Por Gustavo Vera*
La detención del multimillonario Jeffrey Epstein, por la red de trata sexual de menores a las que abusaban ricos y famosos en su isla “exclusiva” en Puerto Rico, recuerda mucho a la versión latinoamericana de Raúl Martins y sus vínculos con Macri y varios facinerosos del poder.
Durante más de dos décadas Epstein reclutó a mujeres menores de edad con el cuento de pagarles los estudios o ayudarlas a tener un buen trabajo a cambio de tareas de masajistas, las que luego eran abusadas sexualmente por el magnate y una larga lista de políticos y millonarios.
La detención, el juicio y las revelaciones públicas de la red de trata de Epstein salpicaron a ricos y famosos entre los que se encuentra el ex presidente Bill Clinton, Tony Blair, Michael Bloomberg, el ex ministro israelí Ehud Barak, Henry Kissinger, el príncipe británico Andrew, Gustavo Cisneros (dueño de la oligarca Venevision), el hijo del ex presidente del Congreso Judío Mundial, Eduard Bronfman Jr , miembros de las familias de los Koch, los Katz, los Rosenthal , los Rotschild, el sobrino de George Soros, Peter Soros, entre muchos otros.
El ministro de trabajo de Trump, Alex Acosta, tuvo que renunciar la semana pasada al revelarse que cuando fue fiscal federal encubrió a Epstein de otros casos de trata y pedofilia diez años atrás.
Seguramente muchos de los involucrados han financiado varias veces operaciones de prensa para mortificar y demonizar a todos los que buscan sinceramente un mundo realmente justo. No extraña que hayan elegido como falsa noticia acusar recurrentemente de pedofilia a quienes querían destruir por ese refrán que dice “Al ladron, al ladron, grita el chorro”. Eran bien concientes del abominable delito que cometían.
En estos días han quedado en evidencia ante el mundo, que advierte que de los sótanos más abyectos de la explotación humana, se alimentan los que están en la cúspide del poder. En buena hora que la sociedad vea y se indigne y que haya verdad y justicia. La trata de personas debe ser considerada un delito de lesa humanidad porque afecta lo más sagrado de las personas: la vida, la libertad y la dignidad.
*Gustavo Vera, titular de la Fundación Alameda.