Indi Gregory: la bebé condenada a muerte por el Reino Unido fue bautizada y despierta repudio contra la eutanasia

El caso de Indi Gregory, la bebé británica de ocho meses condenada por la Justicia del Reino Unido a ser desconectada de los aparatos que la mantienen viva, en contra de la voluntad de sus padres, sigue conmoviendo al mundo y multiplicando los repudios hacia la eutanasia.

Tras la decisión del gobierno italiano de Giorgia Meloni de concederle la ciudadanía de su país y ofrecer pagar los costos del traslado a Roma, donde el Hospital Niño Jesús se ha ofrecido a buscar un tratamiento alternativo a su enfermedad, las autoridades del Reino Unido se han negado a permitir esta opción, insistiendo con la muerte de la bebé.

La decisión de Meloni fue tomada para evitar que los médicos británicos la desconectaran y permitir su traslado a Roma, ya que el Tribunal Superior de Londres se ha negado a prolongar el tratamiento de soporte vital al que se la estaba sometiendo la niña, Indi Gregory, en el Queen Medical Centre de Nottingham (Reino Unido).

La ministra de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades, Eugenia Roccella, ha señalado en una publicación en su página de Facebook que “la vida y la muerte no son opciones equivalentes, y mucho menos pueden serlo para el Estado” y que “hacer de Indi nuestra conciudadana es la forma más eficaz de demostrarlo”.

Según la ley británica, la cuestión principal en tales casos es si el tratamiento propuesto redunda en el interés superior del niño. Los jueces han confirmado repetidamente las decisiones de los médicos de poner fin al soporte vital incluso cuando eso entra en conflicto con los deseos de los padres.

El jueves, el juez Robert Peel rechazó una apelación del padre de Indi que solicitaba permiso para trasladarla al hospital pediátrico del Vaticano para recibir tratamiento adicional. Con extrema frialdad, el juez dijo que su decisión se basó en hallazgos de que Indi tenía poca conciencia de lo que sucedía a su alrededor y una “calidad de vida extremadamente limitada”, combinada con evidencia de que experimentaba dolor frecuente como resultado de su tratamiento.


El juez británico Robert Peel, obsesionado con dar muerte a la bebé, en octubre de 2020 fue nombrado miembro del Tribunal Superior (División de Familia).

Entretanto, el padre de la bebé, Dean, contó detalles del caso a La Nuova Bussola Quotidiana, como que, cuando las ecografías detectaron líquido en el cerebro y problemas cardíacos, los médicos les “presionaron hasta el momento del nacimiento” para que la abortaran.

La niña empezó a tener problemas al poco de nacer, y fue al cumplir los dos meses cuando en el Queen’s Medical Centre de Nottingham, adonde la habían llevado, le detectaron el síndrome de depleción del ADN mitocondrial amenazando su supervivencia.

Dean comentó que, tras este diagnóstico, detectó un cambio de actitud de los facultativos: “Parecía que habían decidido renunciar a Indi… Nunca he tenido la sensación de que se empeñasen de verdad en ayudarla”.

A principios de septiembre les comunicaron que la niña no iba a recibir ningún tratamiento y que habían introducido en su ficha una orden de no reanimación a la primera vez que su vida estuviese comprometida: “Dije que no estaba de acuerdo. Nos dijeron que nuestro rechazo a colaborar podría judicializar el caso. No tuvieron ninguna compasión”.

Cuando, efectivamente, el hospital llevó la muerte de Indi a los tribunales, desde el hospital les advirtieron que debían “mantener reserva y no difundir la historia en redes sociales”. “Les dije”, cuenta su padre, “que no lo iban a conseguir y que la historia acabaría en todas ellas”. Les dieron solo 40 horas de preaviso antes de la primera citación judicial, que hubo que posponer porque no habían conseguido un representante legal.

Fue entonces cuando la madre de Charlie Guard, a quien el mismo sistema británico mató en 2017 por la misma enfermedad que Indi, les aconsejó acudir al grupo cristiano que ejerce su representación legal, Christian Concern.

Dean denuncia que el sistema es “unilateral”: “El servicio sanitario nacional, los abogados y los médicos se apoyan unos a otros, se comportan como amigos e incluso comen juntos. La familia no tiene ninguna posibilidad ni ningún derecho”. El padre de Indi acusa a los médicos de haber exagerado los dolores de la niña e incluso inventado ataques recurrentes de tos de 10 minutos que sus padres, que pasan con ella diez horas al día y algunas noches si la niña está mal, no han visto nunca.

Cuando les llegó la noticia de que el gobierno italiano le concedía la nacionalidad italiana a Indi para favorecer su traslado a Roma, sus padres se emocionaron: “Había perdido toda fe en la humanidad y me la restituyeron, pero me hicieron sentir vergüenza de ser británico”. En el hospital, explica, se irritaron mucho y les aclararon que no la dejarían marchar: “Pareciera que estuviese en juego su reputación y que no podían permitir que se crease un precedente que pudiese animar a otros a seguir el ejemplo”.

Los médicos alegan el peligro del traslado y desconfían de la utilidad de la cirugía cardíaca que plantean sus colegas italianos; creen que la enfermedad es incurable y toda intervención solo retrasa lo inevitable: “Es cierto, sé que no hay curación”, reconoce Dean, “pero la enfermedad puede ser controlada” como se hace con otras.

Las actitudes en favor de la muerte, tanto del hospital como del juez interviniente, han generado una ola de repudios en todo el mundo, la recolección de miles de firmas para impedir la desconexión de Indi, y fuertes críticas a las políticas de eutanasia del Reino Unido.

En cuanto a la decisión de bautizar a su hija, la respuesta de Dean es impactante: “No soy religioso y no estoy bautizado. Pero cuando estaba en el tribunal me parecía que me hubiesen arrastrado hasta el infierno. Pensé que, si el infierno existe, entonces debe existir también el paraíso. Era como si el diablo estuviese allí. Pensé que, si existe el demonio, entonces tiene que existir Dios”.

“Una voluntaria cristiana que visitaba todos los días el departamento de terapia intensiva me dijo que el bautismo te protege y te abre las puertas del cielo. También me impactaron mucho mis abogados del Christian Legal Centre, Louis Browne KC, Bruno Quintavalle y Pavel Stroilov, la forma en la que me apoyaron y su dedicación”, agregó.

“He visto cómo es el infierno y quiero que Indi vaya al cielo. Es más, he decidido que también yo y mi mujer deberíamos bautizarnos. Queremos estar protegidos en esta vida e ir al cielo”, finalizó.

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