Por Jorge Rachid
El término Patria deviene de Padre enterrado, es decir la memoria colectiva del pueblo, que se va consolidando en la transmisión oral familiar y comunitaria, de donde nace el destino común, de intereses compartidos, que hacen de un conjunto de voluntades, un pueblo.
Esa idea de Patria que se fue consolidando en el tiempo, con la idea de los estados Nación, conviviendo durante décadas con la emergencia de un capitalismo, que todo lo ocupaba, desarrollando desde los estados feudales en adelante, procesos de síntesis de pueblos y patrias. Pero desde la revolución industrial en adelante, se solidifica la idea, ante los desafíos de consolidar, los perfiles soberanos de los estados Nación.
Ese tiempo terminó, el enemigo supranacional, amorfo y complejo en sus estructura de poder, intenta vaciar los contenidos de pertenencia de los pueblos, con respecto a la conciencia de Patria, atacando los estados Nación desde sus mismas bases doctrinales y constitucionales, haciendo de los mismos estados, entes privatizados y tercerizados, ajenos a las necesidades primarias del pueblo y apuntalando los perfiles macro económicos del neoliberalismo financiero del mundo actual.
Así como en la época de la esclavitud, el ser humano dejaba de ser, para transformarse en un objeto y en la etapa industrial, el trabajador pasaba a ser un bien de capital, actualmente el enemigo avanza hacia la despersonalización del pueblo, diluyendo el concepto de Patria, logrando naturalizar contenidos coloniales culturales de dependencia, en el seno de la comunidad, que al hacerlos propios, abandona su pertenencia primaria, identitaria, de sus raíces culturales y ancestrales.
En ese camino el objetivo estratégico del enemigo es que la Patria deje de ser, tal como la conocemos y la hemos construido.
Ya lo advirtió Perón en 1974 cuando nos abrió los ojos al panorama internacional de lo que venía, instándonos a constituir Bloques Continentales para la batalla que se avecinaba, que es esta depredación de contenidos, no de sólo bienes materiales y estratégicos, sino de pueblos, tendiendo a su licuación patriótica, a la conformación apátrida, del único sujeto que construye las utopías, dibuja los nuevos paradigmas y genera las esperanzas compartidas, que es el pueblo como conjunto motor de la Patria.
Es el neocolonialismo, así llamado porque además de utilizar la herramientas habituales del control político y económico, por medio de la Lawfare, los golpes parlamentarios, las persecuciones, va construyendo sentido en la naturalización de la dependencia sumisa y el individualismo egoísta, que destruye los modelos solidarios de construcción social, que en nuestro país fueron, durante décadas, de Justicia Social y en Europa el Estado de Bienestar.
Esta batalla se da en el marco de medios hegemónicos, ligados al capital financiero supranacional, amparado por EEUU, en una idea proteccionista e industrialista para ellos mismos y su pueblo, al mismo tiempo que imponen una primarización de las economías de los países controlados, con pérdida de soberanías y ejerciendo control social y político de los pueblos.
Por esa razón el gobierno nacional y popular, junto al pueblo en su conjunto, tiene la necesidad de afianzar el ser nacional, popular y latinoamericano, que pretende ser avasallado, por una nueva lógica impuesta y agresiva. El intento de destrucción de raíces conceptuales de los pueblos originarios, la estigmatización del criollo como “vago y mal entretenido”, junto a la concepción de civilización o barbarie de Mitre y Sarmiento, hasta nuestros días de los “cabecitas negros”, “los tapes”, hasta la misma denominación de descamisados o choriplaneros, son agresiones estructuradas en las usinas del poder hegemónico, para debilitar la idea de pueblo y Patria,
Los billetes sin rostros de nuestros antepasados, los queridos y los no queridos, pero nuestros, a ser reemplazados por animales, la desaparición de la Antártida Argentina de los mapas escolares, la indiferencia ante las fecha patrias, el uso de camisetas y banderas de terceros países, el lenguaje cotidiano invadido de expresiones en inglés, el cambio de la cultura culinaria y las modas importadas, consolidan la idea de civilización: “lo que viene de afuera”, frente a la “barbarie” que somos nosotros.
Ese camino no es casual, ni lo transitan otros países del mundo, no son formas de la globalización, sino de la dominación, no es una “cultura universal”, sino una imperial, frente a la cual el peronismo, síntesis del pensamiento latinoamericano moreno, criollo, profundo, mestizo constituye un obstáculo único e impenetrable por los enemigos de la Patria.
Jorge Rachid, médico sanitarista y militante peronista.
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Comparto lo dicho me pregunto con el actual gobierno porque la educación en todo sentido es deplorable y la salud descartable.