por Marcelo “Machocho” Fernández*
Algo muy básico para empezar: todos aquellos que hablan del concepto de “deconstrucción” no saben de lo que están hablando. Y de eso la culpa no la tiene Derrida.
Pero lo más importante es plantearse cómo pueden sectores de una semi colonia abogar por la “deconstrucción” de nada o de algo, si lo que resta por hacer es pura “reconstrucción”.
Reconstrucción del tejido social, del sentido de comunidad y de los lazos solidarios.
¿Cómo se puede abogar por el bienestar de minoría alguna si en nuestro suelo las que padecen son las mayorías?
He ahí el colonialismo mental de amplios sectores de nuestras clases medias.
El capitalismo en su etapa global impulsa al individualismo consumidor a costa de la disolución de las identidades colectivas.
En la punta de la pirámide, un sujeto solo, en su alocada voluntad de goce consumidor. En su base, un sujeto solo, arrasado en su condición humana y arrojado al goce de la muerte.
Ambos enfermos, el consumidor, quemado en el goce inalcanzable, obligado al híper rendimiento de la sociedad de la inestabilidad, agotado en la depresión y el síndrome del “burnout”. El expulsado del sistema, aquel que ya no puede producir ni consumir, arrojado a la droga, el delito y la violencia.
Pero, curiosamente, en Palermo te conminan a deconstruirte.
* histórico militante peronista.