La emblemática fábrica de Tandil, ciudad natal de Macri, fue fundada en 1948 bajo la etapa de industrialización que promovió el primer peronismo, y llegó a tener más de 1.000 operarios. Hoy decretó el cierre, dejando a 100 familias en la calle.
Así lo confirmó el secretario general del gremio metalúrgico de Tandil, Carlos Romano: “si bien todavía no hay una confirmación oficial, ellos habían ratificado un plan de suspensiones por un mes ante el Ministerio de Trabajo, pero luego verbalmente nos anticiparon que va a cerrar. Todavía no aparecieron los telegramas de despidos, pero creemos que lo van a hacer porque Renault tiene un poder muy grande y plata para hacer lo que quiera. En diciembre pasado la automotriz que tiene el 98% de las acciones de la fábrica, vino con 200 millones de pesos y despidió a 80 trabajadores. Tenía 115 clientes y ahora trabajaba para uno solo que es Renault Argentina”.
La vigencia de un modelo liberal que solo apuesta a darle ganancias al sector financiero y a las exportaciones de materias primas no manufacturadas, impuesto por Cambiemos desde diciembre de 2015, obedece a la división internacional del trabajo impuesta ya desde el siglo XIX por Gran Bretaña y continuada luego por los EEUU y la oligarquía financiera supranacional para todo el Tercer Mundo.
Bajo ese esquema de producción solo las potencias centrales pueden ser industriales y las neocolonias deben contentarse con ser las granjas y proveedoras de materias primas para las primeras. Esa imposición, y la rebelión endógena frente a la misma intentando plantear modelos de desarrollo autónomos, explican gran parte de los sucesos más trágicos de la Historia Argentina: desde la trágica Batalla de Caseros a la Guerra contra el Paraguay, pasando por los golpes de Estado de 1955 y 1976.