En un contexto de recesión, en el que se filtró un documento interno del Gobierno que acepta que la inflación ya ronda el 42% y una caída del PBI para este año del 3%, Macri y Dujovne apuestan como Cavallo a un plan de “Déficit Cero”.
Para lograr este objetivo (discutido por varios economistas ya que estarían hablando de un déficit muy inferior al real), un 1,3% del déficit planean bajarlo con la suba de retenciones a las exportaciones, las que al instrumentarse de manera pesificada (4 pesos por dólar) en lugar de con un porcentaje, muy probablemente termine promoviendo que el sector exportador acapare su producción y apueste a una mayor devaluación para licuarlas.
El otro 1,3% se compone de un 0,7% de menos obra pública, que se verá disminuída en un 50%, lo que generará mayor desempleo y más crisis en el sector de la construcción que emplea a unas 460 mil personas. La baja nominal es de 58.906 millones de pesos, en términos reales será de entre el 46 y 50%.
Otro 0,5% menos de subsidios, al traspasar a las provincias por ejemplo las tarifas sociales, lo que hará que las provincias más pobres muy probablemente no puedan otorgar ese beneficio. Y un 0,2% menos de remuneraciones en el Estado, sea impidiendo nuevos empleados públicos o permitiendo magros aumentos salariales, licuados por la inflación. Resta por ver si el cambio de categoría de ministerios a secretarías como Salud mantiene la planta de empleados, siendo puro anuncio cosmético o implica realmente un desguace del Estado como solicita el poder financiero transnacional.
El famoso “déficit cero” es solo un recurso del poder financiero para asegurarse el repago de la deuda usuraria y mantener en ajuste permanente a los países que por división internacional del trabajo busca mantener desindustrializados. De hecho no lo aplican la mayoría de los países del mundo, ya que un pequeño déficit se compensa con un crecimiento de la economía, funcionando como un préstamo tomado a la economía del futuro (siempre que sea en pequeños porcentajes razonables y se use para motorizar la producción). En este gráfico puede verse la falta de correlación entre déficit y crecimiento de la economía y cómo incide en distintos países:
Luego de la aprobación de la “Ley de Déficit Cero” de julio de 2001, que implementó un fuerte recorte a salarios públicos y jubilaciones (en aquel momento fue del 13%), Cavallo se ufanaba de los sucesivos aportes financieros que realizaba el FMI a la Argentina, sin embargo, la crisis final esperaba a los pocos meses.
En 2001 el poder financiero transnacional no pudo imponer su proyecto de dolarización de la economía argentina dado el final abrupto de aquel gobierno. Hoy para poder cambiar la totalidad de la masa monetaria nacional por el dólar, el peso debería profundizar su devaluación. ¿Será la hiperinflación un paso previo? ¿Podrán esta vez lograr su objetivo de quitarle a nuestro país su soberanía monetaria?
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