Una ex directora del banco JP Morgan, María Laura Tramezzani, expresó en el canal de noticias del Grupo Clarín, TN, cuál es su “mayor preocupación”: de acuerdo a su particular análisis, la pobreza se explica por la situación demográfica de la Argentina. Según esta neomalthusiana “los pobres” tienen más hijos que “los ricos”, por lo tanto en unos años “tendremos un país con 80% de pobres”.
Se deduce fácilmente de las palabras de esta representante del poder financiero, economista de trayectoria en varios bancos internacionales, que para ella la forma de “combatir la pobreza” no es generando trabajo digno para todos ni aumentando el mercado interno, sino evitando que los pobres tengan hijos. Para Tramezzani, el pobre “se reproduce, por familia, a cinco hijos por pareja” por lo que, según ella, “en tres generaciones, la proyección, si no hacemos algo urgente, te da que la Argentina tendrá el 80% de su población pobre”.
Más allá de las dudosas cifras que maneja (le atribuyó a cada familia pobre tener en promedio 5 hijos, un dato desmentido por las estadísticas), es obvio que ni al usurero JP Morgan, propiedad de la histórica familia Rockefeller, ni a su ex directora le importan la pobreza en sí en nuestro país.
Lejos de ser una opinión aislada o un mero “derrape” de la economista, el poder financiero viene planteando a través de organismos internacionales como el Banco Mundial visiones similares.
El problema para el poder económico global no es que en Argentina “los pobres tengan muchos hijos”, sino que el escenario a futuro que proyectan es de mayor desigualdad y concentración de la riqueza. Esta situación plantea un reto a la gobernabilidad. Ya en 1974 lo expuso con claridad quien fuera secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger en su Informe NSSM 200, desclasificado desde hace unos años. Allí plantea con claridad que el crecimiento demográfico global se constituye en un “peligro a la seguridad nacional” de los EEUU y sugiere todo tipo de medidas para frenar las tasas de natalidad. El texto se denomina “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200: Implicaciones del Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de EE.UU. e intereses de ultramar (National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests)” y es hoy de acceso público. Sus recomendaciones no son muy distintas a las de Tramezzani:
“Donde sea que una disminución de las presiones poblacionales por medio de menores tasas de natalidad puede incrementar las perspectivas de estabilidad, la política poblacional se convierte en relevante para el suministro de recursos y para los intereses económicos de los EE.UU.”.
-Informe Kissinger, 1974, NSSM. 200“El rápido crecimiento poblacional afecta negativamente todos los aspectos del progreso social y económico de los países en desarrollo (…) esto lleva a preguntar cuánto más fácil serían los desembolsos para combatir la natalidad, que los destinados a incrementar la producción por medio de inversiones directas en irrigación, o proyectos para generar energía construir fábricas”.
-Informe Kissinger, 1974, NSSM. 200, Cap I
En un mundo que avanza hacia la futura robotización del modo de producción capitalista, reemplazando trabajo humano, junto a los desarrollos cada vez más veloces de la inteligencia artificial, si no se reparte la riqueza generada, se asistirá progresivamente a enormes masas de personas desempleadas. Para el sistema de producción global, del modo excluyente en que viene funcionando, hace años que ya sobramos millones de personas en el mundo. De ahí que cobre relevancia la permanente advertencia del papa Francisco contra la imposición de la “cultura del descarte” de personas.
El comentario de María Laura Tramezzani, realizado con la desfachatez de quien se autopercibe impune, no hace más que blanquear lo que buena parte de los planificadores globales del poder financiero viene sosteniendo.
Vea acá el video:
https://www.youtube.com/watch?v=fRt-k5fZgns
