Por Alfredo Jalife Rahme
Los simpatizantes de Trump calificados como ‘deplorables’ por Hillary Clinton y como ‘basura’ por Biden se volcaron por el actual presidente elector, cuyo Partido Republicano hoy representa a la clase obrera, mientras el Partido Demócrata se aburguesó a grado tal que hoy es el partido de Wall Street.
Los “republicanos” pugnaces Cheney, Bolton y los Bush estuvieron con Kamala Harris frente a los “demócratas” antiguerra, como Tulsi Gabbard y Robert Kennedy Jr.
Se desdibujaron en forma dramática las clásicas líneas partidistas. Y llama la atención la conjetura del rotativo británico Daily Mail, vinculado al espionaje del MI6, sobre la “felicidad” de Biden, mientras su vicepresidente Kamala era derrotada.
¿El término despectivo de “basura”, proferido por el presidente Biden contra los partidarios de Trump, contribuyó deliberadamente en su triunfo, además del atuendo rojo [color del partido republicano]”, de la primera dama Jill Biden el día de la elección? A un nivel más estructural, es imperdible la lúcida autocritica de Bernie Sanders, senador independiente por Vermont, quien aduce que el hoy plutocrático Partido Demócrata abandonó a la clase obrera, lo cual ya había sido adelantado por el connotado autor Frank Thomas en su libro The People, No: A Brief History of Anti-Populism.
Washington Times arguye que el triunfo tectónico de Trump ha reconfigurado el mapa electoral y resquebraja los bastiones del Partido Demócrata.
A mi juicio, se trató de una genuina revolución electoral doméstica donde —más que un mandato “trifecta” al haber descolgado Presidencia, Senado y Cámara de Representantes, según alega Bloomberg— se gestó un “cuádruple mandato” al haber obtenido Trump, en forma inesperada, el voto popular con más de cinco millones de votos de diferencia.
El impactante triunfo de Trump —un “rinoceronte gris” que “nadie” vio porque la aplastante mayoría de los multimedia están controlados por el Partido Demócrata, con la relativa excepción de Fox News (que se andaba cargando subrepticiamente con Kamala)—, mientras el “Estados Unidos profundo” recurría más a las redes sociales y a los medios alternativos, no define la geoestrategia global tripolar (según la tesis de Mark Milley, ex mandamás del Pentágono), que en realidad es una bipolaridad regional de Rusia y China frente a EEUU, que planteé en mi libro Ucrania, primera guerra híbrida mundial: fractura de la biosfera.
La derrota de EEUU, la OTAN y la Unión Europea (UE) en Ucrania y el genocidio en Gaza —que afectó la votación del estado clave de Michigan en contra de Kamala— se reflejaron en la votación.
Más allá del hiperbólico cuan ditirámbico “nuevo orden global de Trump”, donde Daily Mail interpreta la política exterior del vencedor y el nuevo posicionamiento de EEUU, a mi juicio, tal distopía no será fácilmente aplicable cuando Rusia prácticamente ha derrotado a los padrinos de Zelenski en Ucrania y China prosigue la desdolarización.
Mientras Washington Times interpreta a los “ganadores y perdedores”, a mi juicio, son las totalitarias agendas globalistas bélicas las grandes derrotadas: Agenda 2030, Agenda Verde, el Gran Reseteo del Foro Económico Mundial de Davos y Agenda Woke, repudiadas en las urnas y que gozaron de una exagerada difusión cacofónica por los multimedia controlados por el Partido Demócrata que distorsionaron la voluntad de la “mayoría silenciosa”.
Pese a que Doug Emhoff, el marido de Kamala fue uno de sus principales abogados, Hollywood que se volcó en forma apabullante a favor de la todavía vicepresidente, está repleta de sórdidos escándalos: Epstein, Weinstein y Diddy con fotos comprometedoras, que si bien gozan de la tácita aprobación localista en California, fueron repudiados en el resto del país.
La nueva geografía electoral es prístina: la costa occidental y la costa nororiental, además de Colorado y Nuevo México al interior, con Minnesota (de donde es oriundo gobernador el opacado y apagado Walz) e Illinois (feudo de los Obama), el restante del país, en particular las fronteras con México, se pintaron de “rojo”.
Todo el grupo adscrito al globalista plutócrata George Soros, de 94 años, salió severamente dañado: los Obama, los Clinton y Nancy Pelosi. La agenda antipetróleo e hipócritamente “ambientalista” de BlackRock se encuentra entre los grandes perdedores: “El Imperio Secreto de BlackRock: El surgimiento de BlackRock y su dominio del mundo de las finanzas” (Edward Branson).
En particular, la agenda globalista financierista del Foro Económico Mundial de Davos, encabezada por el alemán Klaus Schwab y su propagandista Yuval Harari, promotor del antihumano transhumanismo en la Era de la Inteligencia Artificial —donde la mayoría de los humanos son “innecesarios”— se encuentra entre los grandes perdedores.
Por cierto, quizá nada casualmente, el modelo globalista financierista del gobierno proguerra de la coalición alemana colapsó el mismo día del triunfo del antiglobalista y antiguerra de Trump.
En su discurso triunfal Trump comentó: “No voy a iniciar una guerra. Voy a detener las guerras”. A ver si es verdad. Como sentencia la Biblia: “Por sus actos los conoceréis”.
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