Por Fausto Frank
El progresismo, ese izquierdismo pueril de hippies con OSDE, no deja de sorprender con sus propuestas. En una Argentina que se hunde en la pobreza y reafirma sus cadenas de endeudamiento con organismos financieros internacionales, usa espacios públicos, como el “Centro Cultural Kirchner“, para brindar talleres “Post-humanistas”, lo que incluye “Habitar la animalidad”, “Nuevas sensibilidades”, “Simbiología”, “posthumanismo en el ecologismo con jóvenxs”, “instalación-hábitat-refugio para larvas dibujantes”, y demás delirios. So pretexto de “deconstruir” cada día más nuestra sociedad, se intenta una ingeniería cultural que no hace otra cosa que deshumanizarnos peldaño tras peldaño.
Mientras los medios de comunicación enaltecen lo lumpen, la vanguardia progre se encarga de de(con)struir los lazos que unen nuestra Comunidad Organizada: mientras se demoniza la familia, se siembra el antinatalismo; mientras se demoniza la religión, se siembra el nihilismo; mientras se demoniza al varón, se siembran supuestos “géneros no-binarios”. Lo peor es que apuntan con esta ingeniería social decadente a nuestros niños también en las escuelas, mientras miramos indolentes para otro lado.
El producto que buscan obtener es un conglomerado amorfo de seres “post-humanos” (para usar su terminología), sin sentido trascendente para sus vidas, hedonistas y egoístas, más dispuestos a ayudar a un animal que a un ser humano, sin lazos sociales de compromiso, seres sin brújula y a merced de cuanta manipulación aberrante, como esta, el poder quiera intentar sobre ellos. En definitiva, nos quieren como en la imagen: perritos falderos y sumisos que saben levantar la patita a sus amos.