“El resentimiento contra los hombres que enseña el feminismo moderno es puro veneno”. Por Camille Paglia

Camille Anna Paglia, es una escritora norteamericana de origen italiano, que ha adquirido notoriedad por sus opiniones y análisis de la cultura. Fue una militante activa en las líneas feministas en los años setenta y hoy es una feminista crítica del “feminismo moderno”, escapando de ser una mujer “políticamente correcta”. Profesora de Humanidades en la Universidad de las Artes en Filadelfia, ha escrito varios libros, siendo el más destacado Sexual Personae. En todos trata el tema de las diferencias entre los sexos. Ha investigado en diferentes culturas, observando lo que es común y por lo tanto altamente probable de originarse en la condición humana y no en la cultura.

—¿Quiénes fueron sus primeros modelos feministas?

—Cuando estaba en el instituto me obsesioné con Amelia Earhart. Encarnaba un tipo de mujer individualista y centrada en sí misma, capaz de lograr cosas. Con 16 años, una colega de mi padre me regaló «El segundo sexo», de Simone de Beauvoir. Tuve una visión. Me inspiró muchísimo. Ahí están las raíces de «Sexual Personae». Es cierto que mi personalidad iba por libre, estaba desconectada de lo que se esperaba de una mujer.

—Cuando yo era niña, leía mucho, pero odiaba los cuentos de hadas, porque no quería que me salvara un caballero.

—Yo me identificaba con Napoleón y en Halloween me disfracé de él, hay fotos. El año anterior me vestí de torero, inspirándome en la ópera Carmen. Y un año antes, tendría unos seis años, me vestí de soldado romano. En aquella época, las chicas no se disfrazaban de hombres. Parte de la grandeza del arte occidental nace de conflictos en torno al género, donde el artista suele tener una mirada andrógina. Vivimos un período horrible de conflicto, en el que hay personas conservadoras, religiosas, que aceptan la Biblia y creen que sólo hay dos sexos creados por Dios. Y luego está el extremo opuesto, con gente como Judith Butler, en Berkeley, que ha pasado por alto el estudio de la biología y proclama que no hay diferencia entre los sexos. No se puede negar la biología, es una locura, eso aumenta el poder de los conservadores, que miran a los progresistas -me considero progresista- como si viviésemos en un mundo ilusorio, de fantasía.

—Yo soy feminista, pero no entiendo cómo se pueden negar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres.

—Es demencial. Cada célula del cuerpo muestra el género con el que has nacido. Ahora bien, hay una proporción pequeña de personas genuinamente intersexuales, que nacen con ambigüedades en los genitales. ¿Pero qué dicen? No es la norma, es un defecto de nacimiento y negarlo… Aquí es donde los progresistas están cavando un hoyo terrible. Lo que están haciendo, al tratar de legislar para las escuelas, es inspirar un desplazamiento a la derecha en la cultura occidental.

—¿En qué sentido?

—Cuando la gente cree que se están vulnerando sus derechos, por esta clase de ideología en las escuelas y la sociedad, busca figuras inspiradoras en la extrema derecha. Así Hitler subió al poder. Se ganó el apoyo del pueblo alemán prometiéndole que haría limpieza de la decadencia de Weimar. Admiro el arte decadente y, sin embargo, lo que he visto en mis estudios es que, cuando la decadencia se apodera de la cultura, se produce un movimiento favorable a las figuras fascistas con la promesa de limpiar la sociedad para llevarla de vuelta a las normas tradicionales. Continuamente veo en los medios el auge de la extrema derecha en Hungría, en Brasil, en Alemania…

—¿Por qué sucede eso?

—Pues ocurre que los progresistas empiezan a desconectarse de la realidad, pierden la capacidad de usar el sentido común. Podemos exigir seguridad para los individuos disidentes sin tener por ello que otorgar derechos especiales a ningún grupo. Soy feminista equitativa, abogo por la igualdad de trato ante la ley. No debe haber grupos a quienes la ley otorgue privilegios especiales. Me opongo al control de las conciencias. Milito por la libertad de expresión y de conciencia. Los progresistas han cometido un error muy grave: consentir que el Estado pregunte por qué alguien ha cometido este o aquel crimen. El crimen no se convierte en algo peor porque la víctima pertenezca a un grupo con protección especial. Eso es muy peligroso. Lo que está ocurriendo, por el hecho de que el Estado tome partido por estos grupos, es que se está propiciando un desplazamiento hacia la derecha. Mi visión también es aplicable al feminismo. Me opongo a toda protección especial para las mujeres, adopte la forma que adopte.

 

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Un comentario sobre «“El resentimiento contra los hombres que enseña el feminismo moderno es puro veneno”. Por Camille Paglia»

  1. Toda ficción está basada en hechos reales y esas realidades se basan en esencias comunes. El amar y ser amado es una necesidad que busca repetir una condición original, una verdad común que la mayoría busca hacerla coincidir con el relato o mito de esa verdad cumpliendo con sus condiciones del juicio bipolar que es lo que crea el tiempo y el recorrido que lo justifica.
    Es así que la complejidad psicológica desde el ideal no es mas que hojarasca, estupidez que impide ver la forma simple y sencilla con la que funciona el universo, la vida. La complejidad es materia prima creativa y muchas de ellas justifican el propósito de una vida, de un trabajo específico del ser. El lugar perfecto para esta complejidad emergente es el arte, el vivir, en donde el actor tiene la oportunidad de elegir la forma adecuada de canalizar su ímpetu de existencia con el lenguaje comunicativo más conveniente.
    La no distinción del ser de su maquinaria biológica hace caer en la trampa de los programas que justifican la fatalidad y funcionalidad de ésta desde la interpretación de sus efectos negativos, esas señales que advierten el conflicto cuando la ficción no puede consumarse en la realidad.

    O se eligen buenas ficciones o se hacen buenas preguntas.

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