Por Alfredo Jalife Rahme
Bajo la sombra de las inversiones de BlackRock en Ucrania, el senador republicano Lindsey Graham confesó que allí existen de 10 a 12 billones de dólares en “minerales críticos” que deben ser compartidos con Occidente, en lugar de que se los lleven “Putin y China”. Enfatizó que por ello EEUU debe “ayudar” a Ucrania a ganar. Mata de risa que el locuaz senador califique al presidente “Putin” como si fuera él solo un país.
Existe un apotegma penal mexicano que define que “a confesión de partes, relevo de pruebas”. En una entrevista a CBS fue justamente que lo confesó el muy influyente, aunque excesivamente pugnaz y polémico, senador por Carolina del Sur, el republicano Lindsey Graham, quien sin tapujos refirió que “Ucrania ostenta de 10 a 12 billones (trillones en anglosajón) de minerales críticos”, por lo que “podría ser el país más rico de toda Europa”.
En forma exageradamente solipsista asentó “no desear dejar tal cantidad de dinero y esos activos a Putin para que los comparta con China”.
Su punto es que si EEUU “ayuda” a Ucrania ahora, se puede volver “el mejor socio comercial que hemos soñado”. Reitera su obsesión numérica del valor de los activos de “minerales críticos” de 10 a 12 billones de dólares que “pudieran ser usados por Ucrania y Occidente y no dárselos a Putin y a China”, por lo que habría que “ayudar a Ucrania a ganar la guerra que no podemos darnos el lujo de perder”.
El polémico senador —quien exigió una solución “tipo Hiroshima” contra los palestinos en Gaza— pide “buscar una solución” al conflicto cuando Ucrania “está sentada en una mina de oro”.
En realidad, más que una mina de oro, Ucrania ostenta reservas del tan codiciado litio y de tierras raras, sin contar que posee una de las tierras más fértiles del planeta conocidas como chernozem (tierra negra).
Otro escollo mayúsculo que parece insalvable a estas alturas y que esquiva Graham es que hoy Ucrania ha sido prácticamente derrotada en el teatro de batalla, por lo que emergen de dos cosas una, o bien Graham no está enterado de la debacle en curso del régimen del presidente “ilegítimo —cuando ya venció su mandato a finales de mayo pasado y no realizó elecciones bajo el pretexto de la situación de emergencia— Zelenski, o se trata de un vulgar ardid para que prosiga indefinidamente el apoyo de EEUU y la OTAN como “inversión” y así capturar el moderno vellocino de oro en juego en Ucrania, además de sangrar demográficamente a Rusia.
Desde hace dos años, The Washington Post (WP) difundió que detrás del conflicto en Ucrania se insinúa la “batalla por sus minerales y su riqueza energética“.
TWP y SecDev, firma de riesgo geopolítico de Canadá, aducen que Ucrania ostenta algunas de las mayores tierras ricas en minerales de Europa, donde se concentran algunas de las mayores reservas de titanio y hierro, campos de litio sin explotar y depósitos masivos de carbón, los cuales, en forma colectiva, valen decenas de billones de dólares, que SecDev evalúa en por lo menos 12,4 billones.
Cabe señalar que la cifra descomunal de 12,4 billones representa “casi la mitad de su valor en los depósitos revisados en 2009”. ¿A cuánto ascenderán hoy, 15 años después, no se diga mañana, cuando reinicia el superciclo de las materias primas?
Una de las características de la economía de guerra que está sosteniendo los ingresos de EEUU se centra en la dialéctica, primero, de la destrucción y, luego, de la reconstrucción mediante la emisión por la banca anglosajona de cuantiosos bonos de empréstitos.
Según el portal financiero Bloomberg, se ha creado “un programa para los inversionistas privados que ayuden a reconstruir a Ucrania” mediante un fondeo de 15.000 millones de dólares con el apoyo de organismos estatales y los mercados de capital.
Philipp Hildebrand, vicepresidente del giga-banco BlackRock —cuyo presidente es el conspicuo Larry Fink quien, por cierto, es muy asiduo en sus visitas a México— encabeza la llamada reconstrucción de Ucrania que el Banco Mundial calcula en 500.000 millones de dólares.
El Banco Europeo de Inversiones (European Investment Bank) calcula al doble la cifra emitida por el Banco Mundial que “representa más de cinco veces, ajustado a la inflación, el Plan Marshall financiado por EEUU“, que operó la reconstrucción de Europa después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
El Fondo de reconstrucción de BlackRock, al unísono del mega-banco JPMorgan-Chase, tendrá su sede en Luxemburgo, en una asociación público-privado que puso de moda el Banco Mundial y que se enfocará en los “sectores clave de la agricultura, manufactura, infraestructura y energía”.
Más que la supuesta libertad del pueblo ucraniano que tanto pregona su propaganda de guerra, a EEUU lo que más le importa es la otra libertad, la de las suculentas inversiones rentables de BlackRock hasta que desaparezca el último ucraniano.
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