Avanza el proceso desindustrializador en la Argentina. Esta vez le llegó el turno a La Campagnola, de la compañía Arcor. Cerrarán sus dos plantas ubicadas en el departamento de San Martín, provincia de Mendoza, debido a la caída en las ventas y el aumento de los costos de producción (básicamente luz, gas y combustible). 70 años de trayectoria industrial destruidas por un modelo que solo beneficia a las propias empresas del grupo gobernante.
El ajuste que realizará Arcor implicará dejar en la calle a alrededor de 125 trabajadores, de las plantas de calle Arjonilla y de Ruta 7, con la opción de que algunos puedan mudarse a San Luis y ser reabsorbidos por otra planta, algo muy difícil para la mayoría de ellos con edades que ya no permiten esos cambios abruptos de vida: “Son 125 trabajadores, el traslado a Villa Mercedes es imposible, somos todos gente mayor, quien les habla tiene 55 años de edad y 35 años de efectivo”, explicó Antonio Moyano, trabajador y delegado sindical a periodistas de FM Cielo: “Toda una vida trabajando. No voy a tener trabajo, ni sé si me voy a poder jubilar porque no sé si tendré aportes. Nos mataron en vida”.
La explicación del trabajador sintetizó el grave problema que atraviesa la industria: “la zona está desolada, no hay producción, no se puede mantener una fábrica abierta por los costos de la electricidad, del combustible (…) la empresa aduce que en los últimos tres años los balances han sido negativos. Dicen que la caída de las ventas, principalmente durazno se ha desplomado debido a la importación de estos productos y la poca venta”.
Las plantas de Mendoza fueron adquiridas por el Grupo Arcor en 2006 y su actividad consistía básicamente en la fabricación de conservas de duraznos, cóctel de frutas y vegetales. La Campagnola produce unas 185.000 toneladas de productos al año: mermeladas, dulces, salsas, tomates, conservas vegetales, frutas y pescados. Arcor, propiedad de la familia Pagani, registró en 2018 pérdidas por $1010 millones, con una caída en sus balances que no ocurrían desde el año 2002.
Una Argentina sin industrias es un país de alto desempleo, obligado a importar sus productos más básicos. Un país al que le sobramos millones de personas, sometido a la división internacional del trabajo, sin soberanía y entregado a las potencias industriales globales.
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