La política de Israel de asesinatos selectivos es una muestra de desconcierto y errores en cadena – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

La política de asesinatos selectivos, como el de Saleh al-Arouri, un alto líder de Hamás que vive en Beirut, Líbano, es una muestra de desconcierto y errores en cadena.

Al Arouri era un diputado, segundo en la jerarquía de Hamas según informan los medios, pero de las estructuras políticas, no del ala militar.

Esto significa que era un blanco relativamente fácil y desprotegido, que contrasta con la inoperancia para golpear al aparato militar de Hamas.

Independientemente de la discusión sobre la licitud de los asesinatos de líderes enemigos, algo por demás dudoso y que quiebra valores básicos de la guerra, la estrategia se ha visto contraproducente a lo largo de la historia. Claro que si el objetivo no es radicalizar a la organización que se ataca.

Decapitar antiguos líderes suele tener como corolario que los mismos serán reemplazados por otros más jóvenes, y seguramente más impetuosos. Esos nuevos líderes se han forjado con un enemigo sin reglas, y, por lo tanto, dada su propia experiencia, serán más duros y con ellos, el perfil de la organización se radicalizará.

Por ello, la clave en el asunto es comprender cuál es la verdadera estrategia seguida por Netanyahu y los suyos. Si bien el trato palestino nunca fue bueno desde antes, aun de la oficialización del Estado de Israel como una nueva nación, desde la llegada en los 90 de muchos judíos, y otros que no lo eran en su origen, desde la Europa Oriental, endureció las políticas de Tel Aviv.

Netanyahu parece ser un emergente de ello. Sus aliados son halcones cuyo proyecto es el más radical que se pueda concebir, pero sobre todo, carecen de un mínimo de sentido común en sus acciones.

Las disparatadas propuestas de solucionar el problema con los palestinos trasladándolos a otro país, incluyendo lugares tan exóticos como Congo, escapa a toda lógica racional. Si partimos de esa idea fuerza, despejar la región de Palestina a como dé lugar, entendemos el salto al vacío que han dado.

Netanyahu había tenido informes sobre lo que iba a pasar ese 7 de octubre, y decidió ignorar el tema. Más aún, ni siquiera avisaron a las autoridades del festival sobre la conveniencia de disolverlo ante la situación, al menos, hipotética.

Algunos hemos pensado que el costo político, que incluye un post-Gaza, donde ruede la cabeza de Bibi, al menos por su probada ineficiencia para detener el ataque, era razón suficiente para establecer que fue la impericia y no otra cosa, lo que impidió que se dieran las alertas.

Razones no faltan, los rehenes muertos en el momento del ataque por las propias Fuerzas de Defensa Israelí no hacen más que convalidar la idea del mal entrenamiento. Reservistas indisciplinados, mal entrenados, inclusive con instructores con fallos en su formación, acostumbrados a tareas de brutales represiones de tipo policial, pero no al choque con otra estructura militar entrenada, crean una base firme para sospechar la falta de capacidad.

Las Fuerzas de Defensa de Israel, según muchos oficiales propios, carecen de tiempo, recursos y voluntad en muchos de sus integrantes. El mito hollywoodense sobre el ejército imbatible está muy lejos de la realidad.

El caso público con los tres rehenes israelíes Samer al-Talalka, Yotam Haim y Alon Shamriz han devenido en una investigación militar que llama mucho la atención sobre el tema de la formación para el combate.

En primer lugar, según el informe publicado por el diario Haaretz, los soldados y altos mandos que operaban en la zona, no fueron informados correctamente. Un edificio encontrado dos días antes del incidente tenía pintadas las palabras ‘Auxilio, 3 rehenes’ y ‘SOS’.

El soldado que disparó afirmó que los vio portando un paño blanco, pero no tuvo tiempo de “darle sentido” a la situación. Otros soldados también abrieron fuego contra Haim y lo mataron violando una orden explícita.

Según la investigación militar, a las 9:49, dos soldados notaron que Haim se movía y abrieron fuego, a pesar de la orden de su comandante de no disparar, produciendo la muerte del rehén instantáneamente. Según los investigadores, la orden de suspender el fuego se escuchó con claridad, pero los soldados afirmaron que no habían entendido la orden, pensando que era una orden temporal, destinada a permitirles escuchar y asegurarse de que no hubiera fuego enemigo en la zona.

Los soldados no estaban seguros sobre las reglas de enfrentamiento con respecto a cómo actuar con hombres desarmados, a pesar de que las Fuerzas de Defensa Israelí están operando en una zona densamente poblada, y pidiendo a los combatientes de Hamas que se rindan.

Una vez más, se confirma el mal entrenamiento. Si tenemos en cuenta que Israel no estaba preparado para el enfrentamiento, dado que no había acumulado más material bélico, de hecho Estados Unidos había retirado el 80 % de las municiones almacenadas en los depósitos militares para enviarlas a Ucrania.

Tampoco tenemos registro de intensificación del entrenamiento de las tropas ni mayores reclutamientos.

En estas circunstancias, es difícil comprender que los altos mandos militares avalen una operación de la magnitud de la actual. Dejar suceder el ataque con la idea de luego tener las manos libres para hacer una limpieza étnica era algo con altísimas probabilidades de fracasar y arrastrar consigo a Netanyahu y sus aliados, cuando no amenazar de muerte a la propia existencia del Estado de Israel.

Por estas razones, parece más que plausible pensar que hubo una serie de errores en cadena dada la mala preparación de Israel.

Un segundo problema se nos presenta cuando vemos la insistencia de Netanyahu en seguir por el camino de las provocaciones. Si sus fuerzas armadas no son las mejores en estos momentos, si el enemigo tiene a su favor el número, la cantidad de frentes que se abren, distintas naciones que se vuelcan al conflicto, al menos en forma indirecta, subir la apuesta no parece lo mejor.

La economía israelí está viéndose muy afectada, por el bloqueo hutí, como así también porque los soldados son reclutados de la masa de los trabajadores. Esto, sumado al esfuerzo de guerra, horada el tesoro israelí y lo hace dependiente de las ayudas externas. 

En el frente diplomático, el descrédito de la actuación está aislando al país. Sudáfrica ha presentado una denuncia en la Corte Penal Internacional por genocidio contra Israel, los países europeos están llenos de contradicciones y en los propios Estados Unidos hay dudas sobre qué hacer.

El retiro del grupo de ataque del portaaviones Ford a sus bases es una señal preocupante, aunque algunos opinan que los movimientos del grupo del Eisenhower podría ser una señal de que preparan un ataque contra los hutíes.

Irán, mientras tanto, ve cómo su paciencia se pone a prueba y, extrañamente a lo esperado, mantiene un discurso duro pero contenido. Tel Aviv demuestra por sus acciones contra Irán, incluyendo su posible participación en el atentado de Kermán, que quiere arrastrarlo a una guerra directa.

Esto parece ser algo equivocado, si consideramos las dificultades israelíes con sus fuerzas militares, que le impiden derrotar a Hamas. En esas circunstancias enfrentarse con Irán sería verdaderamente suicida, Israel no puede sostener una guerra de alta intensidad con los persas, que además sumaría otros países, seguramente.

Cabe preguntarnos, entonces, ¿por qué razón Irán no reacciona e Israel sigue provocando? La respuesta parece tener una sola explicación racional. El gobierno de Tel Aviv sabe que no puede sostener una pulseada a largo plazo con el mundo islámico, que su situación se debilita cada día, aún antes del 7 de octubre, y que su principal sostén, los Estados Unidos, están embarcados en una guerra con China y Rusia que difícilmente podrá ganar.

Si Washington se derrumba, Londres será la nada misma e Israel quedará en soledad contra un enemigo que se fortalece y lo supera.

La solución, entonces, es aprovechar la única ventaja real que le queda a Israel, sus armas nucleares.

La única salida a este entuerto sería un ataque nuclear contra Irán, devastando al país persa y mandando una poderosa señal a los vecinos. Tel Aviv nuclea con otras reglas de juego que no son las de las demás naciones.

El blindaje de la propaganda internacional le permite cruzar todo tipo de líneas vedadas para cualquier país. Hablar de expulsar 2 millones de palestinos y que no le lluevan denuncias internacionales, sanciones y bloqueos, le da un margen de impunidad a considerar.

Allí, entonces, hay una posibilidad muy cierta del empleo de sus armas nucleares. Y si todo sale mal, no olvidemos la Doctrina Sansón de inmolarse junto a sus enemigos. 

En este punto tengamos en cuenta que el sionismo, si bien está concentrado en Israel, tiene extensiones múltiples y seguirá existiendo aun si desaparece medio mundo.

Esta teoría puede parecer disparatada si no fuera que en Rusia se ha discutido en círculos atentos al acontecer militar e internacional, así como ha sido barajada abiertamente por Soloviov. En Rusia hay un consenso en que Israel va a atacar nuclearmente a Irán, solo se debate cuándo lo hará.

Si los planes de Netanyahu son la salida dura, se comprendería de mejor manera la política sobre los palestinos, sus acciones militares y aun la provocación constante sobre Teherán. Israel necesita una excusa lo suficientemente poderosa para convencer a los suyos a usar el arma nuclear y que el resto de las naciones lo consideren aceptable.

El resto, solo el terror impuesto con un arsenal nuclear suficiente para atacar a varias naciones de la región.

Netanyahu conformó un Gabinete de Guerra formado luego del 7 de octubre, pero la unidad nacional se ha puesto tensa. El Gabinete se debía reunir para discutir el plan del Ministro de Defensa Gallant para gobernar Gaza cuando terminen los combates. No obstante, eso no se cumplió y se hicieron públicas tensiones entre los halcones Ben Gvir y Smotrich y los líderes de los partidos políticos de oposición Benny Gantz y Yair Lapid, incluyendo al Jefe de Estado Mayor del ejército israelí.

Según el periodista de Haaretz, Michael Hauser Tov, Gantz, se enfrentó con Netanyahu,  Itamar Ben-Gvir, por las críticas a la forma en que se manejó la crisis el 7 de octubre.

Gantz señaló que “lo que ocurrió ayer en el gabinete fue un ataque por motivos políticos en medio de una guerra”, y que “una conducta así nunca había ocurrido antes”.

La noticia de que el Jefe de Estado Mayor del Ejército había encargado a un equipo de militares prestigiosos para esa investigación provocó la disputa.

«Es nuestro deber hacer preguntas al jefe del Estado Mayor del ejército y asegurarnos de que no repita los errores del pasado, en los que Benny Gantz fue cómplice». «El día después de la guerra debe discutirse en el foro legal, y la decisión no puede dejarse en manos de Gantz, que quiere traer el régimen de Mahmoud Abbas y sus amigos a Gaza».

Yair Lapid respondió: “Ben-Gvir, un partidario del terrorismo que no sirvió en el ejército, ataca a Shaul Mofaz, el Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelí durante la Guerra de Gaza de 2014 y un héroe israelí, y otros ministros intentan humillar a los comandantes de las Fuerzas de Defensa Israelí”.

En este clima de tensiones, acusaciones mutuas y sombrío futuro, Israel se desenvuelve con al menos un centenar de misiles nucleares y portadores, incluyendo submarinos, que le permite arrojarlos, con éxito, a cualquiera de sus enemigos, y arrastrando, si lo hacen, al mundo a una verdadera catástrofe.

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