Culpa y dolo – Por Juan Manuel de Prada

Culpa y dolo
Por Juan Manuel de Prada

Una conducta culposa o imprudente es aquella que se ejecuta sin el exigible deber de cuidado, con desidia o negligencia pero sin intencionalidad. Una conducta dolosa, por el contrario, está inspirada por la mala fe o la alevosía. En la hecatombe valenciana parece evidente que diversos miembros del Gobierno autonómico, con Mazón a la cabeza, actuaron con desidia o negligencia, demostrando una incompetencia supina. Mazón, al parecer inconsciente de la gravedad de la situación, se quedó pelando la pava y se ausentó durante horas de su puesto, al que luego volvió con ansias de compensar su ausencia del primer momento; tantas ansias, y tan obcecadas, que cayó como un pipiolo en la trampa que le tendieron quienes desde Madrid no actuaban con culpa, sino con un calculadísimo dolo.

Porque el Gobierno encabezado por el doctor Sánchez, a pesar de conocer la magnitud de las inundaciones, e incluso después de producirse la terrible hecatombe, permaneció impasible por un perverso cálculo político. En Moncloa advirtieron que la incompetencia de Mazón podía debilitar extraordinariamente al adversario político, o incluso arrojarlo a un arrabal de descrédito y repulsa ciudadana, como ocurrió tras la escabechina del 11-M; y resolvieron abstenerse de intervenir, para que Mazón se cociese en la salsa cada vez más espesa de su ineptitud. Renunciaron miserablemente a asumir sus competencias, a sabiendas de que el obcecado Mazón carecía de medios para atender las necesidades de los damnificados y hasta para rescatar los cadáveres. Así, absteniéndose de intervenir, pensaron que sus adversarios políticos se tragarían el marrón; y que luego las masas cretinizadas les exigirían sólo a ellos responsabilidades (como, en efecto, ya está ocurriendo entre las adscritas al negociado de izquierdas, desembarazadas de la nefasta manía de pensar). La maquinación prueba una falta de escrúpulos en verdad abominable. En los últimos días, las intoxicaciones gubernativas han reconocido inconscientemente esta actuación dolosa, propagando la especie de que «todos los expertos consultados desaconsejaron al Gobierno apartar las autoridades valencianas de la gestión de la crisis». ¡Naturalmente! Sin duda eran ‘expertos’ en marrullerías electoreras que aconsejaron dejar la gestión de la catástrofe en manos ineptas, para sacar tajada política.

Desde luego deben pedirse responsabilidades a quienes mostraron una conducta culposa en su gestión; pero esa gestión fue desastrosa por la dolosa inacción del Gobierno, que antepuso malignamente el rédito político a las tribulaciones de sus compatriotas. Además, queda demostrado que el régimen autonómico instaurado por el Régimen del 78 es un completo fiasco que facilita intereses sectarios y perjudica el bien común, generando enfrentamientos entre españoles de distintas regiones y atribuyendo a gobiernos autonómicos competencias desmesuradas para las que carecen de medios y preparación idóneos.