Por Alfredo Jalife Rahme
Las guerras del siglo XXI no son totalmente militares. EEUU, sin participar directamente en el conflicto, libra varias guerras simultáneas contra Moscú como parte de la ‘Primera Guerra Híbrida Mundial’, donde destacan sus ‘sanciones catastróficas’.
Sanciones catastróficas con su doble guerra financiera y económica que tienen como objetivo la ‘derrota estratégica’ de Rusia.
La generalizada narrativa occidental asevera que el Gral. Valeri Guerásimov, Jefe del Estado Mayor del ejército ruso, es el inventor del concepto de guerra híbrida, que combina el uso de armas convencionales con métodos no-militares, como los ciberataques y la desinformación.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), de EEUU, llegó hasta atribuir la definición de guerra hibrida a los militares rusos, como un “esfuerzo a nivel estratégico para moldear la gobernación y la orientación geoestratégica de un Estado en su mira”.
Más acorde a la realidad, France 24 expuso, al contrario de las erróneas fuentes anglosajonas, que el Gral. Guerásimov “pensó que la guerra hibrida era lo que EEUU había usado para fomentar los levantamientos de la Primavera Árabe y que Washington intentaba usar contra Moscú”.
Woodrow Wilson International Center, con sede en Washington, “la idea de la doctrina de una guerra hibrida ha prendido en los círculos de analistas en Washington”, quienes la deducen incorrectamente de una etérea, encubierta e inexistente ‘Doctrina Guerásimov‘.
Ya en 2007 Frank Hoffman, del Potomac Institute for Policy Studies, en Arlington (Virginia) —curiosamente, muy cerca del asiento de la CIA en Langley—, acuñó el concepto de ‘guerras híbridas’ como parte intrínseca de los “conflictos del siglo 21″.
Michael Swetnam, director del Potomac Institute for Policy Studies, aduce que los “países deben comprometerse en conflictos irregulares, además de los tipos convencionales de guerra, para conseguir sus objetivos. Claramente, EEUU debe estar preparado para el amplio espectro de conflictos en todos los frentes”.
El Secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, asevera que la Administración Biden espera en última instancia “una derrota estratégica de Putin y Rusia, pese a cualquier ganancia táctica de corto plazo que hayan conseguido en Ucrania”.
Blinken destacó que las “sanciones devastadoras” y el “aislamiento diplomático” han tenido efecto porque “Rusia fracasó en sus objetivos principales” al “no ser capaz de capturar Ucrania”, lo cual tampoco podrá “hacer en el largo plazo”.
Tampoco el premier británico Boris Johnson ocultó que las sanciones anglosajonas “tenían como objetivo derrocar al régimen de Putin”.
El paroxismo teleológico fue alcanzado por la Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos del Departamento de Estado de EEUU, la pugnaz Victoria Nuland —creadora del caos teledirigido de Ucrania desde 2014—, quien sentenció ante el Congreso que “en la perspectiva de EEUU, el resultado final [end game] es la derrota estratégica del presidente Putin en esta aventura”, luego de incitar a una rebelión del “pueblo ruso”.
Victoria Nuland opinó”que la “guerra concluirá cuando Putin se percate de que puso en riesgo su propio liderazgo”.
Tomando en cuenta la ominosa declaración de Victoria Nuland, es altamente probable que se esté desarrollando una caleidoscópica y multiforme guerra “no declarada” de EEUU contra Rusia en el conflicto de Ucrania que, a mi juicio, pudiera muy bien denominarse como la Primera Guerra Híbrida Mundial.
Han existido muchas guerras híbridas focalizadas y regionalizadas, como la de la guerrilla chiíta libanesa de Hezbolá contra Israel —que resalta Hoffman— y otras más que los multimedia occidentales endosan a Rusia: desde Georgia, pasando por Siria, hasta el Donbás —la región oriental de Ucrania donde han declarado su independencia respectiva Lugansk y Donetsk— cuya mayoría demográfica es rusófona/rusófila y de religión ortodoxa.
A mi juicio, Ucrania es hoy el asiento de la Primera Guerra Híbrida Mundial que libra en forma indirecta/tangencial EEUU contra Rusia —cuya masa crítica se condensa en Kiev— que ha provocado una serie de medidas asfixiantes, catalogadas de “sanciones catastróficas”, que han permitido a EEUU/OTAN/Unión Europea asestar “varias guerras en una”: desinformativa, cultural, civilizatoria, demográfica, cibernética, maniquea, radioactiva, biológica, orwelliana, neomacartista, de censura, ideológica, comercial, financiera, económica, etc, etc.
Hoy la doble guerra financiera y económica de Biden ejerce su máxima presión contra Rusia.
A juicio del canciller ruso Serguéi Lavrov, más allá de Ucrania, lo que está en juego en última instancia es el “orden mundial” y el “sistema de seguridad en Europa”.
Un día antes, el canciller Lavrov, había comentado que una “tercera guerra mundial sería nuclear, destructiva”.
Para que no quede duda de la multidimensional guerra híbrida focal/regional/global de EEUU contra Rusia, nada menos que el máximo jefe de las fuerzas armadas de EEUU, Gral. Mark Milley, visitó un campo aéreo clandestino —hub (encrucijada) para el transporte de armas—, aparentemente en el sureste de Polonia, cerca de la frontera con Ucrania.
Entretanto, el Pentágono expuso haber desplegado 12.000 soldados a países miembros de la OTAN colindantes a Ucrania con el fin de “vigilar [sic]”el conflicto militar con Rusia.
Hoy alrededor de 5.000 soldados de EEUU entrenan al ejército de Polonia, frontera con Ucrania y Kaliningrado (Rusia), al unísono de otros 14 países que libran armas a Ucrania.
En paralelo, Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, acusó a EEUU de haber declarado una “guerra económica” contra Rusia que “está sembrando violencia en los mercados energéticos”.
En Occidente se han coordinado para liquidar a Rusia de una u otra forma mediante la doble guerra financiera y económica, que forma parte de su guerra híbrida.
Así las cosas, el ministro de economía de Francia, Bruno Le Maire, se jactó sin tapujos de poder “colapsar [sic]” la economía rusa a lo cual replicó subliminalmente el expresidente Dmitri Medvedev de que su “guerra económica” podría desembocar en una guerra total. Le Maire retractó inmediatamente su bravata económica.
La directora del Atlantic Council (adicto a la OTAN), Julia Friedlander —experta en “guerra financiera” y “sanciones” tanto con la dupla Obama/Biden como con Trump, desde la Oficina de Espionaje (sic) Financiero y Terrorismo en el Departamento de Tesoro—, escribió un ominoso ensayo en el portal Político : “Occidente declaró la guerra financiera contra Rusia. ¿Está preparado para sus consecuencias?”.
Friedlander comentó que “la respuesta de Occidente ya no es solamente una presión — es una guerra financiera”.
Después de preguntar si EEUU y sus aliados podrán provocar daño suficiente a la economía rusa para frenar su operación militar, sentenció que se trata de “un juego de alto riesgo para la seguridad europea, en tiempo real, mediante medios financieros y económicos”.
Pronosticó que el “contagio [sic] financiero y de deuda podía estallar en lugares no vistos” cuando “el daño colateral de la estrategia actual puede ser mayor a lo que sabemos”.
Destacó que la “estrategia de sanciones de Occidente es una carrera contra el reloj, o mejor dicho, de 2 relojes que corren uno contra el otro. Un reloj es financiero —cuánto toma para arrodillar a la onceava economía mundial— y “otro reloj es militar, cuánto tiempo necesita Rusia para derrotar a las fuerzas de Ucrania”.
¿Cuál será el revire de Rusia?
¿Acudirá China, bajo la espada de Damocles de Biden de otras ‘sanciones catastróficas’, al rescate económico y financiero de Rusia?