Economía, odio de clase e ignorancia – De Discépolo a Flaubert

Por Horacio Rovelli *

Pensar la política y la economía desde la poesía es un ejercicio interesante y esclarecedor. Abre un camino al pensamiento sobre las, a veces, incomprensibles conductas de los ciudadanos de a pie. Sin embargo, no es creíble que las imposturas tengan sustento en el mediano plazo.

La Argentina de las décadas de 1940 a 1960 tuvo un filósofo de cabecera, Enrique Santos Discépolo, a quién retrata otro grande, Homero Manzi, en su tango “Viejo Discepolín”: “Te duele como propia la cicatriz ajena” y ese era el concepto solidario y fraternal, nos sentíamos parte de un pueblo y crecíamos en base al mercado interno, dado que de hecho existía entre los trabajadores y los empresarios que producían y vendían al mercado local, una sociedad, donde los segundos más ganaban cuando más vendían, y para eso necesitaban buenos salarios y altos niveles de ocupación. Empresas trasnacionales como Bunge y Born ganaban más dinero con Molinos Río de la Plata, Alba, Centenera, Grafa, etc. que producían y vendían al mercado argentino, que de sus exportaciones de granos. La empresa nacional Siam Di Tella que producía heladeras, cocinas, calefones, había logrado producir motonetas y el automóvil 1.500, que por su resistencia y bajo consumo era el preferido de los taxistas. Fiat, Renault, y Citroën que se habían radicado en el gobierno de Frondizi, los autos que más producían y vendían eran el Fiat 600, el Renault Gordini y la “Citroneta” respectivamente, básicamente para los asalariados y pequeños productores y comerciantes.

El 24 de marzo de 1976 cambia integralmente la lógica que articulaba la producción y la sociedad, para reemplazarla por una estructura productiva y distributiva con un bloque de poder hegemónico y una dinámica de funcionamiento diferente en la reproducción del circuito económico. El nuevo modelo, orientado y dependiente del exterior, tuvo como instrumento clave el endeudamiento y la valorización financiera del capital, la apertura externa irrestricta al comercio y los capitales, y la acumulación rentística y financiera, traducida en retraso de salarios, liberación de precios, revaluación cambiaria, fomento a la desleal competencia externa, así como altas y confiscatorias tasas de interés. El previsible resultado fue una caída sin precedentes del nivel de vida de la población que arrastró la caída del mercado interno y, con ello, del PIB.

La catástrofe de la dictadura militar, dejó como legado la destrucción de eslabones de la cadena productiva, una fuerte concentración y extranjerización económica, y una impagable deuda externa en lo económico, pero en lo social y político fue un fuerte retroceso en el nivel de consciencia de la población, donde prima el individualismo más abyecto y el “sálvese quien pueda”, donde los formadores de opinión son Mirta Legrand, Susana Giménez o Jorge Lanata propagado por los grandes medios encabezados por el Grupo Clarín, beneficiado por la dictadura militar con “Papel Prensa” y por Macri por el millonario mercado de la telefonía celular y los contenidos 4G.

Es tal la influencia de los medios que trabajadores se olvidan de que no tienen capital, que tienen que vivir de su trabajo ellos y su familia, y sin embargo han llegado a votar (y votan) a hijos de los empresarios enriquecidos por la dictadura en la creencia que iban (van) hacer crecer el país y generar puestos de trabajo, cuando lo único que les interesa es el negocio rápido y la fuga de capitales.

 Nunca unieron, ni unen (y los medios se ocupan de ocultarlo) que esos hijos de ricos tienen frondosas cuentas en el exterior, encabezados por el Presidente Mauricio Macri y las sociedades que tiene en Panamá. Que el caso Odebrecht lo tiene como principal socio al primo, Ángelo Calcaterra, a quién le habrían vendido los Macri la mayoría accionaria de la constructora IECSA y asociadas, pero después de las investigaciones del “lava jato”, IECSA es comprada y le cambian el nombre, por Marcelo Mindlin y sus socios y principales accionistas de Pampa Energía, uno de los grandes beneficiarios de la suba de las tarifas eléctricas al ser el mayor generador, transmisor y distribuidor de electricidad del país.

El gobierno de Mauricio Macri se endeuda irresponsablemente para financiar el déficit fiscal y comercial. El gobierno anterior tenía déficit en las cuentas públicas pero por subsidiar la energía y el transporte, estos ineptos eliminaron las retenciones y redujeron las de la soja (y pretenden seguir reduciendo el derecho de exportación), también disminuyeron otros gravámenes a los ricos (a ellos) y a su vez tienen que pagar más intereses por qué agrandaron exponencialmente la deuda. Con todos sus errores que los tuvo, el gobierno anterior había disminuido esencialmente el endeudamiento externo a U$s 222.703  Millones, el gobierno de Macri  en un año la incrementó en U$s 65.744,8 millones, y en los primeros  siete meses de 2017 lo acrecentó en otros U$S 38.654 millones, conformando un total de deuda de U$S 327.101,8 millones (aumentó la deuda externa en 19 meses en U$s 104.398,8 millones).

Paralelamente se crean mecanismos para permitir la conversión de divisas en pesos y luego su retorno a la moneda de origen que parte y retroalimenta a su vez el atraso cambiario, con lo que es la cuenta de capital de la Balanza de Pagos la que determina el tipo de cambio, lo que a su vez es causa de un creciente déficit comercial (amén de que le dejan importar todo, naranja de Polonia, frutilla de Israel, peras y manzanas de Chile y todo tipo de bienes industriales). Semejante descalabro impacta negativamente sobre el trabajo y la producción local, destruye las economías regionales, a la vez que descienden todos los componentes de la demanda agregada (Consumo, Inversión, Gasto Público y Exportaciones) y se distribuye cada vez en forma más regresiva el ingreso, con mayores niveles de pobreza y de exclusión.

Propician el ingreso de capitales especulativos atraídos por tasas de interés que tiende a ser mayor que el crecimiento de los precios y la evolución cambiaria, a su vez que se encarece el crédito a las empresas y a las personas, siendo confiscatorio de su capital (En agosto de 2017 la tasa de descubierto en cuenta supera el 70% anual), generando una brutal transferencia de la producción y del consumo a favor del sector financiero.

Esto es, nos endeudaron en 19 meses de gestión de Macri en U$S 104.398,8 millones, deuda que pagará el pueblo argentino, y no se refleja ni en la inversión, ni en la obra pública, ni en nada, porque el mismo BCRA vende esas reservas internacionales a los bancos que se la quieran comprar, y son 10 bancos (JP Morgan, Santander-Río, HSBC, Frances-BBV, Galicia, Macro, Patagonia, Supervielle,  Provincia de Bs As y Banco Nación Argentina) los que realizan más del 70% de las operaciones del MULC (Mercado Único Libre de Cambio)  que le entregan los dólares a sus clientes para que lo giren al exterior, o hagan turismo.

Y si no se nota más la crisis es porque fruto de ese brutal endeudamiento para nada (o para que lo fuguen o lo malgasten los ricos) se genera cierto derrame a los sectores medios quienes también se benefician de pasar a Chile o a Paraguay y comprar electrodomésticos a la mitad del precio que en la Argentina, por ejemplo.

Gustave  Flaubert

Gustave Flaubert (1821-1880) fue un destacado dramaturgo francés que en sus cuentos y novelas reflejaba ese espíritu pequeño y competitivo de la mass media, donde dice que para ellos ser feliz depende de tres condiciones: “Ser imbécil, ser egoísta y gozar de buena salud”. Es sobre esa moralina que cabalga el macrismo y los sectores beneficiados de este país.

Grandes grupos económicos tienen capacidad de fijar los precios con lo que por un lado disminuye el poder adquisitivo de los salarios y por el otro, detraen recursos de las pequeñas y medianas empresas que son tomadores de precio, tanto sean como proveedores o clientes (inclusive cuando demandan créditos) con lo que  el “sálvese quien pueda” se torna obsceno y más cobarde que nunca.

Pero semejante detracción de recursos implica un menor consumo y ello arrastra indefectiblemente a que se caiga el PIB, que implica menor nivel de actividad interna y con ello el acrecentamiento de la desocupación.

Esta historia la hemos vivido y terminó con la crisis del año 2001, en que en las jornadas del 19 y el 20 de diciembre de ese año fueron asesinados por las fuerzas de seguridad 38 –treinta y ocho- personas, el Presidente De la Rúa huyó en un helicóptero de la casa rosada y la población se convocó en las calles al grito de que se vayan todos.

La implosión del modelo de valorización financiera se explica por la constante y creciente fuga de capitales que en el año 2001 fue de 29.913 millones de dólares,  que se realizaron a través de múltiples firmas controladas, a lo que se sumó que esos mismos empresarios que tenían deuda en dólares en el mercado local se le “pesificó” la misma, fijándolo a un tipo de cambio de un peso un dólar,  pero la devaluación real fue incontrolable, en el mercado paralelo y en Montevideo en abril del año 2002 se cambiaba el dólar a 4 –cuatro- pesos, lo que impactó en el poder adquisitivo del salario.

Si observamos y aprendemos de nuestra historia vemos que el problema se reproduce pero en forma mucho más veloz,  el endeudamiento es mayor y mucho más rápido y también pasa con la sustitución de la producción local por importaciones, en el marco de un comercio internacional que trata de desprenderse de sus excedentes de inventario a como dé lugar. Por supuesto al principio es fácil porque ingresa deuda y se pagan productos extranjeros, pero en corto y mediano plazo quedará en claro que se incrementa la desocupación, la exclusión social y la miseria.

El pueblo le exigirá que aparezca con vida Santiago Maldonado y todos los que se opongan al régimen de explotación, se irán conociendo los Pablo Noceti, quien como Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich encabezó la represión el 31 de julio de 2017 en Cushamen, provincia de Chubut, y que antes de ser empleado público perteneció al estudio de abogados que defendió al General Leopoldo Galtieri y otros represores.

A medida que se incrementen los reclamos, que la gente tome la calle y el nivel de protesta sea mayor, será mayor la represión, pero irá disminuyendo el apoyo del FMI y de los empresarios (y no porque no estén de acuerdo con reprimir, sino que se dan cuenta que la mass media es un sector importante de la sociedad Argentina, pero no abarca a toda) y, tarde o temprano  lo dejarán a Macri y su equipo de hijos de ricos, tan solo como a De la Rúa o a Videla.

El fuerte apoyo que tuvo Cristina Fernández de Kirchner en los barrios obreros del gran conurbano bonaerense es la base de apoyo para poner freno al macrismo y su modelo de extracción de recursos y fuga, por eso, podemos decir como alguna vez afirmara en su programa de radio Enrique Santos Discépolo:

“Yo no lo traje a Perón, los trajo tu tremendo desprecio por las clases pobres a las que masacraste, porque pedían un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que los permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, del hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco. No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia, con tu egoísmo y con tu crueldad”.

* Horacio Rovelli – Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía. Miembro de EPPA (Economía Política para la Argentina).

Fuente: La Tecl@ Eñe – Buenos Aires, 22 de agosto de 2017

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