento que ha dejado a la cruenta guerra en Ucrania en un segundo plano. Curioso hecho este que determina que una guerra en territorio europeo parezca menos importante que otra en Medio Oriente, seguramente porque en este último se afecta a uno de los pesos pesados no solo de la política mundial, sino de la propaganda.

Este punto, el de la propaganda, es central hoy en las guerras modernas. La opinión pública desinformada, poco interesada y maleable, aún mantiene el potencial de influir, o al menos molestar, las grandes decisiones.

Allí entonces vemos cómo el desarrollo de los acontecimientos ha alcanzado su clímax. No vamos a desconocer que el hecho protagonizado por Hamas es seguramente el mayor desde los años 70, y el golpe más relevante en un solo día en el frente militar.

La organización palestina consiguió atacar medio centenar de puestos y bases militares en territorio controlado por Israel, tomar al menos 14 vehículos militares, entre ellos los míticos Merkava IV, afectar 4 helicópteros y 3 aviones F16. Imágenes del retiro preventivo de estos aparatos por las rutas releva de muchas más razones.

En estos momentos, Tel Aviv moviliza cientos de tanques tanto hacia Gaza como hacia la frontera con el Líbano, donde ya se han registrado escaramuzas con el Hezbollah.

Los caminos posibles del conflicto son dos, Hamas se retira luego del golpe y busca negociar con las decenas de rehenes, entre ellos un general de brigada capturado, o ingresan nuevos actores, y el conflicto escala, con un potencial difícil de predecir, dado que el gobierno israelí posee armas nucleares en cantidad como para destruir Medio Oriente.

Por lo expuesto, es importante considerar el papel de la propaganda, que en definitiva es lo que permitirá avanzar o no, y cómo hacerlo, a los contendientes. Especialmente con Israel, cuya respuesta ya es conocida y está comenzando a verse bombardeando edificios enteros, sin considerar si hay civiles allí.

La reacción de Occidente es el único límite que puede tener Tel Aviv en sus acciones, dado que buena parte de su fortaleza proviene de los aportes de esos países.

Un primer punto no menor es la calificación de los medios pro israelíes, casi todos en Occidente, como acto terrorista de los palestinos. Desconociendo décadas de vidas sometidas a condiciones infrahumanas y la desobediencia de las resoluciones internacionales que llaman a un acuerdo con dos Estados, Israel ha presionado hasta niveles insostenibles a los palestinos con el fin de vaciar los territorios y ocuparlos, algo que ha hecho con colonos armados.

Como siempre sucede, la propaganda pone un punto de partida arbitrario, ignora razones previas y se enfoca a considerar exclusivamente las acciones que bien podrían ser catalogadas como de legítima defensa, no como actos de agresión.

Con solo ver las disponibilidades de armas y tecnología que cuentas las Fuerzas de Defensa Israelíes y comparar eso con los medios disponibles de Hamas, queda absolutamente claro que el Estado de Israel, con el respaldo de Occidente, es un contendiente de una categoría infinitamente más poderosa.

La prensa ha reaccionado fuertemente calificando como acto terrorista y esto nos lleva a preguntarnos que es en realidad el terrorismo. Terrorismo es imponer el miedo con fines políticos, algo realizado en forma clandestina y que responde normalmente a pequeños grupos vanguardistas. Podemos encontrar otra posición sobre el terrorismo de Estado, que también existe, pero claramente este no sería el caso de Palestina, sino de Israel, dada las características de cada actor.

Lo que hemos visto claramente es una operación militar que ha priorizado el ataque a blancos militares enemigos, justificados en la violencia histórica a la que son sometidos los palestinos. Hasta este punto resulta bastante simple de comprender.

Los palestinos tienen el mismo derecho a la defensa que tienen otros pueblos, que quien los presiona sea Israel no cambia el hecho.

Lo que hemos visto no se trata tampoco de una bomba puesta en un colegio infantil, se trata de ataques a todo tipo de blancos duros. Los misiles y drones empleados han golpeado instalaciones militares, aunque es inevitable que se produzcan daños contra civiles. Lo importante en este caso es ver la responsabilidad, si se intenta golpear civiles o son daños colaterales no buscados.

Durante la respuesta estadounidense al 11-S, se hablaba de “daños colaterales” para matar cientos de miles de civiles en países lejanos en situaciones tan inverosímiles como una boda. Ningún mandatario occidental, esos mismos que hoy hacen muestra de su pleitesía corriendo presurosos a opinar sobre lo nadie los ha llamado, ha señalado a los Estados Unidos como nación terrorista.

En esas oportunidades, que fueron muchas, siempre aceptaron que fueron “errores”. Curioso el contraste.

Por ello es clave comprender cómo la narrativa mediática actúa convalidando o condenando acciones de acuerdo a sus intereses. ¿Por qué los cuatro candidatos presidenciales en Argentina sostienen que se trata de un acto de terrorismo? ¿Por qué el presidente en ejercicio, Alberto Fernández y la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, se han expresado en el mismo sentido?

Porque la prensa, y el lobby, los condiciona. Tan simple como eso, pero absolutamente irrebatible.

Un segundo punto que viene de la mano con la propaganda que llama terroristas a quienes se han levantado luego de años de ignominia, es considerar que mueren civiles. Esta retórica habitual se acompaña con fotos de familias y niños, llorando al ser secuestrados por los terroristas.

En este punto debemos hacer algunas consideraciones, en primer lugar los israelíes participan del ejército con un servicio militar de treinta y dos meses para los hombres y 24 meses para las mujeres. No solo eso, hasta los 45 años son considerados dentro de la Tzahal y reciben entrenamientos constantes y sostenidos.

Israel tiene unas fuerzas armadas que en situación de conflicto pueden ascender, a más de 700 000 soldados sobre una población que apenas sobrepasa los 9 millones, la tasa de militares es más que importante.

Esto sería como que Estados Unidos en las mismas condiciones unas FFAA de 30 millones, o China de casi 150 millones. Números asombrosos que demuestran que es un Estado para la guerra.

No vamos a tratar en estos momentos las razones, si bien es cierto que está rodeado de enemigos, su nacimiento y sus acciones, sumados a sus apoyos internacionales, clarifican bastante las causas. No solamente tenemos una población entrenada militarmente, sino que además cuenta con miles de “colonos” armados que han impuesto sus reglas y despojado a los palestinos a punta de pistola, o de armas automáticas, sería más preciso, con el apoyo y la convivencia del Estado israelí.

Esta situación debe ser también considerada cuando la prensa distribuye imágenes de mujeres y niños capturados. Una observación adicional, las tomas muchas veces resultan escenografías realizadas en lugares lejanos con actores para inducir ideas específicas. Las guerras modernas abundan en estas situaciones, como hemos visto en los primeros tiempos del conflicto en Ucrania, donde se han escenificado situaciones de bombardeos a hospitales con niños y embarazadas.

Esas escenas eran protagonizadas por actores, como luego se supo. Claro, la inmensa mayoría de la población nunca se enteró porque las pruebas no les fueron mostradas con el mismo ahínco con que le mostraron las escenas de los “bombardeos” rusos.

Por lo tanto, este tipo de imágenes deben siempre ser consideradas con sumo cuidado, algo que con la masificación de la inteligencia artificial será cada vez más habitual.

A esta situación de posibles falsificaciones, también debemos considerar el hecho que muchas de las mujeres capturadas pertenecen en realidad a las Fuerzas de Defensa Israelíes, no son civiles. Sin embargo, mostrar mujeres llevadas por la fuerza, llorando, ablanda el corazón más duro y de eso se trata.

La constante prédica de informaciones plagadas de calificativos completa el cuadro al que se exponen las mayorías, porque poca gente tiene voluntad, o sabe cómo, buscar fuentes alternativas.

No hay muchas, dicho sea de paso, las árabes o musulmanas son consideradas poco fiables por ser parte del conflicto, (como si las Occidentales no lo fueran y se presentan como imparciales). Las fuentes rusas están prohibidas en muchos lados y son cuidadosas, dado que Moscú aún tiene buenos lazos con Israel y busca no romper definitivamente, a pesar de que Tel Aviv ha enviado armas y asesores militares a Ucrania.

Las grandes cadenas y las redes sociales funcionan con la lógica habitual que hemos visto, defenestrando a Trump, a Putin y demás. Son simples operadores políticos que se disfrazan de independientes.

En conclusión, es necesario considerar que la guerra en Medio Oriente es algo central para los intereses de Occidente y desde allí que se haya puesto a rodar una impactante campaña de propaganda que pretende tergiversar los sucesos. De esta manera, los agresores son mostrados como víctimas, de forma tal que se podrá luego presionar a los volubles políticos en Occidente para darle carta blanca a Israel en sus acciones represivas.

Al menos esto es lo que se ha hecho históricamente, pero hoy la situación puede ser distinta.

El contexto internacional ha cambiado, Rusia ha mostrado que Occidente es un tigre de papel, cuyas capacidades han sido muy sobrevaloradas, entre ellas las militares. Israel es un eco de esta situación, Hamas ha comprendido la debilidad de su enemigo, que depende de la ayuda externa, una ayuda que ahora está en entredicho, dado que se multiplican los frentes de conflicto y la situación en Ucrania ha consumido gran parte de los recursos disponibles.

Los sistemas antimisiles, hoy en boca de todos, se agotan y son necesarios en Ucrania, los demanda Alemania, los quiere Polonia, pero los necesita Israel ahora. ¿Cómo reponer los misiles consumidos ante tanta demanda?.

¿Intervendrá Irán directamente, lo hará Hezbollah?. ¿Cómo actuarán los países árabes?. ¿Qué espacio tienen los saudíes para acordar con Israel si Qatar apoya a Hamas?. ¿Cuánto durará en Rusia la paciencia con Israel y sus coqueteos con Kiev?.

¿Puede Estados Unidos quedarse mirando cómo China nuevamente se ofrece como el mediador, desplazando de esa posición a Washington y recordando al mundo que es la nueva superpotencia?

Muchas preguntas cuyas respuestas definirán el mundo futuro. La propaganda juega precisamente en la toma de decisiones, y por ello es necesario separar la paja del trigo. ¿Terrorismo o resistencia legítima? Esa es la clave.

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